Marco Aurelio Purini
Brasil está en cuenta regresiva. El proceso de impeachment (destitución parlamentaria) de Dilma Rousseff, que empezó en diciembre pasado, está cerca de llegar a un episodio central. El domingo 17 de abril, el plenario de la Cámara de Diputados va a juzgarlo. Para ser aprobado necesita de dos tercios de los diputados, lo que equivale a 342 votos. En caso de aprobarse, Dilma será inmediatamente alejada de su cargo por 180 días para ser juzgada esta vez por el Senado, que también necesita el voto de dos tercios de sus miembros. Lejos de la presidencia, es aún más difícil para Dilma lograr construir una alianza sólida con los senadores para volver a su cargo y terminar su mandato. Por lo tanto, ella está frente a una batalla central. Como en una telenovela brasileña, no se sabe exactamente cómo será el desenlace de este episodio.
Cambios en el guion
El 29 de marzo el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido del vicepresidente, se retiró del gobierno[1]. Vale recordar que el PMDB tiene la bancada más numerosa de diputados (67 de los 513) y de senadores (18 de los 81). La prensa hegemónica -los más efectivos opositores al gobierno- ya tenía preparado el guion con anterioridad. Así escribió Folha de Sao Paulo, el principal diario brasileño, dos días antes de la decisión partidaria que, obviamente, ya estaba acordada con los medios: «Governo Dilma teme efeito manada entre os partidos» [El Gobierno Dilma teme un «efecto manada» entre los partidos]. Intentaban así hacer presión para que los partidos pequeños dejasen al gobierno después de la decisión del partido más grande. Todo organizado, pero no contaban con la gran capacidad de movilización y articulación política de Lula Da Silva.
Lula empezó a cambiar el guion. Desde una oficina en Brasilia, aún sin haber podido ser designado como Ministro, comenzó a articular con los partidos menos numerosos su lealtad a la Presidenta. Se quedó, al mismo tiempo, como articulador político del gobierno, organizando apoyos importantes para que la oposición no logre los 342 votos necesarios en la próxima semana, basándose en su prestigio como garante de esos acuerdos. Los partidos pequeños, que la oposición pensaba que serían guiados automáticamente por la salida del PMDB, no necesariamente tomarán esa decisión, ya que ven ahora una oportunidad de obtener más espacio político en el gobierno de Dilma y apostarán a que no sea destituida.
En otro frente de batalla, Lula empezó a viajar por Brasil denunciando el golpe de estado en curso y la alianza entre el poder judicial y los medios, demostrando, en cada parada, su increíble capacidad de convocatoria. La caza de Lula [2] organizada por esa alianza mediático-judicial, tuvo como resultado inesperado la amplificación del repudio de la población brasileña a las violaciones de derechos cometidas por el poder judicial y la estrategia en curso para sacar a Dilma de la presidencia. La ilegalidad y desproporción de los actos cometidos en contra del ex presidente, llevados a cabo sin justificación jurídica y con la intención de dañar su imagen positiva y liderazgo político, enfocó las luces sobre él, quien aprovechó el momento para organizar la narrativa en contra del golpe y en defensa de la democracia.
Lula empezó a actuar como un vocero de la democracia y a denunciar la ausencia de base jurídica para el impeachment. Según la Constitución brasileña, sería necesario que la Presidenta hubiera cometido algún crimen para iniciar el procedimiento, cosa que nunca sucedió. Así, fue quedando cada vez más claro que el pedido de impeachment se configura como un golpe de Estado con ropaje institucional.
Nuevos actores entran en escena
El hashtag #NãoVaiTerGolpe [#NoHabráGolpe] organiza importantes sectores de la sociedad brasileña y construye una sustentación política más amplia que la garantizada por los militantes y simpatizantes del Partido de los Trabajadores. La izquierda se une en contra del golpe (a excepción de grupos bastante minoritarios de orientación trotskista); marchas y actos políticos y culturales en defensa de la democracia se amplían; diversos juristas, artistas, intelectuales y estudiantes empiezan a organizar eventos para discutir lo que está pasando; cientos de universidades hacen eventos de discusión en contra el golpe y en defensa de la democracia.
Al mismo tiempo, también empieza a surgir una agenda internacional activa denunciando lo que está pasando en Brasil. Tanto Dilma como Lula fueron entrevistados por medios de comunicación internacionales; varias marchas fueron organizadas en diversas ciudades importantes en todo el mundo; documentos y videos de intelectuales internacionales ofrecieron un contrapunto a la visión distorsionada, exhibida internacionalmente, de que la mayoría de la población brasileña está a favor del juicio a la presidenta. El golpe está empezando a ser desenmascarado. De esta manera, la prensa opositora y concentrada de Brasil no logra esconder la resistencia democrática que se expresa en internet, a través de las redes sociales y los medios digitales visibilizando el intento de golpe.
El guion, definitivamente, está cambiando…
Próximos episodios
Qué va a pasar el domingo 17 de abril, nadie sabe. Los medios hegemónicos afirman que Dilma va a sufrir una derrota y será destituida. El gobierno afirma que está seguro de que la oposición no va a reunir los 342 votos necesarios y que el proceso de impeachment se detendrá. De todas maneras, una cosa es clara: el Gobierno, hoy, está más fortalecido que hace un mes.
El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB), que conduce el proceso de impeachment, está intentando organizar la votación para el domingo para que los principales canales transmitan en vivo y conseguir así que manifestantes opositores vayan a las calles. Mientras, las izquierdas y los militantes en contra del golpe organizan actos políticos para la fecha de la votación en las principales ciudades brasileñas y un «Campamento Nacional por la Democracia» en Brasilia, la Capital Federal, hasta el día de la votación. El poder judicial seguramente intentará influir en la agenda política brasileña para fortalecer el golpe.
¿Cómo va a terminar ese proceso? Nadie lo sabe, pero lo veremos en los próximos capítulos.
Notas
[1] http://www.celag.org/brasil-un-golpe-temerario-en-curso-por-camila-vollenweider/
[2] http://www.celag.org/brasil-un-golpe-temerario-en-curso-por-camila-vollenweider/