adnmarcospaz/Entrevista y traducción: Modesto Emilio Guerrero).– Maria Orlanda Pinassi es profesora de Sociología en la Facultad de Ciencias y Letras de la UNESP, São Paulo. Autora de Três devotos, uma fé, nenhum milagre.

Su libro más reciente se llama Da miséria ideológica á crise do capital: uma reconciliação histórica. Ha pesar de sus cuestionamientos a las políticas del PT en el gobierno, María participa de las jornadas sociales contra el golpismo brasileño em marcha.

Esta entrevista contiene un análisis de la acumulación de fuerzas de la derecha en ese país, el carácter fascistoide del proyecto destituyente contra Dilma y el PT, la actuación de los poderosos movimientos sociales ante el golpismo, así como los errores, falencias y equívocos de los cuatro gobiernos del PT, que facilitaron em 12 años, aunque sea involuntariamente, el paso a la peor de las derechas.

La profesora María Orlanda aporta una invaluable información sobre la actual dinámica interna del movimiento obrero brasileño, que por su importancia y peso, afectará con lo que haga, o deje de hacer, al destino inmediato de la política em nuestros países.

ADN: ¿Cuál es la relación de fuerzas de la derecha brasileña para deponer al gobierno del PT, dentro y fuera del parlamento?

MOPinassi: Desde las últimas acciones políticas de la dictadura civil-empresarial, en 1984, hasta el desarrollismo conservador puesto en marcha en el país durante 21 años consecutivos, las fuerzas de derecha se refugiaronen un largo período de silencio, aunque sabemos que en nunca estuvieron del todo inactivos.

Hace algunos años ya sentíamos que essa tranquilidad iba a romperse. Primero, mediante una militarización agresiva de las zonas consideradas de seguridad nacional, por ejemplo, las áreas de la Copa Mundial de la FIFA (2014), los Juegos Olímpicos (2016), la zona de obras del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), y en particular los espacios donde se construyen hidroeléctricas y la infraestructura del Pre-Sal. Las poblaciones arraigadas en estas áreas han sido desplazadas por una sistemática acción policial. Lo mismo puede decirse de las acciones militares y paramilitares que actúan contra los indígenas que luchan por la recuperación de sus tierras invadidas por la hidro y la agroindustria, así como las contra-ocupaciones urbanas y rurales. La derecha nunca se retiró por completo.

Es bueno señalar que esa militarización fue solicitada por el sector privado, pero que posibilitada legalmente por los gobiernos estatales y el gobierno Federal. Una muestra es la Ley 13.260 / 20.161, recientemente aprobada, conocida como «Ley contra el terrorismo». Es un dispositivo para ejercer el control punitivo del ámbito social em la crisis brasileña. (Esa Ley fue presentada por el Ejecutivo de Dilma Roussef en julio de 2015 y aprobada en las cámaras del Senado y de Diputados con carácter de urgencia el 16 de marzo de 2016, hace apenas dos meses. Regula las disposiciones del artículo XLIII del art. 5 de la Constitución Federal, dedicada al terrorismo e investigación y procedimientos contra organizaciones acciones «terroristas», sin definir cuáles. Disponible en: http://www.planalto.gov.br/CCIVIL_03/_Ato2015-2018/2016/Lei/L13260.htm)

De manera meditática y arrogante, los militares comenzaron a reaparecer hace unos 5 o 6 años, por lo menos, fue para celebrar el día 31 de marzo de 1964, la fecha del golpe, como si si se tratara de un «día de la memoria» (como el se recuerda em Argentina cada 24 de marzo, por ejemplo). Fue la forma que inventaron para enfrentear a la Comisión de la Verdad que intentaba investigar los crímenes cometidos durante la dictadura de 20 años. Pero las cosas comenzaron a escalar durante las manifestaciones junio 2013. Al comienzo, los jóvenes llamaron esa lucha Movimiento Passe Livre, por la tarifa cero para el transporte. Aunque el episodio dividió la historia reciente del país, y conservó poco de las demandas genuinas de aquel movimiento juvenil efervescente y combativo.

Una horda de jóvenes com mentalidad reaccionaria, patrocinada por las empresas y los organismos de «difusión democrática» de la extrema derecha estadounidense, y articulada a los medios de comunicación del Instituto Millenium (Editora Abril, Folha de Sao Paulo, Estado de Sao Paulo y Globo) y la Policía Militar. Así salieron a la calle con una demanda moral agresiva contra la corrupción. Aquí es donde comienza a extenderse la idea de que la democracia está amenazada en Brasil. Aparecen individuos indignados, más o menos politizados y más o menos alineados con las políticas desarrollistas del PT, preocupados principalmente por la acelarada caída de los índices de popularidad que el episodio produjo en el gobierno de Dilma Rousseff. Sin embargo, no presenciamos «una batalla campal» entre una izquierda pro-gobierno y un golpe de Estado exitoso de derecha.

La demanda contra la corrupción fue, precisamente, la consigna más presente en la agenda de la campaña electoral de 2014 que eligió el Congreso y el Senado más atrasado políticamente y más involucrados en actos de malversación, en nuestra historia republicana. Para darte una idea, el pasado 17 de abril tomamos verdadera dimensión de la miseria política que ocupó al poder político en Brasilia. La Presidenta de la República vivió una verdadera condena sumaria sin tener un solo cuestionamiento sustantivo sobre su conducta personal o pública. Sin embargo, entre los parlamentarios acusadores por lo menos el 60% está involucrados en algún tipo de negociado corrupto. Además, pasó algo grave: en la votación del día 17 de abril, 477 miembros del total de 511 diputados habilitados, son parlamentarios enchufados con los votos de sus partidos, o que llegaron en coaliciones espureas, o sea, no cuentan com una real representatividad social em sus mandatos.

Brasil cuenta actualmente con 35 listas en el Tribunal Regional Electoral, muchas de los cuales son estimuladas por la práctica aliancista del propio sistema de gobernabilidad que implementó el PT desde el año 2001. Esa se formó la base de apoyo legislativo del gobierno de Rousseff, hasta que se voltearon casi todos a favor del juicio político. Creo que no es una casualidad la formación de esta mayoría parlamentaria inculta, grosera, primitiva y de conducta fascista, son conocidos como la «Bancada BBB»: Bueyes, Balas y Biblia. Yo diría que se trata de un Parlamento adecuado para poner implementar nuevas desregulaciones anti populares, aunque muchas ya estaban en curso, contra las poblaciones vulnerables del campo y las ciudades, contra el medio ambiente.

ADN: ¿Qué hacen los movimientos sociales como el Movimiento sin Tierra (MST) y otros grandes de Brasil, para enfrentar el golpismo contra Dilma y el PT?

MOP: En la polarización política abierta en el país desde 2013 entre un plan golpista de la derecha y una izquierda institucionalista en el poder, la base de apoyo del gobierno quedó em manos de la CUT y el MST y otros movimientos que componen a Vía Campesina, como por ejemplo, el Movimiento de desplazados por Represas (MAB) y el Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería (MAM), ellos son partidarios históricos del PT y el lulismo. En las zonas urbanas, el Movimiento de Trabajadores sin Techo es un fuerte aliado del gobierno, al igual que los otros mencionados, este es un movimiento de lucha institucional ppr la vivienda. Las manifestaciones a favor de Dilma se llevan a cabo en las calles de las principales ciudades del país, se trata de sectores organizados por sus condiciones de clase y por una clase media más o menos politizada.

En la medida que el proceso contra Dilma se fue revelando como un intento golpista que amenaza nuestro ya debilitado Estado de Derechto, otros setores de la izquierda, muy críticos de los gobiernos liderados por el PT y sus alianzas con la derecha, como la Intersindical, el PSOL o el PCB, comenzaron a participar de los actos contra el golpismo y en defensa de la democracia en Brasil.

ADN: Además de una política económica muy parecida a la neoliberal, qué otros factores políticos pesaron en la regresión del gobierno del PT y Dilma?

MOP: Pienso que durante sus 13 anos de gobierno, el PT desarrolló políticas de consenso muy eficientes para consolidar políticas neoliberales en el país. Aduló y atendió todos las necesidades del capital financeiro, por eso creció tanto la deuda pública brasileira. Fue excepcionalmente generoso con los capitales bancario, minero, los del agro-negocio y de la construcción civil. Al mismo tiempo, usó todo su poder de persuación popular para amansar organizaciones de masas que eran muy combativas. Realizó una contrarreforma en la educación superior y en las jubilaciones, que Fernando Henrique Cardoso había había comenzado sin lograrlo. Los gobiernos del PT fueron muy hábiles al destinar recursos de alivio a la población de más bajos ingresos, activando la economia de consumo en áreas de enorme pobreza, incentivando en ellas el hábito del consumir basado en muchos créditos, pero generó una preocupante conducta indivisualista y pequeno-burguesa basada en el consumismo sin conciencia social.

A primera vista, frente a este cuadro, me queda difícil comprender por qué una orientación de gobierno tan exitosa como mediación entre el capital y el trabajo, ahora es es golpeada por las mismas fracciones burguesas a las que sirvió. Okey, si profundizamos un poco el análisis, veremos lo siguiente:

-El Brasil apenas consiguió mantener su crecimiento, incluso cuando la crise de 2008 sacudía con fuerza al mundo del capital metropolitano, porque su economía estuvo fuertemente atada a los flujos del capital chino. La retracción económica de China provocó serios problemas a los grandes objetivos que tenía el gobierno en los BRIC’s y en el Consejo de Seguridad de la ONU.

-Desde entonces Brasil se sumergió en una profunda crisis. Em breve tiempo le pasó lo mismo que hace poco vivió Grécia. Ambos fueron víctimas de sus modos de integrarse em formas subordinadas. En el caso de Brasil fue con el Mercosur, la IIRSA y la UNASUR , que representan la expansión de grandes capitales en nuestro países, sólo que gerenciados por gobiernos «progresistas», «nacionalistas» y «populares», entre los cuales el del PT con Lula tuvo un peso importante. Algunos de esos gobiernos participan de los proyectos imperiales del TISA, o TTIP y del TTP , acuerdos que imponen reglas internacionales bajo la hegemonía absoluta de los Estados Unidos. O buscan a los BRIC’s para compensar los pesos de China y Rusia, sin embargo el gran perdedor es Brasil, por su condición de subimperialismo regional y la profundización de su condición periférica.

-La población brasileña que se benefició con las políticas sociales del PT no tuvieron una formación política, como en Venezuela, ni siquiera se promovió una educación de calidad. Todo se fue transformando en aparatos de acarreo eletorale según los moldes del viejo coronelismo brasileiro. La pérdida de los beneficios sociales, el desempleo brutal que existe ahora, la pérdida de derechos, todo eso funciona como disparadores en la caída de la popularidad del PT y el ascenso de la derecha.

ADN: ¿Qué sectores sociales pobres y trabajadores defienden al gobierno de Dilma todavía, en cuáles zonas del país?

MOP: La crisis que vivimos es de tipo estructural, ella no se caracteriza por una momentánea paralisis productiva, o algún reflujo de la hegemonía financiera. Es estrutural, justamente por el agigantamiento avasallador del capital. Se funda en la ilimitada y barbárica super explotación de la fuerza de trabajo y de la natureza, y si no fuerta así, pues no habría necesidad de imponer con tanta voracidad y bajo tantos velos «democráticos», que em algunos casos se llaman «progresistas», las desregulaciones laborales, ambientales y sociales .

Vivimos la transición de un proceso que comenzó con una dictadura militar-empresarial em 1964 y en la actualidad intenta completarse con el camino al infierno. El legado de los cuatro gobiernos del PT dejó a Brasil en una posición aún más subalterna en la División Internacional del Trabajo, esta posición frágil emerge de nuestra super especialización agroexportadora y extractivista, acelerada en la década de 1990 y mantenida en los años 2000. En eso no hubo cambio progresivo.

Frente a ese contexto, en este año 2016, la situación de las clases subalternas sólo tiende a agravarse. No basta con despedir, empobrecer, sacar derechos. Es necesario alienar a los trabajadores de cualquer bien público, por eso nuestra educación y salud están em un avanzado proceso de privatización, más o menos silenciosa.

Las adversidades que pueblan sus mundos son gigantescas y opacan cada vez más los modestos beneficios que se destinaron a ellas mediante las políticas de alivio social del último período de la estrategia neoliberal, tambiém conocido como neodesarrollismo. La falta de inversiones públicas en obras de saneamento básico e infraestructura en las periferias urbanas, degradan el ambiente y provocan la proliferación de plagas endémicas. El Dengue, Zika, Chikungunya, la microcefalia, tienen origen social. El transporte colectivo es precario y caro em Brasil. Los permanentes desplazamientos humanos, necesarios a los intereses de la especulación inmobiliaria, están entre las causas de la criminalización y del control militarizado que se ejerce sobre la población de las áreas afectadas. Lo mismo ocurre con los afectados por las obras del Programa de Aceleración del Crecimento (PAC I y II), por la extracción de minerales, la construcción de represas y la invación de los agronegócios. Son expresiones del carácter antipopular de las políticas de inversión, tanto públicas y privadas.

Frente a eso, ¿qué puede motivar las esperanzas de las grandes masas proletarizadas, superexplotadas y en proceso de empobrecimento en el país? ¿Será que la presión politizadora de las manifestaciones en pro y en contra del juicio a Dilma tienen algún sentido para esa masa? Me arriesgaría a decir que esas masas están ausentes de las calles, especialmente cuando deben diferenciar entre los falsos dilemas que presenta la restruturación de la política, comandada por el capital.

Sus almas vienen siendo encarnizadamente disputadas. De un lado, por la ilusión de que la permanencia de Dilma sería la garantía de un supuesto Estado democrático de derechos, derechos que se encargaron de afectar la misma Presidenta, su partido y las alianzas que se hicieron com los actuales enemigos que hoy mantienen acorralado al PT en el Planalto. Por otro lado, las mismas masas deben enfrentarse a la seducción del irracionalismo crítico del neofascismo fundamentalista, prepotente, racista, machista y homofóbico que combaten a Dilma y al PT en el gobierno.

Estoy contra el impeachment porque tengo conciencia de los años particularmente duros que vendrían si gana el golpismo derehista. Por eso mismo, considero que la mejor respuesta a la crisis habrá que buscarla en otras luchas más sustantivas que estamos viviendo y son poco conocidas.

Entre 2012 y 2013, según los datos publicados en diciembre de 2015 por el Sistema de Acompañamiento de Huelgas del Departamento Intersindical de Estatística y Estudios Socioeconómicos (el SAG/Diesse), las huelgas en el sector privado, incluyendo el industrial, de servicios, y de comercio, el rural y otros sectores similares, tuvieron un alto protagonismo, representando el 54% del total de las 2.050 huelgas registradas en 2013. Un crecimiento del 138,4% con relación al año 2012. Sus demandas estuvieron casi siempre asociadas a la preservación de los derechos sociales y laborales, además del pago de salarios atrasados que, según Ruy Braga, es «un índice claro del deterioro de las condiciones generales de reproduccion del régimen de acumulación.»

Otro dato importante es que hubo una «verdadera explosión de huelgas em los sectores de la economía donde se agrupan con más frecuencia los trabajadores no calificados o semicalificados, tercerizados, sub-remunerados, sometidos a contratos precarios de trabajo y apartados de ciertos derechos laborales, o sea, el sector de los servicios privados.» Este sector presentó un avance notable, con un volumen de huelgas 332% mayor entre 2012 y 2013.

Las huelgas en 2014 y 2015, en vista de la profundización de la crisis económica y política, fueron seguramente mayores y más duraderas en continuidad y expansión en las categorías tradicionales, como metalúrgicos, profesores, bancarios, correos y petroleros. Esta aceleración incluye trabajadores de los servicios estratégicos, como los ferroviarios.

Particularmente interesante es la intensificación de las luchas de los indígenas que, en conflicto directo con el capital, y ante de la ausencia activa de la FUNAI (Fundación Nacional del Indio), aportan una perspectiva de ofensiva y no institucionalista en la auto demarcación de tierras.

Debemos incluir em este proceso, el sorprendente movimiento por la Tarifa Zero del Movimento Passe Livre, en 2013, y la experiencia organizativa acumulada durante las ocupaciones realizadas por los estudantes secundarios en 2015, contra la reducción de la educación pública en São Paulo y Goiá, y ahora en Rio de Janeiro.

En 2015 tuvimos la más larga huelga de la historia de los profesores de la enseñanza pública del Estado de São Paulo, que duró 3 meses, y que se sumó a las huelgas de los profesores en 5 Estados de la Federación. Del mismo modo, 57 de las 59 instituciones de enseñanza superior pública Federal, también registraron, en 2015, la mayor huelga de su historia, que se extendió a 33 de los 37 institutos y escuelas técnicas federales. Además de la huelga nacional de los bancarios que paralizó casi el 60% de las agencias bancarias en todo el país, llegando al 85% en algunas regiones.

ADN: ¿En la política brasileña se comprende que el derrumbe del PT es parte del mismo proceso de reversión de los gobiernos progresistas en el continente, o se mantiene el aislamiento cultural respecto del resto de América latina?

MOP: Como se nota, lo que vivimos em este momento no es un proceso de naturaleza exclusiva de la política, ni siquiera la polarización real se da entre una izquierda y una derecha. Los problemas son de reordenamiento económico y la política es reestructurada para conducir mejor la ofensiva del capital contra los trabajadores, un fenómeno nada pasajero que afecta no solamente a Brasil, sino a toda América Latina.

En esta ofensiva las clases dominantes no ven lugar para gobiernos progresistas. La derecha entiente que el momento político internacional requiere de gobiernos fuertes, autoritarios, militarizados, para controlar las convulsiones sociales que inevitablemente surgirán de este reordenamiento del capital en nuestros países.