«Ahora los pobres, los excluidos, los sintierra y los sintecho, que tenían la esperanza de llegar a ser felices, tendrán que buscar otras asociaciones partidarias o forjar nuevas herramientas de hacer política, fundadas en la ética, la supresión de las causas de las desigualdades sociales y en la búsqueda de otro Brasil posible”.
Tal es el pronóstico que formula, ante la grave crisis por la que atraviesa tras el golpe de estado parlamentario y mediático contra el orden constitucional en su país, el periodista, escritor, religioso de la orden de los dominicos y militante de la Teología de la Revolución, Frei Betto, quien fuera asesor del Presidente de la República de Brasil cuando Luis Ignacio Lula da Silva ocupaba este cargo.
Los tres primeros gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) –dos de Dilma Rousseff y uno de Lula- representan lo mejor que ha habido en la historia republicana del gigante suramericano. “Salieron de la miseria 45 millones de brasileños; los programas sociales -desde el Bolsa Familia al Más Médicos- le extendieron una red de protección social a la parcela más pobre de la nación; el acceso a la universidad se popularizó; el Fondo Monetario Internacional dejó de meterse en nuestras cuentas y América Latina ganó más unidad. Y Cuba fue sacada del limbo”, escribe el prestigioso religioso revolucionario Frei Betto.
“Lástima que el PT no se atrevió a implementar reformas de estructuras, como la política, la tributaria y la agraria. Permitió que el programa de emancipación Hambre Cero fuera sustituido por el compensatorio Bolsa Familia”.
“Como si la retórica fuera suficiente para encubrir lamentables desigualdades, el PT trató en vano de ser el padre de los pobres y la madre de los ricos. Para renovar el Congreso no confió en el potencial político de los líderes de los movimientos sociales. Prefirió concertar alianzas promiscuas cuyos virus oportunistas acabaron por contaminar a algunos de sus dirigentes”.
Si bien gracias al crédito fácil, al control de la inflación y al aumento real del salario mínimo por encima de la inflación, la población tuvo mayor acceso a bienes personales en sus 13 años de gobierno, el PT no se empeñó en la alfabetización política de la nación ni en la democratización de los medios. Favorecidos por la exoneración de impuestos, en casi todos los tugurios de las favelas está presente toda la línea de aparatos electrodomésticos así como computadoras y celulares… “y, quién sabe si, en las faldas de la cuesta, incluso algún auto comprado a plazos”.
“Sin embargo, se da también la choza ocupada por una familia sin vivienda, ni seguridad, ni salud, ni educación, ni transporte colectivo de calidad. La prioridad debió haber sido para el acceso a los bienes sociales. Se originó por ello una nación de consumidores, no de ciudadanos, una nación de electores que votan como quien cumple un precepto religioso o retribuye un favor de compadrazgo”.
Entre avances y retrocesos, el PT deja como legado, según Betto, programas sociales que merecerían figurar como políticas de Estado y no solo de gobierno. ¿Pero tendrá el partido la osadía de reinventarse?”, se pregunta el intelectual revolucionario.
Los gobiernos del PT recibieron el país del neoliberal Fernando Enrique Cardoso que lo dejó a Lula en honda crisis económica, inflación desbocada, astronómica deuda pública, desgarramiento del tejido social, desarticulación del Estado y profundización de las desigualdades e injusticias abismales que padece Brasil hace siglos; una de ellas, la injusta distribución de la tierra. Otra, una ley electoral que impide la participación popular. Tanto al sindicalista como a Dilma les ha sido muy difícil gobernar.
Para hacer avanzar su agenda social han debido mantener alianzas y conciliaciones con sectores y partidos burgueses y de conveniencia para estar en condiciones de enfrentar una embestida feroz de la derecha y la gran prensa oligárquica en un país donde el 90 % de los medios están en manos de siete adineradas familias que controlan el espectro audiovisual. No obstante estos factores, la gestión del PT ha sido revalidada por los electores en tres comicios presidenciales consecutivos, incluyendo la muy acosada reelección de Dilma en 2014, con un margen más ajustado que los anteriores pero ascendente a la muy respetable cifra de 54 millones de votos, más de tres millones sobre su rival Aécio Neves.
El juicio político (impeachment) contra Dilma Rousseff ha sido un sucio golpe de los resentidos grupos oligárquicos de la derecha brasileña que se ha venido a insertar en los grandes proyectos de la extrema derecha imperialista interesada en quitarse del camino a una nación que, de alguna manera, concierta los idearios de los latinoamericanos y ha devenido abanderada de su indetenible lucha por la independencia y el progreso social.
No hay dudas de que habrá pelea. Sólo queda por ver en qué terreno. Los golpistas carecen de consenso salvo en la élite y el sector fascista de la clase media.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.