Alexis Correia
elestimulo.com

 

Es psicólogo y cuenta que, durante más de 30 años se dedicó a la atención de niños con necesidades especiales. Gonzalo Gómez, dirigente de Marea Socialista y uno de los máximos responsables del portal Aporrea, es un izquierdista de vieja guardia, de esos que sostienen, probablemente con ingenuidad, que lo que hay que aplicar en Venezuela es un “mejor socialismo” y que fenómenos como el bachaqueo responden a una crisis moral, no a las leyes puras y duras del mercado. Se defiende con el argumento, ciertamente irrefutable por los climatólogos, de que el planeta no aguantará 200 años más de capitalismo.

D e manera semejante al líder del partido español Podemos, Pablo Iglesias, Gonzalo Gómez usa la palabra “casta” para referirse tanto al chavismo desviado en el poder como a la dirigencia de la MUD. Afecto a respuestas muy largas y razonadas, más que a pastillas de 140 caracteres, pide a sus entrevistadores que no se le saquen frases con pinzas para construir titulares llamativos, aunque la tentación es demasiado grande con su posición acerca del referéndum revocatorio.

—¿La mayoría de los lectores de Aporrea son opositores que fantasean con una implosión del chavismo y sus contradicciones?

—Eso lo que refleja es que ellos también tienen contradicciones internas. Y afortunadamente. Lo peor que hay es el monolitismo y el pensamiento único. Además eso es bueno para Aporrea. Me parece muy bien que haya gente que tenga otras ubicaciones y que lea Aporrea. Es un resultado de lo que la gente hace con Aporrea. No pedimos ningún carnet o prueba diagnóstica para saber si una persona tiene una concepción de derecha o no la tiene. Surgimos como expresión de un movimiento popular para defender al gobierno de Chávez frente al golpe de Estado de 2002: la Asamblea Popular Revolucionaria. Esa misma noche del 11-A comenzamos a trabajar en lo que iba a ser una página para una resistencia comunicacional y mediática a la dictadura de Carmona. Después nos planteamos ponerla al servicio de las transformaciones que había que hacer en Venezuela para que no volviera a suceder lo ocurrido.

—¿El chavismo de a pie lee Aporrea?

—Algunos compañeros da la asamblea nos decían: Internet no sube cerro. Se demostró que Internet no solo sube cerros, sino que también los baja. Me ha tocado ver fotocopiadoras en Caricuao sacando un folleto lleno de artículos de Aporrea para discutirlos en las comunidades. O apareciendo en las carteleras en las empresas. Hay algún sector del chavismo que siente la crítica como una agresión y que es muy reactivo frente a Aporrea. Me sorprende, porque he compartido con él hace algunos años, cuando yo estaba en el equipo político regional del PSUV, pero Jesús Faría (ministro de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras) dijo que ya no leía Aporrea. Muy malo para un ministro no leer Aporrea, porque es expresión de la diversidad de enfoques, de la variedad de criterios que hay dentro del chavismo. Ahí se puede enterar de las críticas, las observaciones, las propuestas. Si no lee, o no manda a leer Aporrea, está fallando como ministro. Le hago la recomendación. Además, no es verdad que no la leyera hace cuatro años, porque él tenía artículos publicados hasta hace dos años, aproximadamente. Que se acuerde.

Ahí escribe mucha gente. No es una página para reproducir la propaganda gubernamental. Se debe a los movimientos populares. No somos clientelares. No somos cooptados. Tenemos pensamiento libre y autónomo. Ahí se escriben cosas hasta en contra de Aporrea. Y de Marea Socialista peor. Algunos de los fundadores de Aporrea somos de Marea, pero hay gente con otras visiones. Aporrea es una cosa, Marea es otra. Claro, Marea tiene un espacio, es obvio. Es una de las expresiones del chavismo crítico.

—¿Por qué ni el chavismo crítico ni los opositores críticos de la MUD terminan de expresarse electoralmente?

—Son procesos históricos que tienen su tiempo. Aunque a nosotros nos parezca que la gente en 1992 encontró a su líder en Chávez, eso tardó su tiempo en configurarse y concretarse. No es fundamentalmente un problema de liderazgo, aunque el tema del liderazgo es muy importante en nuestro país, y con la experiencia de Chávez lo sigue siendo. Es una ventaja contar con liderazgos, pero también puede ser el problema, si no se desarrolla abajo un conjunto de cuadros, de dirigentes comprometidos con la organización y formación del pueblo. Esta nueva situación requiere unos tiempos de maduración que a lo mejor no coinciden con los tiempos de resolución práctica de las situaciones.

Por ejemplo, que venga un proceso electoral, no esté consolidada una alternativa distinta y caigamos otra vez en ese ping pong entre un polo y el otro. El voto puede ser utilitario, prestado, momentáneo, para conseguir un efecto. Eso ha pasado aquí y la oposición no lo entendió. Creyó que el chavismo estaba liquidado. Y ojo, cuando hablo de chavismo no hablo de gobierno ni de dirigencia del PSUV, estoy hablando del chavismo como fenómeno social y político, como orientación vinculada con claves de soberanía, participación popular, distribución del ingreso, beneficios sociales y otras cosas positivas y también negativas.

Hay una masa social flotante que está muy confundida y que está terminando de ubicarse. Ya no podemos hablar del polo de la revolución y el de la contrarrevolución. O el polo de la izquierda y el de la derecha. Si lo vemos desde el punto de vista social, hay un solo polo. El del capitalismo, constituido hoy por la burocracia y por los sectores capitalistas tradicionales. Y el polo del pueblo, aunque no se identifique a sí mismo. La supuesta izquierda de hoy está aplicando las políticas de la derecha de siempre. Y hay sectores de la derecha que a veces desbordan al gobierno por la izquierda, porque el gobierno se ha vuelto tan conservador que a veces desde la supuesta derecha proponen cosas que pueden ser hasta más progresivas.

—Un columnista de Aporrea, Oscar Heck, planteaba hace días la posibilidad de un golpe de Estado militar, chavista y revolucionario, ante el hecho casi inevitable de que la MUD ganará las próximas elecciones. ¿Qué pasa en la izquierda cuando la democracia se convierte en un problema?

—Los logros revolucionarios no se perderían porque haya elecciones. Si las elecciones voltean la situación, es porque ya los logros revolucionarios se vinieron perdiendo antes. O sea que el problema no son las elecciones. Lo que tenías es que tener una política para no perder las elecciones. Pero si tienes una política que descarga el peso de la crisis sobre el pueblo, donde dices que es guerra económica, pero no tomas en cuenta que hay corrupción y no corriges… cosechas los resultados. Nadie puede venir a decir que él va a decidir. “Como el pueblo se va a equivocar decidimos los militares, o los altos funcionarios”. Lo principal es ubicarse primero en la Constitución. Las elecciones son un derecho del pueblo. Y también una obligación, porque la Constitución establece que debe haberlas, y tiene lapsos y períodos. La propia oposición se olvida de eso. ¿Tú has visto a la oposición pataleando por las elecciones de gobernadores y de alcaldes? ¿Ah, y por qué será? Es una pregunta que uno se puede hacer.

Nosotros estamos de acuerdo con que se hagan todas las elecciones que haya que hacer, de acuerdo como lo establece la Constitución. Y estamos de acuerdo con que se respete el derecho a un referéndum revocatorio.

—La pregunta del momento. Olvídese por un momento de todo lo que representa para usted la MUD. ¿Ir o no ir en condiciones desventajosas a la recolección del 20%?

—Maduro merece ser revocado. Por las políticas que viene desarrollando y por lo que está haciendo con el proceso revolucionario. Él y el conjunto del sistema alrededor de él. Esa burocratización, esa corrupción bolivariana y esa desviación. Merece ser revocado por el propio pueblo chavista. El gran problema es que no se ha configurado todavía la nueva referencia de recuperación y relanzamiento del proceso revolucionario, rescatando las claves originales, pero superando y enmendando errores y vicios.

En la práctica, de hacerse el referendo, y de ser revocado Maduro, y luego ir a un proceso de elecciones —suponiendo que fuera este año, que se dice que eso ya no puede ser— hay muchas probabilidades de que gane la oposición. Y sabemos que eso sería igual o peor, aún cuando pudiera provocar alguna sacudida. Nosotros hemos dicho que hay que respetar el derecho al revocatorio, como parte de la Constitución que impulsó el proceso y el chavismo. Si el resultado no es el mejor, no le echemos la culpa al revocatorio, ni a la Constitución, ni a la democracia. Tenemos que buscar esa culpa en otra parte. Pero por eso no nos hemos lanzado ni a la recolección de firmas, ni podemos decir hoy en día que firmaríamos para revocar a Nicolás Maduro. Pero eso no está sellado. Depende de qué pase con el pueblo. Hay mucha incertidumbre. Evaluaremos y tomaremos posiciones.

Nosotros no queremos revocar a Nicolás Maduro para que venga la oposición. Quisiéramos revocar a Maduro para recuperar el proceso revolucionario con sus principales valores, las grandes virtudes que tuvo. Hay que construir la nueva fuerza social capaz de hacer eso, y a eso estamos llamando. Ahí entran sectores que incluso que se le voltearon a Chávez en el camino. Recuerda que aquí buena parte de los sectores de clase media profesional apoyaban al proceso. No nos vamos a poner tajantes con esas líneas divisorias artificiales. Si es el seno del pueblo, de la gente, si no es en el seno de las cúpulas, creemos que hay mucho espacio. Por cierto, estamos a favor del multidiálogo. Diverso, plural, amplio. No de que la MUD y el PSUV decidan todo.

—El libre mercado obviamente no arregla todo, pero en Venezuela los controles ha causado un desastre. ¿No cree que ha habido cierto desprecio hacia las leyes de la economía en la izquierda?

—En primer lugar, desde la izquierda es desde donde se le ha dado más importancia a la economía, empecemos por los estudios de Marx sobre el capital. Ahora, ha habido distintas visiones desde lo que se ha entendido como izquierda. Por ejemplo, no es lo mismo el control estatal burocrático, sin participación del pueblo, que el ejercicio de una moderación sobre variables económicas para que no sea todo fruto de las llamadas fuerzas del mercado, que en realidad está sujeto a los grandes poderes económicos. No es lo mismo el ejercicio de un control donde hay participación de la población, de los sectores sociales, de los movimientos, de los niveles científicos, profesionales, culturales, que concurren en tratar de estructurar una forma de conducir el país. Eso no es lo mismo a que una cúpula burocrática tome las decisiones por su cuenta y que se las imponga al resto. Ese no es el modelo que estamos promoviendo.

El control de cambio fue indudablemente necesario durante un período de tiempo para enfrentar la fuga de capitales. Llegó un momento en que ese control de cambio fue fisurado y no sirvió el mecanismo. ¿Es el control de cambios el que genera la corrupción o es la corrupción la que genera las fallas en el control de cambios? No nos acostumbremos a que desde el gobierno digan: “Nosotros no mostramos las estadísticas porque es un asunto de seguridad de Estado”. El problema está en cómo hacemos para que no cedamos ese espacio como ciudadanos. Porque al final nos terminan involucrando en un sistema pervertido y mafioso, que tiene sus altos niveles pero también gente abajo en el bachaqueo.

 

—Diga un momento de la historia en el que haya funcionado el socialismo como sistema económico.

—Cuando haces esa pregunta generalmente es para decirle a uno: “Lo que funciona es el capitalismo y el socialismo nunca ha funcionado”. No, el capitalismo parece que tampoco funciona. O funciona para algunos. En algunos países, pareciera que hay cierto bienestar y logros. Generalmente tienen dominio trasnacional, semicolonial o directamente colonial sobre otras naciones. Gozan de un excedente que utilizan para mantener bien a su propia población, pero a costa del resto del mundo. O a costa de la depredación de la naturaleza y de la aniquilación del planeta. Si todos sabemos cómo está el problema climático, entonces sabemos que este modelo no da para mucho más. Nos está llevando a la autodestrucción. El hecho de que estés viviendo cómodamente por un tiempo no significa que no vas al despeñadero. Después, los pueblos luchan. Para mejorar sus condiciones de vida, para quitarse de encima la opresión, para tener mayor posibilidad de desenvolverse. Esas luchas dan lugar, en momentos históricos, a procesos revolucionarios.

—O sea, el socialismo es más un devenir que un ser.

—Pudiera ser. Porque los procesos pueden llegar o no llegar a donde tienen que ir. Reivindico todos los procesos revolucionarios principales que ha habido en la historia de la humanidad. Como hecho histórico. Y que han llevado a derribar gobiernos opresores, conseguir mejoras sociales, tener algunos avances importantísimos, al menos relativos, en algunos períodos de esos procesos revolucionarios. Pero tenemos un problema: han terminado o burocratizándose, usurpando una casta social el poder al pueblo. O han terminado siendo infiltrados e inoculados por el capitalismo y el capitalismo brota de nuevo, surge y se replantea. Nosotros no reivindicamos lo que identificamos como estalinismo. Una cosa es reivindicar la revolución rusa y otra reivindicar la existencia de castas burocráticas con regímenes de partido único, con políticas autoritarias, represivas.

No me vengan a decir que una empresa estatizada, manejada por un puñado de burócratas, donde liquidan incluso al control obrero, tiene algo que ver con la transición al socialismo. No, es una degeneración, otra expresión del capitalismo. Está por hacer. Lo que sabemos es que tenemos que cambiar el sistema capitalista.

—¿Cuántas visitas tiene Aporrea?

—Tiene su flujo y reflujo durante el año. Depende también del calor de la situación política. Un día bajo puede ser de 50.000 visitas. Uno alto, en más de 150.000, con algunos picos especiales en que hemos llegado a 400.000 visitas en un solo día. Una barbaridad, hasta se nos ha caído la página. Acumulamos entre 1,5 y 2,5 millones de visitas mensuales. Es la octava novena o décima página entre los medios digitales venezolanos. Ahora, tienes que tomar en cuenta una cosa. No tenemos detrás televisoras, periódicos, empresas, industrias, bancos, cadenas radiales, aun cuando tengamos conexión con los medios comunitarios alternativos. Estamos hablando de gente que funciona desde sus casas y de sus centros de trabajo. Hay gente que pregunta: ¿dónde está el edificio de Aporrea? No funcionamos con infraestructuras. Podemos funcionar donde sea.

Y nuestro esquema es también ese: cuando sea, donde sea, como sea y como quieras. Ahí estamos, compitiendo contra dos cercos mediáticos. Un cerco privado, ligado a los intereses capitalistas. Pero no quiero ser absoluto: siempre hay intermedios, matices, gente que se sale de la línea. No los tengo clasificados a todos. Pero gran parte de los medios de Venezuela son privados, vinculados con empresas y con intereses económicos y políticos.

Y tenemos un cerco corporativo estatal, e incluso uno paraestatal, porque hay gente del proceso revolucionario, entre comillas, que en vez de construir el sistema de comunicaciones del poder popular, de las comunas, de los movimientos, de los trabajadores, de los campesinos, se ha dedicado a construir hegemonía comunicacional privada. A participar, meterse o estar conectado con la compra de periódicos, emisoras, para tener supuestamente medios de comunicación del proceso o que no sean de la oposición. Y resulta que es un proyecto particular, privado, de poder burocrático. Eso no es comunicación del poder popular, del pueblo. No es lo que nosotros buscamos. Antes decíamos: Aporrea rompiendo el cerco mediático. Hoy lo ponemos en plural. Si es crítico, cuestionador, con denuncia, planteando que las cosas deben ser de otra manera, no hay cabida en los medios del Estado. Eso es contrario al proyecto revolucionario. Eso no ocurría con Chávez.
– Gonzalo Gómez sacado con pinzas –
Un diagnóstico para Venezuela

“Hay descontento, malestar, algo de desesperanza y de desmoralización. La situación económica está golpeando mucho a las familias, les está restando tiempo para sus asuntos particulares y de organización popular”.

La vigencia del eslogan de “No Volverán”

“Ya han vuelto. Pero han vuelto desde adentro del mismo gobierno. Con gente que procede de la oposición política, o de los grupos económicos, o de nuevos sectores capitalistas que se han alimentado con el gobierno. La corrupción es contrarrevolucionaria. Aunque se manche el concepto de socialismo y después la gente diga: ‘¡Ah, bueno, eso es el socialismo! ¡Estatismo, destrucción de las empresas, corrupción, ineficiencia!’. No. Eso es lo que se ha creado como fruto de la congelación del proyecto revolucionario. Lo que tenemos hoy es el fracaso del capitalismo en una de sus expresiones”.

La Asamblea Nacional

“No ves a la oposición haciendo campaña contra el Arco Minero. Emitieron una postura de rechazo, pero no han movido un dedo. No los ves peleando por mejorar las condiciones económicas de la gente. No ves una acción concreta, por ejemplo, para que se haga una auditoría pública y ciudadana de los capitales fugados. No hablo de los opositores, ciudadanos normales y corrientes, estoy hablando de las cúpulas. El gobierno actual aplica el paquete de la MUD y ellos recogen el fruto”.

Los CLAP

“Es un pequeñísimo consuelo, sobre todo si se empieza a utilizarlo como un mecanismo de domesticación y condicionamiento clientelar. No puede ser que si estás caliente con las políticas del gobierno, o seas opositor y caceroleaste, entonces cuidado porque no te vamos a dar lo del CLAP. Y eso yo lo he visto. ¡Y así no es!”.

La idealización de Chávez

“Estamos hablando de una inspiración, de una orientación, no de un Dios. A lo mejor su hiperliderazgo era más fuerte que él mismo, porque se convirtió en una devoción que surgió en el pueblo. Hicimos críticas a Chávez, y Chávez se molestó, pero algunos se molestaron más que Chávez. Porque Chávez respetó los espacios de crítica. Roncaba, protestaba, decía: ‘¿Ustedes critican? Yo también, y hablo duro’. Pero podías seguir hablando”.