JERUSALÉN – Israel no tiene más amigos que racistas y nacionalistas, ha escrito este domingo en su última columna en Haaretz el periodista israelí Gideon Levy. La sentencia puede parecer una paradoja pero responde fielmente a este nuevo mundo que nació con las elecciones del 8 de noviembre y que está dominado por amistades y aliados extraños, como ocurre entre Israel y los nombramientos del presidente electo Donald Trump.
El equipo de Trump tiene todas las papeletas para incrementar la inestabilidad en el mundo, especialmente en Oriente Próximo
En distintos actos de la larga campaña electoral, las masas gritaron alto y claro cantos y consignas antisemitas, como la de “JEW-S-A”, un juego de palabras formado sobre la sigla USA mediante el que se señala que Estados Unidos está dominado por los judíos. Esto prácticamente no había ocurrido en ese país hasta ahora con la frecuencia que ha ocurrido durante la campaña electoral de los republicanos.
Y, sin embargo, en Israel existe una euforia a duras penas contenida con la victoria de Trump que hasta el primer ministro Benjamín Netanyahu trata de calmar, por ejemplo ordenando a sus ministros que no hagan declaraciones públicas sobre lo que está sucediendo en Estados Unidos.
Según Gideon Levy, los recientes nombramientos responden a una política racista, especialmente islamófoba, que es bien recibida por Israel y sus aliados. “Los racistas (que Trump ha nombrado) aman a Israel porque Israel está ejecutando sus sueños, oprime a los árabes, abusa de los musulmanes, les despoja de sus tierras, los expulsa, los mata, demuele sus casas y pisotea su honor”, ha escrito Gideon Levy.
Algunos de los nombramientos hablan por sí mismos, como el de Steve Bannon, que será el jefe de estrategia en la Casa Blanca y que es bien conocido por su ideología de nacionalista blanco; o Michael Flynn, un reputado islamófobo que será consejero para la seguridad nacional; o Jeff Sessions, un controvertido racista a quien Trump ha designado fiscal general (equivalente a un ministro de Justicia).
Soldados israelíes al lado de una parada de autobús con carteles de la rama israelí del Partido Republicano de EEUU a favor de Donald Trump, cerca del asentamiento judío de Ariel en Cisjordania. REUTERS / Baz Ratner
Estos y otros nombramientos comparten otro denominador común, pues su odio africano contra los musulmanes incluye muy especialmente a Irán, lo que a su vez es otra coincidencia con el Estado judío. Varios de ellos, como el propio Flynn de una manera destacada, ya se han manifestado a favor de cancelar el acuerdo nuclear con Teherán o/y a favor de imponer duras sanciones económicas y políticas sobre Teherán que en la práctica pondrán fin al acuerdo negociado por Barack Obama.
Otro nombramiento significativo del que se ha hablado estos días es el del gobernador Mike Huckabee como embajador de Estados Unidos en Tel Aviv. Aunque Huckabee ha negado que se le haya ofrecido el cargo, el mismo hecho de que su nombre suene es toda una señal. Huckabee niega la existencia de los palestinos, rechaza que Israel deba evacuar los territorios ocupados y cree en la segunda e inminente venida del mesías.
Cargos acusados de antisemitismo
A varios de los nuevos altos cargos que ha nombrado Donald Trump se les ha acusado de antisemitismo en el pasado, pero esto no parece incordiar al primer ministro Netanyahu. Los dos principales objetivos de Netanyahu son consolidar definitivamente la ocupación de los territorios palestinos y aislar a Irán y provocar la caída del régimen islamista para sustituirlo por un régimen fantoche a su servicio. Estos dos objetivos prioritarios de Netanyahu son compartidos por los cargos recién nombrados en Estados Unidos.
El 9 de noviembre, el mismo día que las papeletas confirmaron la victoria de Trump, Netanyahu lanzó su primer ataque directo contra Teherán, algo que no ocurría en los últimos meses pero que con anterioridad había sido moneda corriente. El furor de Netanyahu contra Obama por el acuerdo con Irán lo condujo al Congreso de Estados Unidos para atacar desde su podio la política de Obama.
Desde el 9 de noviembre se está engrasando la maquinaria de propaganda contra Irán y los ministros israelíes vuelven a abordar esta cuestión con la mayor claridad posible. Lo que cambian las elecciones americanas es que la nueva administración sintoniza plenamente con sus colegas israelíes y abre otra puerta de inestabilidad en una región particularmente inestable.
En estas circunstancias las palabras de Gideon Levy cobran sentido. Los amigos de Israel ya solo se definen por el apoyo que dan a la ocupación y por el grado de islamofobia que presentan. Son, en palabras del periodista israelí, unos amigos racistas y nacionalistas que admiran todo lo que Israel está haciendo a los palestinos y a los musulmanes.
Cuando la administración de Trump entre en la Casa Blanca el 20 de enero se iniciará una nueva época. Algunos analistas sugieren que Trump acabará siendo domado por la realidad mientras que otros creen que comenzará una época muy distinta de la que ha sido el gobierno de Obama. No obstante, está claro que el equipo de Trump tiene todas las papeletas para incrementar la inestabilidad en el mundo y particularmente en Oriente Próximo.