Alfredo Zaiat

 

El presidente Mauricio Macri está obsesionado con que no asimilen su gobierno a uno que privilegia a los ricos. Enfrenta una fuerte restricción en ese deseo puesto que la mayoría de las medidas económicas ha beneficiado a un sector minoritario de la población. Esta prueba ya no es proporcionada sólo por fuerzas políticas de la oposición o informes económicos críticos de su gestión. Estudios de consultoras internacionales también arriban a la misma conclusión. Como el macrismo se siente más cómodo y le tiene más confianza a reportes de esas agencias puede desilusionarse con el último realizado por la subsidiaria argentina de Kantar Worldpanel. Esta agencia internacional presentó Consumer Insights señalando que el consumo de los hogares disminuyó un 4 por ciento en el primer semestre con respecto al mismo período del año pasado. Pero el dato relevante no es la caída general que todos reconocen, sino que ese informe precisó que los sectores con elevados recursos no bajaron su consumo, sino que lo aumentaron. Mientras que los ubicados en el medio y en lo bajo de la pirámide de ingresos lo redujeron, y mucho más los más desfavorecidos.

“Los hogares no pudieron sostener su nivel de consumo, la frecuencia (de compras) siguió cayendo y el volumen se contrajo debido a que los hogares no tuvieron la capacidad de incrementar el tamaño de sus compras por primera vez desde fines del 2014”, explica Federico Filipponi, director comercial de Kantar Worldpanel. El rubro más afectado es bebidas y a esa tendencia negativa en los últimos meses se han sumado lácteos y cuidado personal. En todos los casos se aceleró la caída de frecuencia de compra afectando a las categorías más prescindibles. Mientras que alimentos, infusiones, congelados y cuidado del hogar lograron mantener su volumen relativamente estable; en la mayoría de los casos desde categorías básicas en detrimento de aquellas prescindibles.

La descripción general acerca de la evolución negativa del consumo coincide con otros informes similares. Pero Kantar Worldpanel avanza en la evaluación realizando una segmentación de los consumidores por nivel de ingresos. Es un dato que permite una comprensión más amplia de la situación para evaluar cómo han impactado las medidas económicas. El saldo de esa investigación no ayuda a Macri para alejar el convencimiento mayoritario de que está liderando un gobierno para ricos. Kantar Worldpanel indica que “el único nivel socioeconómico que pudo sostener su consumo fue el alto+medio –que comprende al 22 por ciento de la población–, el resto realizó ajustes, los cuales fueron mayores a medida que se desciende en la pirámide de ingresos, siendo los hogares de menores recursos los más afectados”.

La desagregación de la evolución del consumo masivo por nivel socioeconómico en el primer semestre del año realizado por Kantar Worldpanel es el siguiente:

– Alto+medio: 1 por ciento.

– Medio bajo: -4 por ciento.

– Bajo superior: -6 por ciento.

– Bajo inferior: -9 por ciento.

Otros informes señalan una caída del consumo más pronunciada de la indicada por esa consultora internacional, advirtiendo que esa tendencia se mantuvo al comienzo del segundo semestre. El Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala presentó su Indicador Mensual de Consumo con una disminución del 5,0 por ciento en julio respecto al mismo mes del año anterior, lo que implica la séptima caída consecutiva. El índice se elabora a partir de un conjunto de variables con elevada correlación con el consumo privado: crédito real al sector privado, ventas de autos nacionales, componentes de la recaudación tributaria, ventas minoristas, entre otros. El acumulado desde diciembre ofrece un dato impactante: caída del 8 por ciento. Siguiendo la estratificación social de consumidores de Kantar Worldpanel, los sectores medios y bajos han registrado una poda aún mayor (del 12 al 16 por ciento) en sus niveles de consumo con el índice del ITE de la Fundación Germán Abdala.

En esa misma línea analítica, el informe de Cifra-CTA explica que los distintos indicadores de consumo no sólo presentan una tendencia negativa desde fines del año pasado, sino que además se ha profundizado a lo largo de los meses. El motivo principal señalado por los investigadores de ese centro de estudios es la contracción de los salarios reales que afectaron sensiblemente los niveles de consumo de la población.

Expectativas

El Gobierno de las expectativas no está logrando el objetivo de mejorarlas ni en el ánimo de consumidores ni en la confianza de comerciantes e industriales. Los indicadores de consumo continúan en sendero negativo, la información de caída de facturación y cierre de locales es cada vez más intensa y los índices de producción industrial en el semestre registra retrocesos en casi todos los rubros. Con una economía que ha ingresado en un círculo vicioso de deterioro y alcanzada por todas las trampas que entrega un ajuste ortodoxo, la principal herramienta de política económica del gobierno es intervenir en la formación de expectativas con declaraciones insólitas.

El presidente Mauricio Macri afirma que la economía está arrancando. El ministro de Finanzas y Deshacienda, Alfonso Prat Gay, informa que la tasa de inflación se está desacelerando. El ministro de Producción, Francisco Cabrera, anuncia nuevas inversiones. El Jefe de Gabinete de ministros, Marcos Peña, asegura que lo peor ya pasó. Estos deseos del oficialismo están colisionando con las cifras de indicadores económicos y sociales que se han empecinado en castigar la fe macrista. El gobierno apunta igualmente a generar expectativas positivas para que los agentes económicos que hoy están padeciendo el ajuste se convenzan de que las perspectivas son favorables, aunque no haya ninguna señal en ese sentido.

El manejo de las expectativas de una sociedad constituye un factor relevante para la aceptación de determinada política económica. El macrismo pone mucho énfasis en intervenir en la orientación de las expectativas hacia un estado de ánimo positivo y en sostener la credibilidad de la política económica. La debilidad de ese enfoque es que minimiza la dinámica social de las relaciones de poder desigual que existen en una sociedad. Presenta como receta mágica que un simple anuncio de que se reducirá la expansión monetaria o el gasto público se traducirá en el descenso de la inflación. La legión de economistas que ha desembarcado en diferentes áreas del gobierno es apasionada de lo que se conoce a nivel académico como “expectativas racionales”. Argumentan que cuando los agentes económicos comprueban que se cumplen esas y otras promesas del dogma ortodoxo reaccionarán positivamente.

Pese al esmero diario que ponen los funcionarios, esa estrategia no está mostrando resultados alentadores. No carecen del respaldo de grandes medios, del establisment y de analistas de vertientes conservadoras diversas. En reportajes, tuits o informes a sus clientes, el núcleo de economistas de la Alianza de Fernando de la Rúa está tan alegre con el gobierno de Macri que da la impresión de que están viviendo una especie de revancha de su propio fracaso en la gestión. Expresan por diferentes vías de comunicación un asombroso entusiasmo con la fase recesiva de la economía, como si estuvieran reviviendo su propia experiencia creyendo que ahora podrán tener éxito. Hasta imaginan “brotes verdes” en la economía, descripción para afirmar que existen señales de recuperación del nivel de actividad. Están haciendo su aporte a la estrategia oficial de moldear las expectativas económicas en la sociedad.

Pese al apoyo de la banca internacional y del elenco estable de economistas del establishment, el mundo empresario no invierte en la magnitud esperada ni los consumidores gastan para impulsar la actividad del mercado interno. La inversión no aparece en los montos requeridos para iniciar un ciclo de reactivación y el consumo no tracciona porque el ingreso disponible de la población ha sido muy castigado. Este panorama exige al departamento de propaganda y realidad virtual del gobierno un poco más de esfuerzo para seguir alimentando expectativas de mejoras de la situación económica. Pero para cambiar el ánimo social y alterar la idea de que es un gobierno para ricos no alcanza con medios de comunicación oficialistas y un activo ejército de trolls navegando en las redes sociales.

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