Franklin González
El teórico de las relaciones internacionales, identificado con las teorías críticas, el canadiense Robert Cox, nos dice que:
«El mundo es visto desde una perspectiva definible en términos de nación o clase social, de dominación o subordinación, de aumento o declinación del poder, de un sentido de inmovilidad o de crisis presente, de experiencia del pasado, y de esperanzas y expectativas en cuanto al futuro».
La visita del presidente Obama a Cuba, anunciada para el 21 y 22 del mes de marzo de este año, tiene varias lecturas dependiendo de la ubicación teórica que se sustente o de los intereses que se defienden.
La lectura del presidente de Estados Unidos:
«Creo que la mejor manera de promover los intereses y valores estadounidenses, y la mejor manera de ayudar al pueblo cubano a mejorar su vida, es a través del compromiso, mediante la normalización de las relaciones entre nuestros gobiernos y el aumento de los contactos entre nuestros pueblos». Y remató con esta perla: «el cambio no vendrá a Cuba del día a la noche», ya que si la isla «se abre más, significarán más oportunidades y recursos para los cubanos de a pie».
La lectura de dos republicanos, ambos precandidatos y de origen cubano:
Uno, el senador por Florida Marco Rubio dijo: «El problema con el Gobierno cubano es que no es sólo un régimen comunista. Es una dictadura comunista antiamericana». Otro, el senador por Texas, Ted Cruz, se declaró «triste» pero no «sorprendido» por la iniciativa de Obama y afirmó que el presidente estadounidense «actuará como un apologista» del régimen castrista con su visita a la isla.
La lectura de grupos del exilio cubano:
«Yo no creo que la visita de Obama vaya a hacer algo por los derechos humanos en Cuba, ni por una apertura democrática» (Notimex Orlando Gutiérrez, del Directorio Democrático Cubano), agregando que: «El pueblo se queda afuera del mapa porque la cúpula que oprime al pueblo está siendo legitimada y reconocida sin ningún tipo de concesión». Silvia Iriondo de Madres contra la Represión en Cuba comentó: «La visita lo único que hará es validar la dictadura militar de los Castro». José Azel, del Centro de Estudios Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, dijo que la visita va a ser provechosa para «legitimar al gobierno cubano que no va a cambiar absolutamente nada hacia un sistema democrático y a una economía de mercado». Finalmente, Sebastián Arcos, de Cuba Study Group, sentenció: «Desafortunadamente esto es un error del presidente Obama que insiste en una fantasía de que cambiando la política de Estados Unidos a Cuba va a obligar al régimen cubano a cambiar su política algo que no ha ocurrido desde que se reanudaron las relaciones diplomáticas».
La lectura de Cuba:
La Cancillería de Cuba señala que el mandatario estadounidense será bienvenido en la isla y textualmente en un comunicado se dice lo siguiente: «Creemos que va a ser una oportunidad importante para que pueda tener una aproximación directa a la realidad cubana y a todo lo que hemos estado haciendo en los últimos años en nuestro país, (…) las transformaciones dirigidas a la mejoría del bienestar de la población cubana» y concretamente sobre el tema de los derechos humanos se dice que: «Cuba está abierta a conversar con el Gobierno de EE.UU. sobre cualquier tema incluyendo los derechos humanos».
Nuestra lectura.
Estados Unidos a lo largo de su historia ha evidenciado necesitar un enemigo con el cual justificar su política exterior. Al respecto, el neo conservador estadounidense Irving Kristol, dijo: «es muy difícil para una gran potencia mundial articular una política exterior en ausencia de un enemigo que merezca el nombre de tal. Son, después de todo, los enemigos los que ayudan a definir el interés nacional, cualquiera que sea la forma que dicha definición adopte». (http://www.alainet.org/es/active/2731#sthash.4mIZ8kC9.dpuf).
Por su parte, el realista alemán Carl Schmitt en su Glossarium, afirmará: «Dime quién es tu enemigo y te diré quién eres» o en términos más sencillos: «Distingo ergo sum».
Así pues ha actuado Estados Unidos y así lo seguirá haciendo, mientras mantenga su política imperial de dominio y hegemonía. Por tanto, importa poco quién esté al frente de la presidencia, sea un demócrata o sea un republicano, un negro «buena gente» o un blanco profundamente racista o lascivo. Parafraseando al escritor Noam Chomsky: EE.UU es un país de un solo partido político, el partido de la empresa y de los negocios, con dos facciones, demócratas y republicanos.
En el continente Americano Estados Unidos ha tenido por más de cinco décadas a un enemigo, es el llamado enemigo cercano, claramente visibilizado e identificado en la Cuba revolucionaria, con algunos destellos de competencias en el Chile de Allende, la Nicaragua sandinista y la Grenada de Bishop.
Este giro hacia Cuba que ha dado la administración Obama implica tanto para los demócratas como para republicanos, así como también para los lobis de ambas organizaciones políticas, que algún país debe venir a ocupar el espacio de ese «enemigo cercano» que ya no tendría Cuba. Venezuela es la llamada a ocupar esa posición «privilegiada».
En ese sentido, se ha acusado a la Revolución Bolivariana de constituir «un mal ejemplo» para la democracia latinoamericana y caribeña y por tanto un peligro para la seguridad del Continente Americano. Incluso se ha invocado la aplicación de la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA) porque Venezuela, supuestamente, no observa los principios básicos de «derechos humanos, democracia, libertad de prensa y libertad de reunión y la exacerbada presencia de una significativa corrupción pública».
La «guerra de cuarta generación» se ha venido convirtiéndose en una verdadera «Espadas de Damocles» contra la Revolución Bolivariana, prácticamente desde sus inicios, al someterla a una campaña mediática de desprestigio por todos los costados, al interno del país y en los grandes medios de comunicación del mundo occidental.
Esta campaña mediática busca propósitos muy concretos: generar cansancio, hastío, confusión y deslegitimación.
Lo último está referido a la «guerra económica», expresada en escasez, especulación, acaparamientos y contrabando de productos de primera necesidad, y también aparecen los arbitristas que buscan convencer al pueblo venezolano, en particular al identificado con el gobierno chavista, de que el modelo económico puesto en marcha ha fracasado al asociarlo exclusivamente con variables fiscales, inflacionarias y monetarias, obviando, por razones de clase, los grandes logros alcanzados en el terreno de la inclusión social de las grandes mayorías y la visibilización de los históricamente invisibles.
Por supuesto, estas acciones, más la Orden Ejecutiva del 9 de marzo de 2015 de declarar a Venezuela «una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y la política externa de Estados Unidos», atentan seriamente contra la Seguridad de la Nación Venezolana. Para Ignacio Ramonet estas acciones se desarrollan en dos fases. La primera, tratar de crear un malestar en la población, sobretodo en el electorado chavista, al ponerse en ejecución un «golpe continuado» o «golpe en cámara lenta», expresado en una operación bien montada, donde personas se dedican a realizar compras al granel y vaciar cada día las estanterías de los supermercados para generar escasez y dar la impresión de que uno de los países más ricos de América Latina, no tiene, curiosamente, ni siquiera papel higiénico. Se maniobra para humillar al país.
Luego, con la campaña mediática internacional, se insiste en la idea de que en Venezuela, no hay nada, no se encuentra nada, que la vida cotidiana del venezolano se ha vuelto un infierno.
Al parecer, Estados Unidos aunque no ha renunciado a producir los cambios internos en Cuba que siempre ha sido su objetivo, antes por la «razón de la fuerza» y ahora por la «razón de la diplomacia», tiene localizado su nuevo enemigo», ese enemigo tiene nombre, se llama Venezuela, contra ella se desarrolla una «estrategia de guerra», en fases, con el propósito de avasallarnos y abrumándonos sin descanso hasta quedar atrapado y lograr «torcernos el brazo».
Pero afortunadamente Venezuela no está sola, tiene muchos acompañantes y aliados, no sólo endógenamente sino también en el resto del mundo.
El autor es: Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales. Exdirector de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado. Fue Embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.