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Ricardo Gebrim
Brasil de Fato

 

Para el militante, los golpes «destaparon el odio de los sectores conservadores» contra las organizaciones populares

 

Hay varios elementos comunes que se repiten en los golpes. En todos los golpes militares a partir de la década de 1960, apenas las Fuerzas Armadas asumieron el control político, destaparon el odio de los sectores conservadores que se volcaron a atacar un objetivo que simbolizaba a la organización popular. En el golpe de 1964, a penas los tanques entraron en la playa de Flamengo (Río de Janeiro), para que varios grupos golpistas disparasen contra la sede de la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE), que representaba el principal símbolo de todo lo intentaba destruir en aquel momento.

El golpe actual –con el perfeccionamiento del siglo XXI, aunque siempre estuvo preocupado en presentar una apariencia legal de sus actos– no podría huir de este guión. El viernes, día 4 de noviembre, mientras homenajeábamos a Carlos Marighella, a 47 años de su caída en combate, la Policía Civil atacaba la Escuela Nacional Florestan Fernandes, principal centro de formación de luchadoras y luchadores de la clase trabajadora, que envuelve en su proyecto pedagógico jóvenes de todo el mundo.

El pretexto legal era frágil, como todos los utilizados en este golpe. Los policías afirmaban tener una orden judicial, ¡guardada en un mensaje de Whatsapp! Invadieron las dependencias de la escuela armados con fusiles, disparando y agrediendo. Como dijo el periodista Paulo Moreira Leite, la “brutalidad exhibicionista” nos recuerda el episodio de la prisión del militante Gregório Bezerra, amarrado a una camioneta y arrastrado por las calles de Recife por un delegado de la policía en 1964. No son repeticiones casuales de la historia. El objetivo es generar miedo, intimidar a los que están dispuesto a resistir.

Y, exactamente por eso, “los tiros salieron por la culata”.

Recordando a Marighella

El recuerdo de Marighella en este caso no se limita a esta fecha. Así como el militante de Bahia supo transformar sus resistencia a la prisión, durante el primer mes del golpe en el 64, en un llamado general al enfrentamiento a la dictadura, el coraje de los que estaban en la Escuela Nacional Florestan Fernandes, impidiendo una acción ilegal y abusiva de la policía es una convocatoria a todos los sectores democráticos y populares a no arrodillarnos delante del actual golpe y, principalmente, no podemos tener miedo. Cada ataque de ellos será respondido con nuestra unidad.

Atacar lo previsible

El guión del actual golpe se torna cada vez más previsible. Usan todo su aparato para destruir o al menos inhabilitar al ex presidente Lula, imposibilitándolo de que dispute la presidencia en el 2018. Usan las decisiones del Supremo Tribunal Federal que, en un verdadera furia juzgadora, destruyó en semanas las conquistas que habían sido aseguradas en las últimas décadas por la Justicia de Trabajo, con la clara intensión de impedir la entrada en escena del movimiento de los trabajadores.

No podemos aceptar que eso se consume, naturalizar que conseguirán cumplir el guión marcado. Precisamos asegurar que los jóvenes que ocupan las escuelas en todo el país no queden aislados. Precisamos, el día 11 de noviembre, construir una jornada nacional de luchas. Luchas con todas nuestras fuerzas democráticas y populares potenciando la experiencia que acumulamos en la construcción del Frente Brasil Popular, posibilitando su enraizamiento como espacio que reciba a todos los que están dispuestos a luchar contra el golpe.

Ricardo Gebrim, es miembro de la dirección nacional de Consulta Popular, organización que integra el Frente Brasil Popular.