Luis Holder .-
Donald Trump durante su campaña para ser presidente de los Estados Unidos, se atrevió a sugerir en un raro momento de lucidez e inteligencia, que la guerra con Rusia no es una buena idea. Esa es la razón por la cual el statu quo liberal y belicista de Estados Unidos lo adversa. El racismo y la demagogia de Donald Trump, son secundarios ante tal animadversión de su Élite. El récord de Hillary Clinton en cuanto a populismo latino y racismo a los negros, supera quizás con creces al de Donald Trump. En este contexto, algunos analistas, como por ejemplo Julian Assange, han estado validando la especie de que la CIA y el PENTÁGONO habrían exigido a los poderes facticos que se evite que Donald Trump sea presidente de los Estados Unidos.
Acatando esa presunta línea de accionar estratégico, el New York Times, a través del economista Paul Krugman, ha calificado a Donald Trump como el «Candidato Siberiano» porque lo acusa de ser aliado de Vladimir Putin. Los tribunos de la globalización que lidera el New York Times, tienen la misión de hacer propaganda para evitar que el negocio multimillonario de la conflagración que denunció Dwight Eisenhower en su época, pueda ser amenazado por el futuro presidente Donald Trump en una hipotética alianza con Rusia, para privilegiar la paz en lugar del régimen de GUERRA PERPETUA en el marco del ESTADO DE SEGURIDAD NACIONAL de los Estados Unidos.
Ciertamente, en la lógica de Donald Trump como empresario de la construcción, existen muchas oportunidades coyunturales de negocios para sus empresas, como consecuencia de los resultados tan favorables que exhibe la industria de la destrucción desde comienzos de este siglo XXI. Existen hoy en día al menos tres países en el mundo, que han sido devastados en su infraestructura física y socioeconómica por la llamada GUERRA GLOBAL CONTRA EL TERRORISMO, en escalada después del 11 de septiembre de 2011. Eso representa un mercado de inversiones y negocios para la industria de la reconstrucción y construcción en el mundo, que supera un millón de millones de dólares para como mínimo un lustro.
Los asesores de Donald Trump están convencidos, que al igual que el PLAN MARSHALL que se ejecutó después de finalizada la segunda guerra mundial, se impone en el futuro próximo un gran plan de reconstrucción y fomento a nivel global, contrario a los intereses del complejo militar e industrial de los Halcones Civil-Militares de Washington. De ello hay evidencia en el discurso de Donald Trump en el umbral del día martes ocho de noviembre del año dos mil dieciséis: «We will stop trying to build foreign democracies and to intervene in situations that we have no right to be there.» [«Dejaremos de intentar construir democracias extranjeras e intervenir en situaciones en las que no tenemos derecho a estar»].
Se debe tener en cuenta que las industrias de la destrucción, reconstrucción y construcción estadounidenses, están interconectadas y se co-financian en el globalizado complejo industrial militar e industrial. El outsider republicano Donald Trump, coyunturalmente ha asumido una conducta ANTIPOLÍTICA en la visión del LOBBYING POLÍTICO enraizado en el complejo militar e industrial, que de persistir Donald Trump en ello si logra ser presidente de los Estados Unidos, podría ser derrocado radicalmente como otros cuatro presidentes en la historia estadounidense (Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John Kennedy).