De aquellas ideas absurdas, totalmente descabelladas, irrealizables en cualquier país con una población que por lo menos tenga dos dedos de frente y un tantito de conciencia e identidad, estaba la de ver como presidente de la república a un personaje (¿cuál de todos los que interpreta?) como Jimmy Morales, el chiste se contaba solo, pero estamos hablando de Guatemala; un país con una sociedad cachureca y de criterio (que ni chicha ni limoná) ultra recalcitrante. Analfabeta política (cuando le conviene) y de una clase media arrogante y colonialista hasta el tuétano donde pesa más el qué dirán y la impunidad que la dignidad y la justicia.
Guatemala no entra siquiera en el escalafón de los países en desarrollo, ¿cuál desarrollo? Si le apostó al retroceso y así mismo lo hace cada cuatro años cuando escoge de presidente a un bribón peor que el anterior. Si pensamos que con Otto Pérez Molina, -un militar genocida- era el acabose, hay que ver lo que tenemos hoy por hoy como presidente: a un títere de militares y monigote de la embajada de Estados Unidos en Guatemala. Puesto ahí como contrafuerte de la oligarquía y la cúpula militar. Por si las moscas dejemos que el tiempo sea el que nos lo diga.
Pero esa clase media escogió bien, escogió a quien la representa en su totalidad: un tipo cachureco que está en contra del derecho al aborto, que está en contra del Matrimonio Igualitario, que niega el genocidio, y que discrimina por racista a los pueblos originarios. Es el reflejo de lo que es la Guatemala petulante, capitalina de zapatos de charol y camisas blancas. Porque hay que recordar que a Jimmy Morales quién lo votó fue la clase media.
Jimmy Morales asegura la comodidad de la oligarquía guatemalteca. Asegura la continuidad de la injerencia estadounidense en la región. ¿Qué ultraconservador no lo hace? ¿Qué representa para la Memoria Histórica un presidente que niega el genocidio? La continuidad de la impunidad. De chiste en chiste Jimmy Morales fue el catalizador de la supuesta indignación ciudadana que movilizó a masas en sábados de ir a broncearse a las plazas del país. Digo supuestas porque de haber estado indignados en realidad no hubieran votado por Jimmy Morales que representa la continuidad del neoliberalismo en la región. ¿Podrá enfrentarse Jimmy Morales a la estructura criminal que impera en el Estado? Más cardiaca aún es la segunda pregunta, ¿podrán las masas amorfas que le dieron el voto volver a abarrotar las calles del país si en caso su presidente les contara un chiste pierde amigos? ¿Hasta dónde llegarán? Si en estas primeras de cambio en lugar de detener las elecciones e ir por la Asamblea Nacional Constituyente Integral lo que hicieron fue votar por quien les vendió la idea de pulcritud y mojigatería.
Muchos votantes se fueron con la finta y le dieron el beneficio de la duda, ayudó en mucho que sea un personaje muy cercano a la población guatemalteca ya que con su programa Moralejas (de carácter racista, clasista, patriarcal y conservador) pudo acercarse a los hogares guatemaltecos mucho más que cualquier otro candidato y sin lugar a dudas fue de beneficio para su partido (que no hay que olvidar que fue creado por la cúpula militar, que aquí pal real ya es otro paisaje).
Veremos qué papel jugará en su gobierno la embajada de Estados Unidos, la oligarquía guatemalteca y la vieja cúpula militar. Veremos si continuarán los saqueos, los ecocidios, los abusos a los defensores de Derechos Humanos y a los Pueblos Indígenas. Si seguirán las intimidaciones a periodistas y se lleve a cabo la ley mordaza (y cada quién para su casa), si continuarán las migraciones forzadas de connacionales. Porque recordemos que Jimmy Morales los ve como mano de obra barata para exportarla hacia Estados Unidos. ¿Pedirá un TPS por lo menos?
Veremos si seguirán las altas tasas de feminicidios, las limpiezas sociales, los asesinatos de pilotos, la violencia institucionalizada disfrazada de violencia común. Veremos si continuarán las limpiezas sociales. Si pondrá un fin de las extorciones y secuestros exprés. O si al contrario Jimmy Morales decide dejarnos callados y sin argumentos a quienes no le dimos nuestro voto y trabaje realmente por el progreso del país. Ahí están las escuelas en ruinas, los niños y adultos mayores muriendo de hambruna en el corredor seco del país. Ahí están los salarios injustos y la falta de beneficios laborales para los trabajadores de empresas oligárquicas. Ahí están los campesinos a quienes les siguen robando la tierra. La pobreza letal que golpea el país. Ahí están las niñas embarazadas víctimas de violaciones. Ahí están los hospitales públicos en crisis, sin medicinas y sin recursos. O sea, trabajo hay para que haga, de que él decida seguir montando el teatrito ya serán otros cien quetzales.
Claro está que la restructuración de Guatemala no le compete solo a Jimmy Morales, a Guatemala le urge una Asamblea Nacional Constituyente Integral. Y eso es cuestión de todos como país. Pero para mientras a todas estas la clase media guatemalteca, analfabeta política a todo galope, se siente realizada porque llegó de presidente alguien que los representará muy bien a nivel internacional. Con eso que son “progresistas” (al estilo ni chicha ni limoná ), apáticos y jactanciosos. Guatemala va en caída libre y no hay sociedad que logre despertar de la modorra para salvarla del porrazo. Pues es pedirle peras al olmo, nada se puede pedir como resistencia a una sociedad que por indiferente, arrogante y clasista le apostó al retroceso y no al desarrollo. Votar a un presidenciable de carácter ultraconservador es abrirle las puertas al neoliberalismo, pero bueno en Guatemala hasta raíces sacó.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
12 de enero de 2016.
Estados Unidos.
Blog de la autora: Crónicas de una Inquilina