Resulta un lugar común afirmar que Venezuela atraviesa una crisis profunda y sería redundar tratar de demostrarla en este artículo, por lo cual ahorraremos letras y tiempo al interesado lector. Pero si es necesario iniciar por las conclusiones apenas obvias que generan esta crisis, para así tratar de construir una propuesta, por demás inacabada y seguramente polémica, de un conjunto de medidas a corto plazo que nos permitan reducir el nivel de confrontación interno que crece a velocidades casi inalcanzables y que a su vez sirvan de faro, de brújula científica y esperanzadora para salir de este atolladero en el cual cayo la patria.

Lo primero que debemos afirmar como una verdad de Perogrullo, es que colapsó el modelo de economía rentista, y nos atrevemos a afirmar, hilando un poco más fino, que también fracasó el Capitalismo de Estado Rentista, aquel mediante el cual el Estado posee la propiedad de los medios de producción y una burocracia, alejada de la participación democrática, toma decisiones libres de consecuencias, muchas veces centralizadas en Caracas, sin importar costos humanos, materiales, culturales y morales, todo porque el rentismo nos permitía hacerlo mal y seguir así pues había renta.

Lo segundo que debemos aceptar es que toda esta crisis económica, la cual tuvo repercusiones directas en los resultados del 6D, ha evidenciado una profunda crisis en la dirección del Proceso, en todos los niveles y en todos los estamentos. Pero no se trata solo de una crisis en los dirigentes, la visión del momento, el programa mínimo y la táctica para esta coyuntura, se trata también de una crisis en el modelo de dirección que se ha construido en la revolución, en sus métodos y formas. Más aún, independientemente de la gravedad de la crisis económica, es capital que aceptemos que, aún en la peor de las crisis económica, si existe un Pueblo organizado con una dirección clara en objetivos, férreamente unificada, con plena legitimidad en las masas y con un programa para la crisis oportuno y bien comprendido por el Pueblo, se puede salir triunfante de esta. Es decir, para nosotros, el problema principal no es el económico sino el político.

En estas circunstancias los diferentes niveles de dirección se evidencian contradictorios, ausentes, como si no hubiese ocurrido el 6D. Algunos, incluso, pretendiendo seguir dirigiendo como antes del 6D, sin debate, sin autocrítica, con sectarismo y calificando de contrarrevolucionarios o traidores a quienes plantean los cambios que debemos hacer en el marco de las 3R. La soberbia y la arrogancia del viejo estado resultaron más fuertes de lo que pudimos haber creído. Sin embargo, a pesar del riesgo de ser catalogado de traidor y como ya no nos queda otra alternativa ni tenemos tiempo para postergar las transformaciones, proponemos seis dimensiones de actuación urgente para tratar de evitar un estallido social que aprovechará la derecha para consolidar una conclusión en nuestro Pueblo: «Maduro no puede seguir Gobernando» y peor aún «El proyecto Chavista Fracasó». Es precisamente para evitar este escenario que debemos actuar ya.

1. La tarea más importante hoy de todos los patriotas es producir alimentos: Podría quedar la patria sin luz, sin sistema de salud o de educación, cerrarse los tribunales y las iglesias, pero no podemos existir como nación, integrada territorialmente, sino somos capaces de producir, y muy especialmente de producir comida. Toda la humanidad, solidaridad y espíritu comunal desaparecen en cualquier sociedad que no tenga comida y reine el «sálvese quien pueda». Este escenario hay que evitarlo, para lo cual hay que activar todos los espacios productivos posibles, tanto desde el estado como desde el poder popular y MUY especialmente, desde el partido.

2. Lucha ejemplarizante contra la corrupción, la ineficiencia, el sectarismo y el burocratismo: Aun produciendo rápidamente no lograremos resolver el problema económico en pocos meses. Necesitaremos varios años para estabilizarnos sino suben los precios del petróleo. Por lo tanto, las direcciones del estado y del partido no pueden estar cuestionadas por el Pueblo en su moral o en sus prácticas. Mucho menos pueden, elementos de las direcciones en esta coyuntura, insistir en el sectarismo. Este proceso no aguanta una división más. Tenemos que sumar todo lo susceptible a ser sumado por lo cual debemos ampliar el universo del programa. Hoy no se trata de radicalizarnos hacia el socialismo sino de levantar las banderas de un programa mínimo de liberación nacional con perspectiva socialista. Para eso debemos sumar, hasta a las personas que votan por propuestas de derecha pero que son patriotas y quieren un país soberano y solidario. No podemos admitir más ineficiencia por lo que debemos colocar en los cargos claves solo a quienes lo sepan hacer bien, así nos caigan mal.

3. Desmantelamiento del hampa Organizada: Existen suficientes pruebas de que buena parte del hampa organizada está actuando políticamente articulada con sectores de la derecha extrema venezolana, contra la revolución, contra el aparato productivo y contra el Pueblo. Estas bandas organizadas con financiamiento de la derecha, de no ser controladas ya, se convertirán en el elemento de paramilitarización de la sociedad Venezolana. Tratarán de emular en Venezuela lo realizado sobre la Unión Patriótica Colombiana. Sobre todo medítese esto frente a un escenario, no deseado, de pérdida de la Presidencia de la República.

4. Unidad de los revolucionarios en torno al Poder Popular: Debemos lograr un gran acuerdo entre todas las fuerzas revolucionarias alrededor de la defensa del programa social y político del Chavismo. Defender las conquistas sociales defendibles (porque no todas son defendibles, especialmente cuando retrogradan la conciencia,) pero sobre todo, la defensa de la democracia participativa y protagónica, aún incipiente, de las comunas, del Poder Popular. Todos los funcionarios públicos que asuman esta línea y lo pongan en práctica serán defendidos, pero quienes no lo hagan, deberán ser cuestionados y confrontados. No puede haber solidaridad automática con quienes torpedean el Poder Popular. Este debe ser el punto de honor ante cualquier alianza circunstancial como las que está planteando el ejecutivo en estos momentos con el sector privado.

5. Restructuración del PSUV hasta sus bases, separándolo del Estado: He aquí uno de los mayores errores históricos cometidos por la Revolución Bolivariana, subordinar el partido al Estado. Esta decisión catastrófica eliminó la capacidad de control político de la gestión pública del ejecutivo en todos los niveles. Quienes planteamos en el primer y segundo Congreso del PSUV que esto era un error y que el Estado era quien debía subordinarse al partido y que quienes ocupaban cargos en el estado no podían ocuparlo en el partido, se nos calificó de «Chavismo sin Chávez». Hoy es apenas obvio que teníamos razón. Es urgente, por tanto, que se restructuren todas las instancias del PSUV. No puede estar una dirección nacional en manos de los ministros, una dirección regional en manos de los directores estadales y una dirección municipal en manos de los directores de una alcaldía. Los Jefes de CLP y de UBCh no pueden ser directores del poder Municipal. Si se asumen cargos en el partido, se deben separar de los cargos del Poder Ejecutivo, para que surta efecto el papel clave de control político sobre la gestión.

6. Construcción de las alianzas internacionales de los Pueblos: Hasta ahora las relaciones internacionales las ha llevado la revolución desde la Cancillería. Son relaciones entre Estados. Sin embargo, las relaciones entre las organizaciones del proceso venezolano y las organizaciones en lucha en el resto del continente son escasas. De presentarse el escenario de perdida de la Presidencia de la Republica, serán vitales estas relaciones internacionales entre Pueblos. Así que las fuerzas revolucionarias y el PSUV deben activar autónomamente del estado, una política internacional.

Todas estas propuestas deben entenderse entrelazadas y simbióticamente, como un sistema temporal que nos hará acumular fuerza para poder pasar de esta situación defensiva en la cual nos encontramos a una situación ofensiva. Así, por ejemplo, producir alimentos pasa por apresar a los corruptos que no han hecho su trabajo en esta área, construir sistemas eficientes de distribución, liberar zonas agrícolas tomadas por el hampa, ejercer una práctica política de participación y transparencia del proceso productivo para evitar la pérdida de recursos y asumir el partido un papel de vanguardia en esta tarea. Por lo tanto, no se puede tomar solo algunas de estas medidas dejando otras por fuera porque no se obtendrá el efecto deseado.

Estamos aún a tiempo de aplicar el Golpe de Timón con estas seis dimensiones de actuación. No sigamos perdiendo tiempo en la toma de decisiones clave. Arranquemos ya con las sanciones ejemplarizantes que suban la moral y que permitan echarle la gasolina necesaria a los motores que queremos arrancar.