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12-12-15.-Los jóvenes Argentinos están cansados de la crisis de su país. Buscan formas novedosas de hacer política y la encuentran en las culturas que el Estado no pudo exterminar: la de los Pueblos Originarios.
-Antes que nada: Argentina no existe. Argentina es un invento europeo, instalado hace algo más que 200 años. Antes de la llegada de Colón el continente se llamaba Abya Yala, nombre que le dio el pueblo Kuna de Panamá y Colombia. Y quiere decir: tierra en plena madurez. Durante los siguientes siglos esta tierra se llenó de plomo y sangre, sus habitantes fueron asesinados o esclavizados y el continente se convirtió en una fuente de recursos para otro continente con pocos recursos: Europa. Argentina no representa sus pueblos sino las estructuras coloniales aún vigentes.
Por lo tanto no es sorprendente que el futuro nuevo presidente pertenezca a la clase alta. Los 32 millones de electores eligieron -el 22 de noviembre – entre Daniel Scioli, empresario, ex-competidor de carreras de lanchas y Mauricio Macri, empresario. Algo más que la mitad se decidió por Mauricio Macri. El segundo país más grande de Latinoamerica todavía no está listo para alguien que represente a Abya Yala.
A pesar de eso algo se empezó a mover en el continente ya hace unos años y también en el Río de la Plata. Jóvenes Argentinos de clase media urbana se están orientando cada vez más a las culturas de sus ancestros. Durante las vacaciones de verano viajan miles y miles hacia el norte del país, hacia Bolivia, Perú y Ecuador en búsqueda de lo que sus padres y abuelos europeos tenían que cortar: sus raíces. Los y las jóvenes saben que se puede encontrar en las culturas de Abya Yala, sienten que algo está pasando que quiere poner luz sobre el pasado.
Barro como respuesta a la crisis
Una expresión visible del cambio, de la descolonización del pensamiento, son las casas de barro. En Argentina brotan como hongos casas de tierra, que desde siempre fueron construidas en Abya Yala. Los municipios no dan a basto en ajustar sus ordenanzas de construcción, y al mismo tiempo ya esta lista la próxima casa de barro. Arquitectos ofrecen talleres para construir con materiales que vuelven a crecer, las universidades invitan a bio-constructores para dar charlas, programas de televisión sacan reportajes sobre la nueva-vieja forma de construir y aún en TED-talks se habló del barro. El cambio climático está produciendo un cambio climático en el país, literalmente.
«Construir en barro es como una respuesta a las llamadas crisis», dice Ricardo Tamalet, que hace tres años vive en su casa de barro auto-construida. Recién cuando empezó a construir con barro, cuenta el fotógrafo de 40 años, reconoció cuán lejos había estado de la naturaleza y que las crisis, incluidas las suyas propias, fueron hechas por el mismo. Ricardo Tamalet está consciente que la tierra como material de construcción va más allá de la buena aislación, el intercambio de humedad y la eficiencia energética. Se trata más bien de una reconciliación cultural y un reconocer que durante muchos años se ha comprado algo de Europa, que no tiene mucho que ver con Abya Yala y sus habitantes. Pero en vez de enojarse con la política, la economía y la digitalización intenta crear algo concreto, algo que quede. «La diferencia con la generación de nuestros padres es que nosotros no queremos más créditos», dice Tamalet. «Nosotros queremos construir.»
«Los candidatos no me conocen»
En Argentina se empezó a reconocer cada vez más lo que ha pasado durante los últimos 500 años. Especialmente los jóvenes saben de la destrucción por la minería, saben de los agrotóxicos en los campos de monocultivos, saben de la contaminación de la industria petrolera, de la dependencia del mercado financiero y de la opresión hacia los Pueblos Originarios. Y no quieren seguir viviendo de esa forma.
Uno de ellos es Bruno Crotti. Su familia emigró hace once años a España y cuando él volvió, para un viaje por su vieja tierra en 2014, decidió quedarse impulsado también por la construcción en barro. Aquí, dice el músico de 27 años, hay necesidad de hacer casas y que las personas se junten para construir: «El barro es el material ideal que une a los dos». Si tiene la elección entre la belleza y la indignación elige lo primero. En cambio las elecciones a presidente le da lo mismo: «Ni yo conozco a los candidatos ni ellos me conocen a mí.»
Establecer producción local de verduras
Un poco más pragmático lo ve Germán Garcia, como Tamalet y Crotti de Mar del Plata. Para el biólogo del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) las elecciones pueden tener consecuencias inmediatas, inclusive perder su puesto de trabajo. Pero en eso, dice el hombre de 36 años, no está pensando en serio. «Además tendría suficientes herramientas para buscarme la vida de otra forma.» Más le preocupa la inestabilidad política y que se rompen los vínculos dentro de la sociedad. Obviamente, dice él, Cristina Fernandez de Kirchner, la actual presidenta, tiene sus faltas pero también creó miles de nuevos puestos y sacó mucha gente de la indigencia.
Hace poco Germán Garcia es padre y se mudó con su familia a las afueras de la ciudad – a una casa de barro auto-construida al lado de una huerta orgánica propia. La confianza en la política y la economía a nivel macro la perdió hace rato, su puesto lo ve cada vez más como medio que como fin. «Yo confío en mi familia y en mi capacidad de autoabastecerme, si estalla el caos.” Hace tiempo que planea establecer una producción de verduras con sus vecinos para vender. «Porque es tan importante tener tu propio techo como comer comida sin pesticidas.»
En realidad Argentina no existe. Solo existe la tierra de Abya Yala que está habitada por gente que no se deja volver loca por las crisis. Como lo dice Ricardo Tamalet con Gandhi: Tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo.
* Este artículo es una traducción del alemán y fue primero publicado en el diario TagesWoche en Suiza. El autor nació allá, vive desde 2009 en Argentina y trabaja en la construcción con barro.