Luis Casado
Las técnicas gubernamentales para «recuperar la confianza de los mercados» se resumen a una sola: poner un mangante a cargo de las finanzas públicas. Macri lo tiene claro.
Ya estamos: el cambio llegó, por fin, a Argentina. ¿Cambio? Mauricio Macri posa de liberal, en fin, de neoliberal: su ciencia infusa, su panacea universal, su “como pomada” de Don Quijote, esa que cura todo al instante, es “devolverle la confianza a los mercados”.
Hace casi cuarenta años que los regentes del burdel planetario ocupan lo esencial de su tiempo y de su sabiduría en “devolverle la confianza a los mercados” y aquí estamos, sin salir de una crisis para entrar en otra, concentrando la riqueza en pocas manos a tal punto que los economistas serios (sí, sí, también existen) pueden afirmar que de un lado asistimos a una pauperización progresiva de la especie humana y del otro, a la proliferación de un puñado de émulos de Creso, último rey de Lidia –de la dinastía de los mermnadas– cuyo reino estuvo marcado por los placeres y las guerras, ¿acaso no es lo mismo si uno mismo no va a la guerra?, que terminó por cagarla destruyendo su propio imperio.
Tú ya sabes, la Historia suele repetirse, pero lo que en su primera versión fue un drama, reaparece en plan farsa, con – en los roles protagónicos – farsantes eminentes. Macri, decía yo, quiere devolverle la confianza a los mercados, o sea a los Creso, a los que terminarán por destruir hasta los cimientos de lo que alguna vez llamaron civilización.
Para que no pretextes desconocimiento, te recuerdo lo que escribió Étienne de la Boétie allá por el año 1547, en su célebre “Discurso de la servidumbre voluntaria”:
El ardid de los tiranos que consiste en embrutecer a sus vasallos nunca fue tan evidente como en la conducta de Ciro hacia los lidios después de que se apoderase de su capital y tomase cautivo a Creso, su riquísimo rey. Le llevaron la noticia de que los habitantes de Sardes se habían rebelado. No hubiese tardado en someterles a la obediencia. Pero no queriendo saquear una ciudad tan bella ni verse obligado a mantener allí un ejército para dominarla, se le ocurrió un método admirable para asegurarse de su posesión. Implantó burdeles, tabernas y juegos públicos, y luego publicó un mandato que obligaba a los ciudadanos a asistir a ellos. Los resultados fueron tan satisfactorios que nunca más tuvo que sacar la espada contra los lidios. Esos miserables se dedicaron a inventar toda suerte de juegos, de modo tal que de su gentilicio los latinos formaron la palabra con la que designaron lo que llamamos pasatiempos y que ellos llamaron «ludi» por deformación de Lidia.
(Étienne de la Boétie. Discurso de la servidumbre voluntaria. Traducción del francés antiguo de este pechito).
Ya ves, la farándula no nació ayer, el objetivo sigue siendo el mismo, los miserables sometidos siguen sometidos, con el morbo agregado que en el tiempo presente, hacia fines de año, le juntan plata a la Teletón. Noviembre suele ser un mes en el que los mercados, encabezados –»en el campo de flores bordado»– por la CMPC, recuperan la confianza.
Macri lo va a tener fácil. Bastaba con nombrar un ministro de Hacienda proveniente de un banco. Agregando, aquí y allí, un poquillo de diversión, de recreo y de solaz para hacer pasar la píldora. En lo que concierne al ministro de Hacienda, ya está, nombró a Alfonso Prat Gay, empollado por JP Morgan.
En materia de confianza, JP Morgan y otros filibusteros como Goldman Sachs, HSBC, Deutsche Bank, Barclays, Royal Bank of Scotland, UBS, Citigroup, Bank of America y la Société Générale, son especialistas, o como dice la Lingua Comoediae Chilensis, “expertos”.
Nadie mejor que ellos para restablecer la confianza, visto que su Hermandad de corsarios, piratas y bucaneros determina qué trampas, trucos y pillerías pueden traer decenas de miles de millones de dólares de lucro a compartir, de la manipulación del Libor y el Euribor a la colusión en materia de tasas de interés para créditos inmobiliarios, privatizaciones dolosas, funámbulos LBOs, quiebras fraudulentas diversas y variadas, y otras delicias de los mercados financieros como la gozada de los productos financieros derivados.
Cuando los mercados sienten titilar en las cercanías de sus nalgas algo parecido a la desconfianza, utilizan el recurso del método: imponen algún “experto” de sus filas en los gobiernos de turno, dizque democráticos.
Fue el caso en Grecia con Lukas Papademos, en Italia con Mario Monti, y con Mario Draghi en el Banco Central Europeo. Los tres venían de Goldman Sachs. ¿Te sorprende? Los tres estuvieron involucrados en la manipulación de las cuentas del Estado griego, para hacerle entrar con forceps en el euro, lo que provocó la interminable agonía de la economía helena y su caída en los infiernos de la deuda impagable.
Los gobiernos yanquis pueden exhibir todo un catálogo de piratas venidos de la banca a administrar las platas públicas. Larry Summers es uno de esos numeritos, pero tal vez el peor sea Henry Paulson, nombrado Secretario del Tesoro por George W. Bush para hacerle frente a la crisis provocada por la estafa de los créditos subprime, estafa inventada e iniciada por un cierto Paulson Henry a la cabeza de Goldman Sachs.
Hoy el gobierno europeo (la Comisión Europea) es presidido por Jean Claude Juncker, bucanero que durante más de treinta años se dedicó al fraude fiscal planetario en escala industrial, como ministro de finanzas de Luxemburgo primero, y luego como primer ministro de ese paraíso fiscal.
Si Francia tuvo un presidente de la república venido directamente del Banco Rotschild (Georges Pompidou), su actual ministro de economía, nombrado por el muy socialista François Hollande, fue extraído del mismo banco.
Ya ves, la confianza de los mercados merece que un filibustero se haga cargo de la Hacienda pública, y Mauricio Macri lo tiene claro. Ahora puedes comprender por qué la Bolsa de Buenos Aires comenzó a subir como espuma.
Macri espera que los más de 200 mil millones de dólares que los Creso locales tienen apozados en el extranjero, regresen a reproducirse en Argentina al calor de la confianza recobrada, es el caso de decirlo.
La recuperación económica de Argentina ya es como si estuviese hecha. La recuperación económica de los argentinos es otra cosa, y le vale madre a Macri y a la madre de Macri.
Un consejo: si un día llegas al gobierno, en fin a un gobierno, y no encuentras ningún corsario bancario que poner a mangar en los presupuestos públicos, te queda el recurso del semillero del FMI. O en estricto rigor del Banco Mundial. Ya nombrado tu ministro de Hacienda, sólo te queda implantar burdeles, tabernas, juegos públicos, teletones, fútbol, conciertos de rock y de reggaetón. Parece que todo eso divierte al personal, lo aweva y termina aplaudiendo.
*) Luis Casado, analista chileno
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