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Níkolas Stolpkin

 

Si EE.UU. desea redefinir su política exterior, el candidato republicano Donald Trump encarna ese ideal.

 

Todos sabemos el historial criminal de los presidentes de EE.UU. en las últimas décadas. Si nos ponemos a pensar, Hillary Clinton representa la continuidad de la política neoconservadora que ha conducido a los EE.UU. al estancamiento económico y al atraso político-militar frente a la astucia de potencias como China o Rusia.

 

En cambio, Donald Trump ofrece un paquete más seductor y más ambicioso en lo que se refiere a su política exterior y doméstica, que en cierta medida podría llegar hasta recordar al otrora presidente republicano Ronald Reagan, y que, particularmente, lo podríamos definir como un Neorealista.

 

Y es ese paquete seductor y ambicioso que temen los demócratas y los amantes de la ideología neoconservadora, incluido parte de los propios republicanos.

 

Por dar un ejemplo, Donald Trump apela al respeto y a la colaboración con una potencia militar como Rusia, y eso le ha valido ser considerado despectivamente como «el amigo de los rusos», como una manera de despertar los viejos fantasmas de la guerra fría. Donald Trump sabe bien lo que significaría tener una política ofensiva contra potencias como Rusia o China. Sabe muy bien que el mundo unipolar terminó y que ha llegado el tiempo de decirle adiós en el presente siglo XXI.

 

La preocupación de que llegue a la presidencia Donald Trump es tal que los Grandes Medios de Comunicación se inclinan descaradamente hacia la candidata demócrata Hillary Clinton y se encargan de denostar en todo momento a Donald Trump.

 

Tanta es la preocupación que en estos momentos, inclusive, se le llega a comparar (Donald Trump) con dictadores como Augusto Pinochet o al mismísimo Adolfo Hitler.

 

Tanta es la preocupación de los demócratas que, no bastando con invitar al terreno a la primera dama, Michelle Obama, han debido invitar al propio presidente Barack Obama para ir en auxilio de Hillary Clinton.

 

La ignorancia de algunos llega al extremo de que si Donald Trump llegara a la presidencia, éste habrá de construir «campos de concentración» para meter a los latinos, negros, inmigrantes, homosexuales, etc, o que a los inmigrantes latinos los van a «sacar a patadas» de EE.UU.

 

La ignorancia llega a tal extremo que piensan que si ganara Hillary Clinton es como si ganara Barack Obama («Premio Nobel de la Paz»), un santo que no ha hecho nada en Irak o en Libia ¿verdad?. Ignoran la historia de crímenes cometidos por la conducción de los presidentes estadounidenses, tanto demócratas como republicanos.

 

A estos ignorantes, mayormente latinos, se les olvida los crímenes cometidos en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia…. Pero ahora que tienen la opción de quizá enmendar el rumbo, de cambiar la política exterior de EE.UU., incluido revisar tratados de libre comercio que han perjudicado al propio pueblo estadounidense, lo único que piensan algunos es en sus propios intereses.

 

Habría que recordarles a algunos que el porcentaje de latinos en los EE.UU. no supera el 60% de blancos estadounidenses. Habría que recordarles que en EEUU existen altos índices de abstención porque estos criminales han tenido políticas nefastas para su propio pueblo y sus bolsillos. Habría que recordarles que el racismo en los EE.UU. sigue existiendo desde mucho antes y que no va a acabar porque gane Hillary Clinton o porque algún político popular les hable bonito en español para obtener sus votos.

 

Tuvieron la oportunidad de elegir a un presidente negro, y así y todo, ¿creen que se acabó el racismo? Pero en sus pequeñas cabezas piensan que si gana Donald Trump llegará un nuevo «Hitler» y que construirá «campos de concentración» para encerrar a los latinos, negros, homosexuales, etc.

 

Pensar en caricaturas no es muy sano. Pero ese es el logro de los Grandes Medios de Comunicación y su ofensiva propagandista. «Miente, miente, que algo queda».

 

¿Podrá cambiar verdaderamente la política exterior estadounidense? No lo sabemos aún. Sabemos que existe una posibilidad, una opción. Y esa opción real es Donald Trump. Duela a quien le duela. Sabemos también que quien manda en EE.UU. es el gran complejo Industrial-Militar. Lo que no sabemos es —si llegara a ser presidente Donald Trump—, si lo habrán dejar de gobernar. ¿Podremos estar en presencia del primer presidente estadounidense asesinado en el presente siglo XXI? No lo sabemos aún, pero es cosa de mirar la historia de los EE.UU. cuando afecta a ciertos intereses.

@NStolpkin

 

 

 

Níkolas Stolpkin

 

Analista político nacional e internacional – Political Analyst – Crítico de política y Cultura Contemporánea – AUTODIDACTA

 

stolpkin@gmail.com