Horacio Rovito
 

Con respecto a la temática de las privatizaciones, es necesario comenzar por tener en cuenta que desde que se privatizaron los servicios públicos estos quedaron en manos de un reducido grupo de empresas concesionarias, como por ejemplo 4 empresas se apoderaron de la extracción del 66% del petroleo y el 75% del gas, sin ningún tipo de control y manteniendo altísimo niveles de ganancias, mayores que en buena parte del mundo, al mismo tiempo de un contínuo deterioro de la atención a la población, no por el agotamiento de los mencionados hidrocarburos, sino por una baja o casi ninguna inversión. 

Pero la cuestión es mucho más grave, porque durante «la década ganada» recibieron en subsidios nada menos que 20 mil millones de pesos (hay quienes estiman una cifra mayor), que salieron de los bolsillos de todos nosotros.

Previamente a este negociado, los cipayos y genocidas de la dictadura cívico militar, como luego el peronismo menemista, provocaron directamente un constante deterioro de las empresas del estado, a fin de justificar sus privarizaciones.

Al mismo tiempo, los grandes medios de difusión, mejor dicho las grandes empresas de desinformación, acompañaron estos planes con toda una campaña de desprestigio contra la gestión estatal. Solo basta con citar una frase típica que usaron mucho: «achicar el Estado es agrandar la Nacion».

Estas empresas no fueron nunca efectivamente recuperadas por posteriores gobiernos, puesto que hubo una falsa nacionalización de YPF, que significó simplemente un pase de manos a otro grupo económico, como Chevrón.

Para colmo increiblemente se indemnizó a la vaciadora Repsol, con una cifra cercana a los 10 mil millones de dólares, mientras se le negaban aumentos a los trabajadores y a los jubilados o se abandonaba la salud y la educación pública, además de paralizar la obra pública, fuente a la vez de una enorme corrupción. 

Claro que no podía ser de otra forma, porque los Kirchner apoyaron la privatización de YPF, votando la propuesta de Menem y Cavallo y diciendo del primero que era uno de los mejores presidentes de la Argentina.

Se fue acentuando así el dominio de nuestro país por parte de las grandes corporaciones económicas y financieras, profundizando nuestra dependencia de las multinacionales. La concentración económica y la desnacionalizacion son fenómenos que generalmente van de la mano.

Para colmo los organismos de control, como el ENRE o ENARSA, terminan siempre en poder de directivos que responden a las empresas concesionarias. Actualmente al frente de ENARSA fue designado por el presidente Macri, (y sus socios los radicales), el actual siervo de las multinacionales, un directivo de Metrogas. 

Ante esta grave situación, agravada por un ajuste general, con mayor pobreza y marginalidad, se suele decir que todo esto ocurre «por ausencia del Estado», pero en realidad es que existe un estado dominado por dichas corporaciones trasnacionales, que son las que esencialmente manejan los hilos de la economía y de la política.

Lamentablemente todas estas políticas nefastas serán intensificadas por el reciente ingreso de la Argentina a la Alianza del Pacífico, un acuerdo de los grandes pulpos del mundo para una mayor explotación de los pueblos y el saqueo de sus riquezas naturales. 

Los ajustes como la inflación, son métodos habituales de los capitalistas para irse apoderando de una parte cada vez mayor de los ingresos de la clase trabajadora, que siempre son los que pagan las crisis del sistema. Una última encuesta nos dice que 1 de cada 3 niños está hundido en la pobreza, al igual que 1 de cada 4 jubilados, con un aumento de la desocupación. 

Salvo en casos extremos, las invasiones son ahora económicas, apoderándose de lo fundamental de la estructura económica de un país. Como solían decir los ingleses, con su cinismo muy habitual: los países dependiente son colonias que se gobiernan a si mismas. 

La propia deuda externa no solo debe ser considerada en cada país como un problema económico, sino que es una cuestión que hace a su independencia como nación, puesto que por sus condicionamientos los organismos financieros terminan siempre determinando las políticas a seguir por los respectivos gobiernos, por supuesto siempre en contra de los intereses populares.

A tal punto se ha llegado que aún en la actualidad se sigue respetando la ley de privatización de Gas de Estado, denominada «ley del diputrucho», por la persona tramposamente metida a escondidas en la cámara de diputados de la nación, para así obtener el quorum necesario para su aprobación.

En concreto, atravesamos un momento histórico con por un lado, la primacia del capital financiero internacionalizado y por el otro lado, la aún no existencia, no obstante las importantes luchas, desarrolladas aún en forma aislada, de una real alternativa ideológica, política y organizativa, dispuesta y en condiciones de batallar por una sociedad más justa más igualitaria, más solidaria, socialista. Las revoluciones las hacen los pueblos, no un grupo de «iluminados» o «elegidos». La participación y protagonismo de las masa populares, es la única forma de convertir la utopia en realidad.

En consecuencia, no se trata de dar vueltas siempre dentro de una misma jaula, como son las falsas democracias burguesas, engendrando incluso engañosos «progresismos», sino que el gran desafío es la concientización y construcción unitaria, lugar por lugar y a todo nivel, sin sectarismos o hegemonismos divisionistas, de un fuerte poder de los trabajadores y demás sectores sociales en lucha por las mas sentidas reivindicaciones inmediatas y en el camino irrenunciable hacia la definitiva liberacion nacional y social de nuestra patria y la Patria Grande indoamericana.