Rubén Ramos
Antes de la llamada “primera vuelta” de la farsa electorera en Perú escribí dos artículos puntualizando lo que significaban estos dos extranjeros en la política peruana y para la identidad de los habitantes de este país andino. Pues se trataba de una japonesa y de un estadounidense.
Ahora lo hago para referirme a esos “sesudos” analistas que, a fuerza de decir necedades para engordar la ignorancia de lectores y de oyentes políticamente analfabetos, insisten en querer entender la realidad desde sus zapatos.
Absolutamente ignorantes de lo que la realidad y la historia advierten, andan irremediablemente perdidos frente a la velocidad con que éstas han cambiado en los últimos tiempos.
Seguir pensando en elecciones y que es “el voto” lo que decide qué fantoche ocupará el gobierno en Perú (o en cualquier otro lado) es seguir viviendo a espaldas del ordenamiento institucional mundial que, tras la primera y segunda guerra mundial, tuvo sus últimos reacomodos. A estos sobrevendrían luego los de la post guerra fría, o del “fin de la historia”, o del neoliberalismo.
Lo que importa decir es que desde 1945 la institucionalidad del nuevo orden mundial que se estructura al interior de la ONU maneja también las elecciones y las instituciones que se encargan de administrar no sólo el poder electoral, sino también todos los demás poderes de la ficción llamada “Estado”.
Dependerá de esta institucionalidad y de las que maneja el gobierno de Estados Unidos y su Congreso (como la CIA, USAID, el Instituto Internacional Republicano-IRI-, el Internacional Demócrata-NDI), y de las ONG que medran de sus financiamientos (como la Fundación Nacional para la Democracia-NED, Freedom House, o el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral-IDEA-, o la red Internacional Transparencia), que quién haya sido digitado por el poder mundial, salga elegido.
Este poder mundial tiene, desde hace rato, “nuevos agentes” que se suman, y hasta contraponen, al tradicional que conocimos durante la bipolaridad (EEUU-URSS) y una vez impuesto el neoliberalismo. Son los “agentes no estatales de la no polaridad” a los que se refiere nada menos que Richard Haass (presidente del Consejo de Relaciones Exteriores-CFR- la institución rectora del poder mundial nacida tras la primera guerra allá por 1919).
Entre estos “nuevos actores políticos supranacionales” se cuentan: “los exportadores de energía, las redes terroristas, los paramilitares, los cárteles de la droga, los partidos políticos, las diversas organizaciones no gubernamentales, así como 500 de las empresas más grandes del mundo”. Agregaría yo: los dueños de la banca mundial, los mil millonarios como Donald Trumph, George Soros, Bill Gates, Carlos Slim, Mark Zuckerberg y otros, el sionismo.
Dentro de este nuevo orden de cosas, Kuczyinski, Fujimori o quien haya estado antes o venga después, da lo mismo. Sólo son los garantes de los intereses de esos “poderosos actores”. De las políticas, las estrategias, los planes, programas, proyectos, se encargan el FMI, el Banco Mundial, el BID, USAID. Los “apalancadores” de cuanta mafia existe hoy en el mundo y en el Perú en particular.