La Jornada

 

Buenos Aires. 18-12-15.- El peso mayorista de Argentina se desplomó el jueves más de un 26 por ciento, en línea con lo esperado por el mercado, luego de que el nuevo gobierno eliminó las restricciones que desde hace años mantenían sobrevaluada a la moneda local en la plaza oficial de cambios y alejados a muchos inversionistas.

La moneda de la tercera mayor economía de América Latina cerró a 13.38 unidades por dólar, desde las 9.8275 de la víspera, tras moverse al ritmo de las fuerzas del mercado por primera vez en cuatro años.

 

El desplome del peso acelerará aún más la inflación -que hoy supera el 20 por ciento anual-, golpeará al consumo y hará que la economía argentina termine el año próximo estancada o con una leve recesión, pero la devaluación sería un impulso crucial para que la actividad vuelva a crecer en el 2017.

Un día después de que el gabinete del presidente Mauricio Macri anunció el fin de los límites para acceder a divisas impuestos por la gestión anterior, el peso abrió la sesión en 14 por dólar para luego reducir su debilidad cuando exportadores liquidaron divisas en una operación acordada con el gobierno, según operadores.

«Creo que este país ha vuelto a transitar los carriles normales. La economía libre va a determinar el valor que tiene que tener la moneda», dijo Patricio Carli, un empleado administrativo en el centro financiero de la capital argentina.

Las restricciones para la compra de dólares para empresas y personas fueron instauradas en el 2011 por la ex presidenta de centroizquierda Cristina Fernández, que tuvo que aplicarlas para evitar fugas de capitales en una economía estancada por la falta de divisas.

Pero el sistema generó una enorme brecha en la cotización del dólar en la plaza oficial y en el mercado negro, en un país donde es costumbre refugiarse de las turbulencias económicas en la moneda estadounidense.

En el reducido mercado informal, el peso registró una apreciación del 1.18 por ciento al cotizar a 14.35/14.40 unidades por dólar.

La bolsa caía un 0.97 por ciento, al absorber las utilidades de apertura. En las cinco sesiones anteriores, había acumulado un retroceso del 9.52 por ciento.

Los bonos subían moderadamente, porque ya descontaban la devaluación.

Día ajetreado

Los argentinos tienen experiencia en devaluaciones fuertes.

La última vez que habían sufrido una fue durante la crisis del 2001-2002, cuando el país cayó en un default por 100 mil millones de dólares y el dólar pasó en apenas unos meses a cotizar al triple.

«Hacía rato que no teníamos un día tan ajetreado, esto me hace acordar a la crisis con la salida de (el presidente Fernando) De la Rúa y la llegada de (Eduardo) Duhalde por la salida de la convertibilidad», dijo otro operador del mercado.

Los operadores también comparaban la situación con el final del Gobierno de Raúl Alfonsín, que debió dejar la presidencia en 1989, cuando el país vivió meses de hiperinflación.

Pero la situación macroeconómica actual no es tan crítica como en esos períodos.

El presidente Macri, un empresario bien visto por el sector financiero, llegó al poder con la promesa de eliminar políticas intervencionistas como las restricciones a la importación y a la exportación que espantaron a las inversiones y en muchos casos generaron una contracción de la actividad económica.

Productores agrícolas de Argentina esperaban la devaluación y la oficialización de la baja de impuestos a la exportación de granos para desprenderse de millones de toneladas guardadas desde hace semanas, lo que inyectaría en el corto plazo miles de millones de dólares a las alicaídas reservas del Banco Central.

Fausto Spotorno, economista de Orlando Ferreres y Asociados, estimó que con las políticas del nuevo Gobierno la actividad del país podría crecer alrededor del 3 por ciento en el 2017.

«Lo que uno espera es que estas medidas permitan reordenar la economía para empezar a crecer», dijo Spotorno a Reuters.