Cuba vivió durante los días 20, 21 y 22 de marzo, tres días de intensa satisfacción y alegría porque después de más de 50 años de un injusto y demoledor bloqueo económico impuesto por la mayor potencia del orbe, su actual administración encabezada por el presidente Barack Obama, debió reconocer que todas las acciones desestabilizadoras y agresivas llevadas a cabo contra la Isla desde 1959 no habían dado los resultados esperados, es decir, no pudieron derrocar al gobierno revolucionario por la fuerza.

Cuba recibió al mandatario con toda la amabilidad y afabilidad que le caracterizan porque reconoce que Obama tuvo el valor de enfrentarse a fuerzas muy poderosas de la derecha norteamericana y cubanoamericana que abogan aún por mantener el bloqueo económico y financiero contra la Isla.

Pero también, con la frente muy en algo, le enseñó al visitante que la soberanía y la independencia del país, alcanzadas plenamente por primera vez el primero de enero de 1959, no son negociables.

Obama tuvo la oportunidad de conversar ampliamente con el presidente cubano Raúl Castro, rendir homenaje al apóstol José Martí y visitar el Memorial en la famosa Plaza de la Revolución donde en disímiles ocasiones se ha reunido el pueblo cubano para apoyar al Gobierno revolucionario o para recibir a personalidades religiosas, políticas y culturales importantes.

Ofreció, junto a Raúl, declaraciones a la prensa nacional y extranjera que cubrieron su visita; realizó en el remozado teatro Alicia Alonso, un discurso a toda la nación, que fue televisado en vivo al mundo entero; degustó junto a su familia la comida cubana en un restaurante privado y en una cena oficial ofrecida por el gobierno, y participó en un juego de exhibición entre un equipo de béisbol cubano y el de Tampa Rays de Estados Unidos, entre otras actividades.

En su moderado discurso, apoyado por un telepronter, Obama dio muestras de su versatilidad como orador y a la par que reconoció los logros sociales de la Revolución cubana en estos 57 años, trató de dar consejos al gobierno y pueblo de la Isla para que se abrieran más al capital privado y la libre empresa y defendió el sistema capitalista estadounidense aunque reconoció parte de sus grandes problemas.

El presidente estadounidense insistió en borrar lo ocurrido durante estas últimas décadas y comenzar una relación más estrecha a partir del pasado 17 de diciembre de 2013 cuando él y Raúl dieron a conocer al mundo, en una declaración conjunta, que se comenzarían a restablecer las relaciones entre ambas naciones.

Pero el pueblo cubano puede perdonar, pero no olvidar pues fue Estados Unidos quien llegó con sus buques a Cuba en 1898 para adueñarse del país cuando las tropas mambisas tenían ganada prácticamente la guerra a los españoles.

En los tiempos de pseudos república, comandada desde Washington, ese país se adueñó del territorio que aun ocupa en la base naval de Guantánamo, se impusieron gobiernos afines al poderoso vecino del norte; y compañías norteamericanas se adueñaron de grandes extensiones de tierra, además de controlar el mercado nacional, los servicios públicos, hoteles y numerosas fábricas.

Es difícil olvidar que los cubanos de la Isla, durante décadas, han sufrido las agresiones contra industrias, tiendas y objetos productivos y sociales, realizadas por terroristas amparados desde Miami; que acciones terroristas hayan ocasionado más de 3 000 muertos a cubanos dentro y fuera del territorio nacional; que al líder de la Revolución invicta, Fidel Castro le hayan tratado de hacer más de 600 atentados; que bombas mercenarias explotaran en diversos hoteles para tratar de amedrentar a los turistas.

También resulta difícil olvidar que durante más de 50 años, todas las generaciones de cubanos de la Isla han padecido el bloqueo económico y financiero más largo y agresivo de toda la historia de la humanidad que aun se mantiene pese a las intenciones del mandatario estadounidense de eliminarlo.

Innegablemente que la visita de Obama ha sido un paso valiente en aras de normalizar las relaciones con Cuba, pese a que sus intenciones, manifestadas en varias ocasiones, ha sido la de cambiar la política de bloqueo por una más blanda, conocida desde hace tiempo como Carril 2, para tratar de desmontar al gobierno cubano apoyado por la inmensa mayoría del pueblo.

De ahora en adelante se deja atrás una política de agresiones provenientes de Washington y se abre otra mucho más aguda y perspicaz: la ideológica.

El pueblo cubano tiene una educación integral y esta preparado para el desafío.