Miguel Ángel Del Pozo
Son tiempos de cambios profundos en nuestra Región latinoamericana y caribeña cuales comenzaron, en su primera fase, en los amaneceres de nuestro presente siglo XXI. En ese orden, actualmente, nos estamos adentrando en lo que nos consideramos como la segunda fase de esos aspirados como históricos cambios estructurales tanto en lo nacional como en el marco de lo regional cuando aquel proceso revolucionario que se concluyó con la realidad independestista ha alcanzado su aspirado cenit moderno para comenzar a entrar en ese otro mundo cual se le ha denominado como post-moderno en el marco de lo conceptual-global-capitalista.
Es demostrable que para que se manifestara aquella realidad eleccionaria de 1998 cuando Hugo Rafael Chávez Frías alcanzara, por la vía del voto popular, el triunfo electoral adverso a los intereses de Washington en el marco de las praxis contenidas en su «Doctrina Monroe», eran obligantes aquellas realidades revolucionarias que se desarrollarían a partir de 1928 en toda América Latina y el Caribe de todos y todas conocidas.
Era inevitable que la conciencia revolucionario-histórica de la sociología americana se expresara en toda su intensidad sobre las bases heredadas coloniales junto a la antropología histórica, autóctona, habitante y consciente del denominado continente americano. Curiosamente, en las actualidades, estamos conociendo y observando esas manifestaciones telúricas en Bolivia, primeramente, y en los movimientos del «pueblo originario» en el territorio norteamericano con tal profundidad e impulso actuales que «…regresaron para quedarse…».
¿Hacia dónde nos estamos dirigiendo con lo ante-expuesto? Hemos precisado que la primera fase del actual proceso político-ideológico conjuntamente con lo económico-financiero comenzaría con el triunfo de Chávez Frías, democráticamente elegido por el voto popular, y las consecuentes triunfos electorales de políticos americanos cuales podríamos definirlos como «políticos de la izquierda-real» en Argentina, Brasil, Ecuador, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Nicaragua junto a gobiernos cuales podríamos calificar de «conciencia intermedia latinoamericana y caribeña» y/o «alienación dependiente a lo norteamericano».
Este proceso etapista permitió la toma de conciencia en las sociedades afectadas, consideradas como invisibilizadas, gracias a las políticas de esos gobiernos de izquierda como, al tiempo, también se produciría una toma de conciencia en los sectores de derechas quienes se reactivaron radicalmente pero adscritos y en el marco de la reingeniería del sistema capitalismo global-estadounidense.
Dos realidades político-ideológicas que se comenzarían a confrontar radicalmente con el transito de Chávez Frías hacia la eternidad. Ello no significa que los procesos de confrontación durante la primera fase revolucionaria no se expresaran profundamente sino que esa expresión sico-política y económica tendría otro tenor ideológico cuando las sociedades afectadas por los diferentes procesos revolucionarios nacionales se mantenían en conciencia permanente y de lucha de clases con los apoyos y decisiones radicales de los diferentes gobiernos nacionales en procesos de cambios profundos aún en el marco de las realidades estructurales del sistema capitalista en su expresión de crisis consecuencial a las realidades económico-financieras y social-políticas capitalistas de finales del siglo XX afectando, gravemente, a los sectores militares adscritos a las políticas imperiales norteamericanas.
Lo expresado más arriba referido a lo no-presencial-terrenal de Chávez Frías ocasionaría una arremetida violenta contra gobiernos de izquierda desde lo político por las derechas no solo americanas sino globales confrontándonos contra la búsqueda y el buscar alcanzar el logro del desplazamiento de las políticas de izquierda desde políticas y políticos de las derechas que se habían venido desarrollando en los escenarios en mención sustentándose esas arremetidas sobre realidades geopolíticas estadounidenses en función de la reingeniería de la «Doctrina Monroe» sobre dos variables novedosas, tangibles e intervencionistas, como son la ayuda humanitaria y la promoción de los derechos civiles aún y considerando que esos derechos naturales, como antropología en globalidad natural, no son cumplidos por el país propiamente promotor de dichas políticas en referencia, es decir, en los EEUU de América.
Lo inmediato anterior nos lleva a inquirirnos sobre sí hemos analizado, en su necesaria profundidad, las actuales circunstancias en la región americana y caribeña, sobre sí las políticas de izquierda han sido controladas y confrontadas sin miramiento alguno por las derechas en función no solo de la necesidad de consolidar el sistema capitalista al cual están adscritas esas derechas en lo tradicional-histórico-americano-monroista dependientes como en los objetivos geoestratégicos de Washington en los desarrollos político-militares que se diseñan desde la Secretaria de Estado, de Defensa y el Pentágono. Es decir, vista las realidades actuales en Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Colombia, México y países centroamericanos, es evidente y demostrable que esos avances de las derechas y sus políticas radicalmente de derechas dieciochesca han avanzado inevitablemente a consecuencia de debilidades objetivas mostradas en sus praxis por los procesos político-ideológicos de los gobiernos revolucionarios en mención más arriba. Ello significa el alcance de alianzas reales con las derechas estadounidenses en función de su adscripción a la actual reingeniería del sistema capitalista global.
Es decir, América Latina y el Caribe han entrado en una segunda etapa de políticas de izquierda que se vienen expresando, nacionalmente, en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Venezuela. En esta segunda etapa sería de importancia considerar los avances y retrocesos ante las presiones internacionales del capitalismo en crisis y reestructuración profunda fundamentalmente estadounidense en sus nuevas políticas imperial-imperialista en su fase de «fase superior del imperialismo-militar-militarista-político».
En ese marco de referencia de importancia es el considerar las propias debilidades actuales ante y frente a las cuales se confronta el «poder norteamericano» en la globalidad mundial geopolítica. Es de fácil demostración que Washington ante los avances estructurales de los gobiernos de Moscú y Beijing, Washington, se ha visto en la imperiosa necesidad de «tomar decisiones geopolíticas-y-geo-estratégicas» e imponerlas a «sus socios y aliados» en el marco de la «nueva política Obama» (JVR dixit).
En esa línea era evidente que las realidades político-revolucionarias que se expresaban en el denominado por los EEUU de América como «su patio trasero» eran adversas y contrarias a sus intereses imperiales post-modernista por lo cual debía, Washington, realizar cambios radicales en sus políticas hacia América Latina y el Caribe inmediatamente posterior a la «reunión de Presidentes revolucionarios con George Bush» para poder «dar el golpe en la mesa» en los tiempos históricos americanos cuando el Presidente estadounidense, Barack Obama, anunciara en Panamá su interesada política de estado con el anuncio del acercamiento del gobierno estadounidense hacia el gobierno de La Habana.
Era evidente que las desapariciones físicas de los líderes de Argentina y Venezuela, la nueva realidad político-electoral en Brasil, las debilidades en Argentina, le permitirían a Washington, al Pentágono y al Presidente Barack Obama, en el marco de su «nueva política Obama» (JVR dxit), tomar decisiones de alta política para poder alcanzar esos evidentes y demostrables avances buscados contra-revolucionarios de «suavidades ideológicas aparentes».
Independiente de cualquier especulación que pongamos sobre la mesa de análisis sico-político e ideológico, las realidades nos confrontan con nuestras propias debilidades revolucionarias actuales lo cual no significa que las debilidades mostradas por gobiernos revolucionarios se hayan trasladado a las consciencia de las comunidades revolucionarias.
Es decir, por los resultados electorales y ciertos movimientos sociales, esas comunidades revolucionarias se confrontan frontalmente con las clases medias y altas y clases medias-bajas alienadas en lo realmente conocido como la «lucha de clases».
Pero esa realidad sociológica-e-ideológica actual no significa que se expresen debilidades en la confrontación de clases sino se expresan en importantes cambios sico-social-e-ideológicos en las clases revolucionarias que deben ser bien interpretados, esos cambios, de los comportamientos, actitudes y decisiones propiamente de esos conjuntos sociales revolucionarios por los gobiernos continentales no solo por aquellos gobiernos revolucionarios sino también por esos triunfalistas gobiernos de derechas latinoamericanos y caribeños en función de la búsqueda del triunfo socio-político e ideológico según los intereses de cada clase social referida.
Es de anteojito que la confrontación es real y radical aún cuando la «tesis del amor» se repita y se la reitere. Es de considerar que las actuales realidades y comportamientos de las derechas latinoamericanas y caribeñas son y se expresan como conjuntos políticos amorales con lo cual los escenarios que se expresaron en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, entre otras realidades socio-ideológicas y miliares, serán sencillamente el «espejo» al cual mirarse de los procesos en desarrollo contra-revolucionarios sí esas derechas logran sus objetivos políticos de desplazar al proceso revolucionario para así poder alcanzar plenamente los poderes fácticos de los estados latinoamericanos y caribeños.
Para ello la conjunción de las políticas en desarrollo de las derechas latinoamericanas y caribeñas y las políticas y objetivos implantados por Washington en la región americana van logrando sus objetivos geopolíticos globales de interés plenamente norteamericanos cuando logran imponer sus políticas golpistas en Mercosur, con el desconocimiento de la UNASUR y la Celac, con los desarrollos de los avances políticos en el seno de la Organización de Estados Americanos, OEA, y con los avances de comprometer a los gobiernos latinoamericanos y caribeños de derechas al imponer en casi todo el continente americano sus políticas guerreristas norteamericana hacia la Región de Asia y el Pacífico en contra de los avances geopolíticos y geo-estratégicos de la República Popular China y de la Federación Rusia como y cuando se expresan tanto en los avatares referentes en el Mar del Sur de China como en las realidades geo-históricas en el Mar Oriental de China conjuntamente con las importantes conversaciones sostenidas entre los gobiernos de Moscú y Tokio sobre las Kuriles y la consecuente firma de la paz además de dos variables de importancia vital como son los ejercicios militares sino-rusos conjuntos y los desarrollos en los transporte de petróleo y gas desde el Asia Central hasta el golfo de Bohai y Port Arthur. El tema del Ártico lo dejamos en el tintero, por ahora.
En ese orden de ideas, es evidente que los gobiernos revolucionarios tendrán obligatoriamente que radicalizar sus acercamientos políticos, ideológicos, económicos y antropológicos hacia las sociedades conscientes y revolucionarias latinoamericanas y caribeñas con las propuestas políticas y sociales en el marco de lo significativo de políticas atractivas en lo social, en lo económico con una propuesta de «nueva ideología revolucionaria latinoamericana y caribeña».