La Historia es una realidad general de la cultura de toda sociedad humana, y por tanto, fundamenta la estructura y el funcionamiento de todas las ciencias. Falsear la historia, es falsificar la vida social de los pueblos, desde donde indeclinablemente parte toda concepción del mundo, es decir, la filosofía.
Cuando el desarrollo de las fuerzas productivas introdujo una crisis en el seno de la Comunidad Primitiva, comenzó la transición esclavista. La clase esclava no logró sobreponerse nunca a la cultura generada por las relaciones de producción del ser social esclavizado. De esa realidad surgen los señores feudales, una nueva clase, que al final de un millón de años, derrota a los esclavistas, y a su esclavismo.
Los siervos de la gleba no logran acumular fuerzas para enfrentarse con posibilidades de victoria a los señores feudales que edificaron la transición al feudalismo; del seno de aquella realidad emerge a finales del siglo XIII, la burguesía, una nueva clase, que triunfa finalmente sobre los dueños de los feudos y de las glebas, en las postrimerías del siglo XVIII.
La burguesía construye su transición hacia el capitalismo, y consolida su historia, su filosofía, y su cultura para someter por medio del poder del capital industrial y financiero, a la clase obrera.
El idealismo politeísta es el principio ideológico del esclavismo; mientras que del idealismo monoteísta se origina la ideología del feudalismo; la ideología capitalista se basa inicialmente en el idealismo ateo, con algunos visos materialistas que subyacen en la Enciclopedia ilustrada, especialmente en Diderot y Holbach; después el capitalismo adopta la ideología del idealismo cristiano, católico, y protestante, en su fase imperialista.
Casi 400 años de pervivencia del modo de producción capitalista, parecen demasiada historia filistea, pero en realidad son pocos, si tomamos en cuenta el grado elevadísimo de penetración filososociopolíticoantropoidealista del hinduísmo, budismo, islam, judaísmo y cristianismo católico, y protestante, en la clase obrera y trabajadora, único sujeto histórico, facultado para derrotar a su enemigo, la burguesía.
Esa lucha por construir la transición socialista, se da en dos planos: el económico, germen de la vieja historia privada y la nueva historia social; y en el campo de la ideología, en la cual fuimos derrotados lastimosamente en la llamada guerra fría, con la que el imperialismo tumbó a la URSS.
La económica y la ideológica, son las formas de lucha más elevadas y efectivas para derrotar definitivamente al capitalismo; ellas no funcionan separadamente, donde pierden su poderoso impacto, y abren el espacio para innumerables confusiones en la sociedad capitalista o en la de transición hacia el socialismo.
El poder del capitalismo se fundamenta en la propiedad del capital industrial, y sobre todo, del capital financiero, o especulativo, con el que puede comprar al mundo entero con papeles, y arruinar la economía de cualquier país.
400 años siguen siendo pocos, si la clase obrera no impone su ideología: esencializada en el materialismo dialéctico e histórico, filosofía del marxismo-leninismo. En esa lucha ideológica el capitalismo sigue triunfando; en el mundo se han multiplicado las iglesias de todas las religiones, especialmente las protestantes que han venido arrinconando al catolicismo, cuyos centros de oración se van quedando solos.
En la Venezuela de hoy, la ideología capitalista es más protestante, se entiende, más cercana al imperialismo.
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