EL QUINTO PATIO
CAROLINA VÁSQUEZ ARAYA
Después de los escándalos de corrupción que han marcado el año —de entre los cuales la Línea se llevó las palmas, aun cuando no es el único ni el peor—, los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) no deben sorprender a nadie. Por supuesto, no ha sido la red criminal liderada y explotada por los altos mandos del Estado y del empresariado la mayor culpable de la pobreza en la cual se debate el 60 por ciento de los guatemaltecos.
Si echamos una mirada hacia atrás, nos daremos cuenta de una tendencia marcada a privar a la ciudadanía de oportunidades de desarrollo, una realidad presente en todas las administraciones anteriores en todo el período democrático. Por ende, el futuro de la población ha sido condicionado por un sistema que la empuja por debajo de la línea básica de satisfacción en su nivel de vida, sin posibilidades de remontarla.
Pero eso no es lo único que nos dice la Encovi. También entre sus líneas se revela el terrible estado de discriminación y racismo implícito en las políticas públicas y en los proyectos de inversión social. Los números lo dicen: 4 de cada 5 personas de las etnias indígenas se encuentran sumidas en la pobreza, un dato que guarda estrecha relación con los indicadores de migración interna y el flujo creciente de jóvenes cuya única meta es cruzar las fronteras en una aventura suicida para alcanzar el sueño americano. En comparación, una de cada dos personas no indígenas se encuentra en estado de pobreza total.
Y hablando de jóvenes, ¿qué dice la Encovi sobre ese importantísimo segmento de la población? He aquí algunos datos para comenzar a pensar en la clase política y económica que marca las reglas en el país: 7 de cada 10 niños y niñas menores de 10 años viven en estado de pobreza. Es decir, ese vivero de nuevos ciudadanos ha llegado al mundo en una situación de desamparo y privaciones, cuya fuerza les mantendrá en un estado precario y mínimo de sobrevivencia, lo cual para la mayoría resultará en la incapacidad permanente de realizar un proyecto exitoso de vida.
Estos datos lamentables de la situación nacional revelan algo más que las consecuencias de la corrupción, la incapacidad y la miserable actitud de los protagonistas en cuyas manos se encuentran las riendas del poder. También presenta un retrato del estado psicológico de una ciudadanía aplastada por hechos en los cuales no tiene incidencia alguna, porque su preocupación mayor no está enfocada en la participación política, sino en la supervivencia propia y de su núcleo familiar. Y de eso se aprovechan gustosos los dueños de la finca.
La información provista por la Encovi ofrece una vista panorámica de los enormes retos a enfrentar por la nueva administración que asumirá el 14 de enero. En las estadísticas frías y concisas se pierde de vista la dimensión humana del drama en el cual viven más de nueve millones de pobres, cuyos ingresos no alcanzan ni siquiera para adquirir los alimentos básicos necesarios. De ahí a proveer de educación de calidad a sus hijas e hijos, tener acceso a una vivienda digna con servicios básicos, disponer de atención en salud adecuada y oportuna, es algo fuera de toda posibilidad.
Ante este panorama, las perspectivas de desarrollo dependen de un esfuerzo de generaciones, a partir de una política de reconstrucción integral de las capacidades del Estado, pero también del concurso de otros sectores directamente involucrados en el desastre reflejado en esta encuesta, secuelas de un comportamiento absolutamente inmoral de los sectores dominantes.
elquintopatio@gmail.com
Si echamos una mirada hacia atrás, nos daremos cuenta de una tendencia marcada a privar a la ciudadanía de oportunidades de desarrollo, una realidad presente en todas las administraciones anteriores en todo el período democrático. Por ende, el futuro de la población ha sido condicionado por un sistema que la empuja por debajo de la línea básica de satisfacción en su nivel de vida, sin posibilidades de remontarla.
Pero eso no es lo único que nos dice la Encovi. También entre sus líneas se revela el terrible estado de discriminación y racismo implícito en las políticas públicas y en los proyectos de inversión social. Los números lo dicen: 4 de cada 5 personas de las etnias indígenas se encuentran sumidas en la pobreza, un dato que guarda estrecha relación con los indicadores de migración interna y el flujo creciente de jóvenes cuya única meta es cruzar las fronteras en una aventura suicida para alcanzar el sueño americano. En comparación, una de cada dos personas no indígenas se encuentra en estado de pobreza total.
Y hablando de jóvenes, ¿qué dice la Encovi sobre ese importantísimo segmento de la población? He aquí algunos datos para comenzar a pensar en la clase política y económica que marca las reglas en el país: 7 de cada 10 niños y niñas menores de 10 años viven en estado de pobreza. Es decir, ese vivero de nuevos ciudadanos ha llegado al mundo en una situación de desamparo y privaciones, cuya fuerza les mantendrá en un estado precario y mínimo de sobrevivencia, lo cual para la mayoría resultará en la incapacidad permanente de realizar un proyecto exitoso de vida.
Estos datos lamentables de la situación nacional revelan algo más que las consecuencias de la corrupción, la incapacidad y la miserable actitud de los protagonistas en cuyas manos se encuentran las riendas del poder. También presenta un retrato del estado psicológico de una ciudadanía aplastada por hechos en los cuales no tiene incidencia alguna, porque su preocupación mayor no está enfocada en la participación política, sino en la supervivencia propia y de su núcleo familiar. Y de eso se aprovechan gustosos los dueños de la finca.
La información provista por la Encovi ofrece una vista panorámica de los enormes retos a enfrentar por la nueva administración que asumirá el 14 de enero. En las estadísticas frías y concisas se pierde de vista la dimensión humana del drama en el cual viven más de nueve millones de pobres, cuyos ingresos no alcanzan ni siquiera para adquirir los alimentos básicos necesarios. De ahí a proveer de educación de calidad a sus hijas e hijos, tener acceso a una vivienda digna con servicios básicos, disponer de atención en salud adecuada y oportuna, es algo fuera de toda posibilidad.
Ante este panorama, las perspectivas de desarrollo dependen de un esfuerzo de generaciones, a partir de una política de reconstrucción integral de las capacidades del Estado, pero también del concurso de otros sectores directamente involucrados en el desastre reflejado en esta encuesta, secuelas de un comportamiento absolutamente inmoral de los sectores dominantes.
elquintopatio@gmail.com
Blog de la autora: El Quinto Patio