Mientras la implosión económica avanza este año, habrá un nivel considerable de distracción y desinformación en relación con la naturaleza de lo que está ocurriendo. Como señalé en el pasado, las masas estaban tan mal informadas por los medios de comunicación dominantes durante la Gran Depresión, que la mayoría de la gente no tuvo ni idea de que realmente se estaba en medio de una depresión «oficial» sino hasta años después de que ésta comenzó. El coro de periodistas del área económica de la época se aseguraba de argumentar de manera consistente que la recuperación estaba «a la vuelta de la esquina». En el caso de nuestra actual Depresión no ha sido diferente, aunque algo está por cambiar.

Al contrario de la Gran Depresión, la crisis social –con el tiempo- opacará la crisis económica en Estados Unidos. Es decir, en la actualidad nuestra sociedad no está preparada para lidiar con un colapso económico que desencadenará, de forma inevitable, en una revuelta cultural y un conflicto interno violento; en el decenio de 1930, cerca del 50% de la población estadounidense era rural: los granjeros conformaban el 21% de la fuerza laboral. Hoy en día, sólo 20% de la población está en las zonas rurales; menos del 2% se dedica a la agricultura y la ganadería. Ello representa un cambio dramático de una sociedad más independiente y conocedora del uso de la tierra, a una más incapaz y desventurada basada en el sistema de consumo.

En resumidas cuentas, cerca del 80% de la población actual de EEUU es inexperta en algún método significativo de producción de alimentos e independencia en el rubro.

Allí radica la razón para mentir a la gente. Los funcionarios políticos y económicos podrían argüir que la revelación de nuestra verdadera situación fiscal provocaría el pánico absoluto y una ruptura social inmediata. Cuando el 80% de la población no está preparada para una falla en las redes eléctricas, la pérdida de sus ahorros debido a la caída de las acciones o un detrimento del poder adquisitivo a través de la destrucción de la moneda, es predecible que la primera respuesta de las masas a tales peligros sea salvaje.

Desde luego, las autoridades no están interesadas en proteger a los estadounidenses de sí mismos; sólo les preocupa colocar sus propias finanzas y recursos en las inversiones más ventajosas, al tiempo que usan nuestras pérdidas y miedos con el fin de extraer más centralización, más control y más consentimiento. Por consiguiente, esconder el declive económico en sí mismo es útil para las élites.

Para ser bien claros con quienes se creen la propaganda oficial: Estados Unidos está en un veloz desplome.

En mi artículo titulado «Mentiras que escucharán a medida que prosiga el colapso económico», publicado el verano del año pasado, predije que el «contagio chino» sería usado como chivo expiatorio de la recesión con el objetivo de escamotear la verdadera causa: la destrucción de la riqueza de los estadounidenses. Por estos días, mientras el Dow Jones y otros mercados están a la baja y los precios del petróleo se derrumban producto de una demanda decreciente e inventarios en saturación, todo lo que parecemos escuchar de las cabezas parlantes de los medios de comunicación dominantes y de quienes repiten como loros lo que éstas dicen –en distintos foros- es que «EEUU es la única economía estable por comparación», y que el resto del orbe –especialmente China- es un veneno para nuestra ejemplar salud financiera. Esto es ficción delirante.

Estados Unidos es el primer mercado de consumo en el planeta con un 29% de participación y utilizamos el 21% de la energía, a pesar de que sólo tenemos el 5% de la población mundial. Si hay una desaceleración global en el consumo, la manufactura, las exportaciones e importaciones, el primer lugar hacia donde se debería mirar es a Estados Unidos.

En nuestro país, los fletes de camiones de carga están en franca disminución mientras las compañías del ramo señalan el «exceso de inventarios» y la caída en la demanda, como responsables. Morgan Stanley indica que hay un colapso en la demanda de fletes peor que el registrado en 2009.

El Índice Seco del Báltico, una medida de las tarifas de fletes y por ende un termómetro de la demanda global de transporte marítimo para las materias primas, ha colapsado a mínimos históricos aún más funestos. Los charlatanes de los medios dominantes continúan impulsando la mentira de que la contracción del Índice Seco del Báltico se debe a una «sobreabundancia de buques nuevos». Sin embargo, el presidente ejecutivo de AP Moelle-Maersk, la línea de transporte de carga más grande del planeta, zanjó este sin sentido al admitir -en noviembre- que «el crecimiento global se está desacelerando» y que «el comercio en la actualidad es mucho más débil de lo que normalmente sería bajo las estimaciones de crecimiento que hemos visto». Maersk achaca el decrecimiento en el sector a la caída de la demanda y no a un aumento en la flota de buques mercantes.

Este asunto se hace más evidente cuando revisamos -en tiempo real- el mapa de tráfico marítimo en este enlace: http://www.marinetraffic.com/en/ais/home/centerx:-53/centery:54/zoom:3 Allí se hace seguimiento a la totalidad de buques de carga en el mundo; en las últimas semanas, el mapa ha estado casi inactivo con la vasta mayoría de buques del orbe atracado en puerto y sin viajar a través de los mares para entregar bienes. La realidad es que la demanda planetaria ha caído en un hoyo negro y EEUU está a la cabeza de la lista de los mercados de consumo que han entrado en crisis.

Para hacer lo pretérito más patente, EEUU es por largo trecho el consumidor más grande de petróleo en el mundo. Por lo tanto, cualquiera disminución notable en la demanda global de crudo debería ser consecuencia, en buena medida, de una precipitación del consumo en EEUU. Ahora los inventarios están rebosantes y ello indica un colapso inaudito en la adquisición y uso de la energía.

En realidad, el consumo de crudo en nuestro país fue menor en 2014 en comparación con 1997 y 25% por debajo de las proyecciones para ese momento. Una vasta porción de la reducción del consumo de gasolina se atribuye a que los vehículos recorren menos kilómetros. Aunque el mercado del crudo experimentó recortes masivos de importes, la falta de demanda continuó a lo largo de 2015.

Dicho colapso en el consumo se plasma de forma parcial en las nuevas proyecciones ajustadas de PIB del cuarto trimestre, publicadas por la Reserva Federal, las cuales han sido rebajadas hasta el 0,7%. Y no olviden que la Fed y el gobierno calculan las estadísticas del PIB basándose en el gasto gubernamental del dinero de los contribuyentes, al catalogarlo como «producción» o «comercio». Igualmente incluyen programas parasitarios como el «Obamacare» en el PIB; por tal razón, si sustrajésemos de la ecuación el gasto gubernamental proveniente de los impuestos, el PIB real sería negativo. Es decir, si con números falsos esto ya es malo, con los números verdaderos debe ser horrendo.

Por fin, hablemos de Wal-Mart. Hay una muy buena razón por la que los eruditos de los medios dominantes han tratado de dejar a un lado el repentino anuncio de Wal-Mart de cerrar 269 tiendas, de las cuales 154 se encuentran en EEUU, y que dejará a –al menos- 10 mil empleados sin trabajo. Admitir la debilidad de Wal-Mart es admitir la debilidad de la economía estadounidense y los «gurúes» quieren evitar eso.

Wal-Mart es la cadena minorista más grande de EEUU y la empleadora más prominente; en 2014, esta compañía lanzó un plan radical para aplastar a las tiendas de comestibles de los vecindarios con locales de Wal-Mart Express y, con dicha meta, construiría cientos de estos en meses. Al sol de hoy, estos Wal-Mart Express han sido cerrados en masa junto con otras tiendas por departamentos. Su máximo modelo de negocios duró alrededor de un año antes de ser abandonado.

Algunos en los medios dominantes sostienen que lo anterior no es necesariamente una señal de declive en la economía, ya que Wal-Mart afirma que –de cara a 2017- erigirá entre 200 y 240 nuevas tiendas a escala mundial. Esto me parece interesante, puesto que Wal-Mart ha sufrido el más aparatoso desplome de sus acciones en 27 años, a la luz de informes que pronostican un hundimiento entre 6 y 12% de las ventas para los próximos dos años.

Me luce muy improbable que Wal-Mart vaya a cerrar 154 tiendas en EEUU (de un total de 269 en el mundo) y luego abra otras 240 en un período donde se proyecta un colapso rotundo en las ventas, lo cual ha desencadenado la peor tendencia en el valor de las acciones en toda la historia de la empresa. Creo mucho más probable que los ejecutivos de la compañía estén intentando calmar a los accionistas con promesas de expansión que no piensan cumplir.

Aquí y ahora puedo predecir que la mayoría de esas tiendas jamás será edificada y que Wal-Mart seguirá con los recortes, bien sea cerrando locales, despidiendo gente, o implementando ambos elementos a la vez.

Tal como lo señalan los datos mostrados más arriba, la demanda global se está desintegrando y EEUU es núcleo conductor.

La mejor forma de barrer todos estos indicadores negativos bajo la alfombra es fabricar alguna magna idea acerca de las amenazas externas y los dominó fiscales; es más fácil para los estadounidenses creer que nuestro país está siendo maltratado desde afuera que destruido desde adentro.

¿Tiene China considerables problemas fiscales y de burbujas de deuda? Desde luego que sí. ¿Es China un catalizador del colapso global? No. China tiene muchos problemas pero si hay un primer «dominó» en la cadena, la economía estadounidense reclama tal distinción.

China es el mayor exportador del mundo, no el mayor consumidor. En todo caso, un derrumbe en la economía china es sólo un reflejo de la caída subyacente de la demanda de EEUU por los bienes de este país (entre otros). O sea, los lerdos de los medios dominantes lo interpretan a la inversa; un colapso en China proclama un desastre mayor en los mercados estadounidenses. Un desplome en dicho país es síntoma de un mayor trastorno fiscal en EEUU. Nosotros somos la causa principal y no somos víctimas del contagio chino. En consecuencia, la crisis en EEUU será mucho peor en comparación.

Esto escribí en mi ensayo «Qué nuevo horror aguarda a la economía después de la subida de tipos de la Reserva Federal», el cual fue publicado antes de Navidad:

 

«La agitación en los mercados está garantizada dado el hecho de que los bancos y empresas han sido totalmente dependientes de las tasas de interés a cero por ciento y de los préstamos interbancarios gratuitos de la Reserva Federal. Estos (bancos y empresas) han estado utilizando dichos préstamos a bajo o ningún costo, principalmente para recompras de acciones, o sea, para adquirir sus propias acciones y reducir el número de éstas en el mercado y así elevar de forma artificial el valor de las restantes, con lo que empujan al alza toda la bolsa. Ahora que se han terminado esos préstamos a casi cero por ciento de interés, los bancos y empresas no serán capaces de costear préstamos interbancarios constantes y las recompras de acciones cesarán. De este modo, los mercados colapsarán a corto plazo.

 

Este proceso ya está en marcha con una incrementada volatilidad antes y después de la subida de tipos de la Fed. Se esperan más movimientos erráticos en las acciones (de 300, 500 puntos o más) hacia arriba y hacia abajo y de manera más frecuente, con la tendencia general descendiendo al rango de los 15 mil puntos para el Dow Jones, en los primeros dos trimestres de 2016. Subidas extraordinarias pero de corta duración tendrán lugar en ciertos momentos (en Navidad y Año Nuevo hay propensión a las sesiones positivas), mas estas sesiones de choque son tan sólo una señal de volatilidad e inestabilidad mientras llega el golpe».

Los mercados se derrumbaron inmediatamente después del comienzo de año. Era una predicción muy fácil de hacer y la cual he estado reiterando por meses; tan fácil como predecir en qué momento la Reserva Federal iba a aumentar los tipos, sólo basándose en el historial de ésta de incrementar la inestabilidad de manera deliberada por medio de una política errada que conduce la economía a una espiral deflacionista. La Fed lo hizo durante la Gran Depresión y lo está haciendo de nuevo.

No es coincidencia que los mercados mundiales empezaran a hundirse después de la subida de tipos de la Reserva Federal; el préstamo interbancario sin costo a los bancos y empresas era la clave que mantenía los valores de las acciones en una posición relativamente estática; si EEUU se desacelera, el planeta se desacelera. Tan pronto como la Fed termina con el estímulo y la manipulación, el castillo de naipes se desmorona.

Lo he dicho muchas veces y lo diré de nuevo: si usted cree que la motivación de la Fed es ampliar o proteger la economía de EEUU o su moneda, nunca entenderá por qué este organismo toma las decisiones que lleva a cabo. Por el contrario, si usted comprende y acepta el hecho de que la Reserva Federal es un ente saboteador que labora cuidadosa y paulatinamente con el fin de destruir a EEUU y pavimentar el camino hacia un nuevo sistema global centralizado, todas las piezas encajarán.

Para resumir, no está previsto que la economía de EEUU –tal y como la conocemos- sobreviva unos pocos años más. Lean mi artículo «Explicación del juego económico final» para informarse más a profundidad acerca de por qué se ha estado preparando un colapso y cuál es la meta que se ha admitido públicamente, incluyendo el ensayo de la revista The Economist de 1988 bajo el título «Preparémonos para una moneda mundial en 2018». Este artículo describe el plan de degradación del dólar y del sistema estadounidense para abrir el sendero a una moneda de reserva derivada de una cesta global de divisas (Derechos Especiales de Giro).

Es harto estúpido asumir que, a pesar de que EEUU ha ostentado el título de rey mundial del consumo por décadas, no tengamos una cuota de responsabilidad relevante en el motor de la economía mundial que ya petardea.

Las economías caen porque la demanda cae y la demanda cae porque los estadounidenses no están comprando. Los estadounidenses no están comprando porque están en bancarrota y están así por culpa de las políticas de un banco central que ha creado un ambiente de destrucción de la riqueza. Esta destrucción de la riqueza ha estado en curso, mas ahora es que se está haciendo realmente palpable. La volatilidad que apreciamos en las naciones en desarrollo es irrisoria si la contrastamos con el caos financiero que ahora enfrentamos; cualquiera que intente desestimar los peligros de un colapso de EEUU o la amenaza que esto representa a los ciudadanos que no estén preparados para este escenario, o es un idiota o trata de distraer o desviar la atención de la realidad. Sin duda, los meses por venir corroborarán esto.

-Autor: Brandon Smith (fundador del sitio Alternative Market Project y cofundador de Neithercorp Press. Analista macroeconómico y de medios de comunicación).

-Texto original disponible en: http://www.alt-market.com/articles/2787-the-us-is-at-the-center-of-the-global-economic-meltdown

-Traducido del inglés por: Adán González Liendo

Nota del traductor: el texto de Smith es una pieza muy valiosa para el análisis de la depresión capitalista en las filas revolucionarias, por eso consideramos un deber traducirlo al español. Evidentemente no compartimos la teoría de la conspiración de que «poderes ocultos» intenten destruir a EEUU y su economía; eso es tratar de vender la especie de que la crisis estructural es un evento programado y no una «falla de origen». La cruda verdad es que el sistema de la plusvalía está en una profunda depresión desde 2008 y EEUU, como epicentro, está haciendo aguas. La actual coyuntura es una oportunidad extraordinaria para la masa obrera a escala internacional y puede conducir a escenarios muy interesantes en el futuro inmediato. ¡Sigamos en la lucha!