Desde diciembre pasado, si mis tiempos no andan mal, lo que de paso no sería nada extraño ni digno de provocar risa, ira  o mofa, cuando de repente se informó al mundo el resultado final de una gestión que llevaría al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba, dentro del marco justo creado por el primero, pues eso no incluye suspensión del bloqueo ni la devolución del territorio de Guantánamo invadido,  donde para mayor humillación se mantiene una de las prisiones más crueles esparcidas por el mundo, he percibido algunas insatisfacciones y como desavenencias del líder histórico  de la “Revolución Cubana”, Fidel Castro.

            Según se dijo entonces, casi nadie, por no decir nadie, aparte de los muy confiables líderes de ambos países, sabía del curso de aquellas ultra secretas conversaciones. Al parecer solo el Papa Francisco, de los iniciadores de aquellas negociaciones y gente del gobierno brasileño, entre el resto de los humanos nadie sabía de ellas. Hasta quienes uno creía panas burdas, por ese proceso integracionista bolivariano que puso a funcionar – un motor que de verdad prendió y todavía quiere seguir encendido – Hugo Chávez, como Evo Morales, Rafael Correa y Nicolás Maduro, por lo que parece evidente, nada o poco sabían del asunto. Claro, estaba de por medio la Cumbre Presidencial de Panamá, y pudo ser necesario no mezclar una cosa con la otra. Y no fue para menos, el anuncio del nuevo rumbo de los cosas entre el gobierno USA y el país caribeño antes que aquella se instalara, sirvió como tabla de salvación a Obama y de ella se asió fuertemente para salir casi airoso, sobre todo catapultado por aquellas fotos donde él y Raúl Castro se saludaban efusivamente. Una cosa pudo estar mezclada con la otra. Al decir esto, no le veo sentido a una información que pretende, a partir de una serie consecutiva de fotografías, casi afirmar que el líder cubano no se sintió a gusto con la visita de su homólogo. Si eso fuese cierto, bastaba con inventar algo para por lo menos posponerla y asegurarse que en el aeropuerto, Bruno Rodríguez, canciller cubano, no se prodigase en atenciones y gestos propios de la hospitalidad de su gente.

            Es inocultable que un buen número de habitantes cubanos –uno no sabe hasta dónde llega eso – está feliz y muy satisfecho con la sola recomposición de las relaciones diplomáticas. La presencia de la embajada gringa en Cuba parece llenar de regocijo a muchos, unos cuantos, como solemos decir en Venezuela. Lamento tener que repetir que cuando aquel anuncio, un hombre de la significación de Silvio Rodríguez, llegó a decir con entusiasmo frases como estas, “no esperaba vivir este momento” y “ahora diremos ¡Cuba sí y yanquis también!” Aunque ahora, después de la visita de Obama, no parece estar tan entusiasmado como antes, quizás porque los gringos ya han mostrado que les aplicarán la “Ley del Embudo” y sólo quieren que Cuba se les entregue a sus completos deseos a cambio de nada.

            La palabra visa, como en la Venezuela de ahora, entre los cubanos que la  televisión indispuesta o contraria, como CNN o la amiga como Telesur, entrevistan, compite con la que identifica al signo monetario gringo, como las más utilizadas al referirse a esas nuevas relaciones.

            Por todo eso mismo, no cabe duda, Fidel casi al final de su artículo “El hermano Obama” dice manera contundente:

            “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”.

            Como dije arriba, Fidel desde su retiro, pareciera estar inconforme con asuntos muy importantes relacionados con ese acuerdo. La frase citada anteriormente, como otras expresadas en el pasado reciente, hace pensar eso.

            ¿Qué significado tiene la expresión tomada de “El hermano Obama”, siguiente?:

           “Ninguno de nosotros está diseñado para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo, para mí es la hora, y cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego”.

          ¿Por qué Fidel, ante la visita de Obama, mientras en las calles de Cuba se produce un como estallido de alegría y esperanza por buenas nuevas, cita a Antonio Maceo, con  contundencia y hasta cierto dejo de rabia o ironía?:

         “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha:”

        Con su elegante estilo, sin dejar el sempiterno combatiente, Castro pone de bulto la carga de soberbia de la presidencia de EEUU, una cuestión histórica. Para ello cita a Obama “Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la mano de amistad al pueblo cubano”.

            Es evidente que para Fidel esa frase le induce a pensar en lo que bajo el gobierno de Obama se ha estado haciendo en América Latina y lo que traen frente a Cuba. Antes ha hecho una referencia a la lucha contra el racismo en las cercanías de Luanda y dice una frase que no deja de ser extraña y al mismo tiempo sugerente:

            “No hablaría siquiera de esto, a menos que tuviera el honor de responder al discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso”.

            No podemos dejar de lado como Castro critica la triste o pobre expresión de Obama, según la cual, “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituido por esclavos traídos de África”. A eso responde Fidel, “Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama”.

            ¡Qué mal le enseñaron a Obama sobre la historia de América! ¿Será por eso y por lo otro no quiere saber nada del pasado? ¡Pero como lo recrea! Repite lo que antes hicieron sus antecesores.

           Al final, dice Fidel, que Obama pronunció un discurso lleno de palabras almibaradas como: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza”. Por eso dice Fidel “Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras”.

          No hay duda que Fidel sabe bien lo que les viene. Desde su retiro advierte. Pues ese pasado que Obama finge dejar atrás, es pasado inmediato, de ayer en Libia e Irak y el presente de Siria. El mismo que ahora les hace aplicar todas las mañas, trampas, villanías para desestabilizar en Bolivia, Ecuador y Venezuela. Lo que impusieron en Argentina y a ese país hunden en el caos.  Lo que pudieran hacer es cambiar de métodos y si estos fallan volverán a los de antes, a ese pasado al cual, fingidamente, Obama quisiera que olvidemos. Hasta al gobierno brasileño, garante de las conversaciones EEUU-Cuba, es víctima ahora mismo del acoso de los agentes de Obama.

         Menos mal que es Fidel mismo quien advierte a los cubanos que, llenos de ilusión y como infantilmente, pudieran estar viendo en Obama un hombre sincero cuando dice que esta estadía le da esperanzas “de lo que podemos hacer juntos como amigos”.

             Ahora recuerdo una vieja expresión que usábamos con frecuencia en Venezuela y también del gusto de los cubanos, para casos como estos:

              «Amigo ratón del queso».