Manuel Yepe
Un portavoz del Departamento de Estado estadounidense se negó
reiteradamente a comentar la actual crisis política en Brasil y
estableció un inconsecuente contraste entre su larga y mordaz crítica
contra el gobierno de Venezuela y la cómplice tolerancia de cara a los
«golpistas parlamentarios» en Brasilia.
Así lo reportó en la red alternativa AlterNet el periodista Zaid
Jilani, quien participó activamente como reportero en la conferencia
de prensa que ofreció el 3 de junio, Mark Toner, funcionario de la
cancillería estadounidense y su portavoz oficial.
En un de despacho de Jilani aparecido en la publicación digital The
Intercept y otros medios alternativos se cuenta que, cuestionado
acerca del agudo contraste en que incurrió, Toner respondió
visiblemente excitado: «no tengo nada que comentar sobre las actuales
dimensiones políticas de la crisis en Brasil.»
La política exterior «dura» estadounidense pretende aplicar a
Venezuela la Carta Democrática de la Organización de Estados
Americanos (OEA) impuesta por Estados Unidos al continente aquel
nefasto 11 de septiembre de 2001, para fortalecer la dominación de
Estados Unidos en el contexto de los acontecimientos terroristas en
Nueva York que sirvieron de pretexto para la declaración por el
presidente George W. Bush de la guerra contra el terrorismo.
En el caso de Brasil, Estados Unidos intenta justificar el golpe
«blando» de estado parlamentario, judicial y mediático contra el
gobierno de Rousseff, juicio político cuya legitimidad ha sido
rechazada por la mayoría de los expertos y observadores no sometida a
las redes de la prensa corporativa internacional que controla
Washington.
El Departamento de Estado ha sido sumamente reiterativo en sus
críticas al gobierno progresista venezolano, al que reprocha aplicar
políticas populares contrarias a los intereses hegemónicos de las
corporaciones globales, y sin embargo guarda sigilo respecto a la toma
del gobierno en Brasil por un régimen pro empresarial, de derecha,
incondicional partidario de la privatización de las industrias del
estado como una prioridad de gobierno.
El debate con Toner durante la conferencia de prensa comenzó cuando el
periodista de Intercept (Zaid Jilani) preguntó a Toner por qué Estados
Unidos se había unido a las críticas y amenazas al gobierno de
Venezuela por supuestos retrocesos democráticos, en tanto ignora la
crisis política de Brasil, donde legisladores de la derecha votaron el
12 de mayo por la separación del gobierno de la Presidenta Dilma
Rousseff e iniciaron un proceso de impeachment contra la
democráticamente electa Jefa de Estado.
Fue entonces cuando se incorporó a la discusión el veterano reportero
de la Associated Press en el Departamento de Estado, Matt Lee,
preguntando si la destitución de la ex Presidenta Dilma Rousseff había
sido legalmente «válida».
Toner, desviando el sentido de lo que se debatía, se limitó a
reafirmar la confianza de Estados Unidos en las instituciones
brasileñas. «Pero estamos muy preocupados por el desarrollo de los
acontecimientos políticos en Venezuela…», dijo..
«¿Y por qué no les preocupa una situación similar en Brasil?», preguntó Lee.
«Bueno, miren, yo he dicho lo mío y no tengo nada más que añadir», selló Toner.
Cuando Pam Dawkins, corresponsal de la Voz de las Américas, preguntó
sobre el estado de la democracia en Venezuela «a la luz de la demora
en la aprobación de la propuesta del referéndum revocatorio que ha
presentado la oposición», Toner resurgió con una extensa respuesta de
corte moralista enfatizando en que Venezuela debía respetar las normas
democráticas.
«Hacemos un llamado a las autoridades de Venezuela para que permitan
este referéndum y así aseguren que los venezolanos puedan ejercer su
derecho a participar en este proceso en consonancia con las
instituciones democráticas, las prácticas y los principios conformes
con la Carta Democrática Interamericana.»
Lee se sintió obligado a observar una nueva vez el contraste entre la
extensa respuesta crítica acerca de la situación en Venezuela y las
apenas dos frases sobre Brasil, «que es un país mucho más grande y con
el que hemos tenido más amplias relaciones.»
Cuando otro reportero se incluyó en el debate, preguntando a Toner si
para él era motivo de preocupación la composición del nuevo gabinete
brasileño – integrado enteramente por hombres, muchos de ellos
estrechamente vinculados a grandes negocios del país, en reemplazo del
gabinete liderado por la primera mujer Jefa de Estado en la historia
de Brasil.
«Miren, chicos, tendré que ver si tenemos algo más que decir acerca de
la situación en Brasil», concluyó Toner para liberarse de la
embarazosa situación en que se hallaba colocado a causa de la
ambivalencia de la política exterior imperialista «a dos velocidades».