Manuel E. Yepe
Rebelión

Desde Alianzas para el Progreso hasta Operaciones Cóndor, el imperialismo no ha escatimado recursos para evitar que el ejemplo cubano de 1959 cunda en la región.

Es difícil señalar una nación grande o pequeña de América Latina y el Caribe, que no haya sufrido en el último medio siglo alguna invasión, ocupación, golpe de Estado o fraude político para corregirle el rumbo a cualquier movimiento popular interno contrario al hegemonismo estadounidense u orientado a exigir el ejercicio de su soberanía nacional.

Los triunfos en eventos electorales de líderes progresistas partidarios de la unidad de la región y de su autodeterminación como naciones libres que ha tenido lugar en el pasado reciente parecían haber creado las condiciones para extender esa tendencia y estimular la posibilidad de éxito de candidatos presidenciales con similares ideales libertarios y avanzados proyectos políticos en otras naciones.

Esa nueva realidad en América Latina y el Caribe de la llegada simultánea al poder de varios gobernantes populares que no eran impuestos, apoyados o necesitaban el visto bueno del gobierno de Estados Unidos, no tenía antecedentes en la región.

Sin embargo, en los golpes con camuflaje parlamentario llevados a cabo en Paraguay y Brasil, el protagonismo imperialista no ha sido tan evidente. Solo se pudieron identificar como operaciones de Washington cuando recién se conoció el papel que jugó en estas fechorías la diplomática Lilian Ayalde quien prestaba servicios en las embajadas estadounidenses en Paraguay y Brasil, conectada siempre con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), organización pantalla de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cuando se llevaron a cabo las defenestraciones de Fernando Lugo y Dilma Rousseff, respectivamente.

Una informe del periodista argentino Héctor Bernardo publicado por el diario argentino CONTEXTO el 9 de septiembre en curso dice que Ayalde no sólo fue una importante funcionaria de la USAID, entidad estrechamente vinculada la Agencia Central de Inteligencia (CIA), sino que, además, fue la embajadora norteamericana en Paraguay durante el golpe parlamentario contra el presidente Fernando Lugo, y luego se trasladó a Brasil, para ser la embajadora de Estados Unidos durante el golpe (también parlamentario) contra Dilma Rousseff.

“Los dos golpes de Estado tuvieron el mismo modus operandi: la traición del vicepresidente que, con mayoría parlamentaria de su lado, impulsa un proceso destituyente contra el mandatario electo democráticamente y logra quedarse con el poder.

“En los dos golpes tuvo un rol vital la Embajada de Estados Unidos, haciendo lobby para aglutinar a toda la oposición en contra de los presidentes que –en los dos casos- no habían cometido ningún delito. “Los dos fueron articulados, desde el sillón de la Embajada, por la misma persona: Ayalde. El vínculo de los golpistas con la Embajada se hizo evidente en cables confidenciales revelados por WikiLeaks. “En el caso paraguayo, los cables firmados por Ayalde dan cuenta de que el Gobierno norteamericano conocía a la perfección las reuniones entre parlamentarios y militares que planeaban destituir al presidente Lugo.

“En aquella ocasión, Ayalde se retiró de la Embajada poco antes de que el golpe se consumase y, luego de pasar un tiempo en funciones en la USAID, se transformó en la representante de Estados Unidos en Brasil”. En el caso de Brasil, los cables revelaron la relación que los diplomáticos norteamericanos tenían con el golpista Temer. El hombre que la presidenta Dilma Rousseff definió como “el jefe de los conspiradores” se reunía periódicamente con los representantes de la Embajada de Estados Unidos y les brindaba información que él mismo calificaba como “sensible” y “sólo para uso oficial”.

El cable difundido por Wikileaks, que habría sido emitido en 2005, fue enviado desde Sao Paolo al Comando Sur (con sede en Miami) y señala: “El diputado Federal Michel Temer, presidente nacional del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), cree que la desilusión pública con el presidente Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) proporciona una oportunidad para que el PMDB presente su propio candidato a las elecciones presidenciales de 2006”.

La comunicación revelada también aseguraba que, preguntado sobre el programa de su partido, Temer indicó que “el PMDB apoya políticas que favorecen el crecimiento económico, no tiene ninguna objeción al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y preferiría ver al Mercosur fortalecerse con el fin de negociar con el ALCA como bloque, pero la tendencia parece ser la contraria”.