29 de Noviembre de 2015.-En la entrevista con Leonardo Boff realizada por Adital, en Belo Horizonte [Estado de Minas Gerais], durante el II Congreso Continental de Teología, el teólogo habla sobre lo que él denomina «vacío de líderes”, destacando la importancia del Papa Francisco como un importante líder mundial. Explica cómo fue la elaboración de la carta de los teólogos de apoyo al Papa, que viene sufriendo una fuerte oposición en la curia romana y por parte de algunos grupos conservadores externos a la Iglesia, que están en contra de las reformas eclesiales. La carta fue firmada por teólogos de América Latina y también por el ex presidente brasilero Luiz Inácio Lula da Silva.

Leonardo Boff reflexiona sobre conceptos como la cultura del cansancio y el capital espiritual, cuestionando la relación del ser humano con la naturaleza, que, para él, es hoy el tema central de la vida. Como ecologista, apoya un cambio urgente en el sentido de evitar una gran catástrofe ecológica social.
 

En su nuevo libro -«Ecología, ciencia y espiritualidad” (Mar de Ideas)- el escritor trata la cuestión ecológica, reflexionando sobre la necesidad de pasar del viejo paradigma basado en la dominación a un nuevo paradigma fundado a partir del acto de cuidar. La obra retrata también cómo Dios, dentro de estos procesos históricos y a pesar de las contradicciones, lleva su creación a «formas cada vez más complejas e inteligentes”.

Un estudioso de la esencia humana, el escritor lanzará, por la editora Voces, el libro «Derechos del corazón: como verdear el desierto”. Según Leonardo Boff, la nueva obra busca el rescate de la razón sensible o cordial, «la única que puede movilizar a las personas a salvar la vida amenazada del planeta Tierra”.

Adital – Usted declaró que hay una falta de líderes en todo el mundo. En el contexto de América Latina, tuvimos elecciones recientes en Argentina, en Guatemala. ¿Cómo evalúa el momento de transición en estos países?

Leonardo Boff – Yo creo que uno de los componentes básicos de la crisis es la falta de personas con liderazgo, con autoridad moral, con palabras de orientación y autoridad, que puedan mostrar un camino a la humanidad. La mayoría de los presidentes del mundo entero sale de las escuelas de Administración, donde son entrenados no para gobernar al pueblo sino para administrar el capital, nacional e internacional, con la política sometida a la economía de mercado, en la cual todo se convierte en una mercadería.

Entonces, hoy, hay una crisis mundial de líderes y, en ese contexto de vacío, surge la figura del Papa Francisco como un gran liderazgo mundial, en dos sentidos: en sentido religioso, reformando la Iglesia, limpiando la Iglesia de sus defectos internos; y en el sentido de un gran liderazgo político, porque hoy vivimos una especie de guerra civil global.

Estados Unidos, después de los atentados a las dos torres [gemelas, en Nueva York], en 2001, dijeron: «nosotros estamos en guerra”, y utilizan todos los medios para resolver los conflictos mediante la violencia. Nunca mediante el diálogo y la negociación, sino con el envío de tropas, con destrucción de las democracias. Así, destruyeron a todos los gobiernos del norte de África y están destruyendo a todos los gobiernos de medio Oriente. Están desestabilizando a todos los gobiernos del mundo entero, humillando y destruyendo países, como Grecia, que es un país quebrado, un pueblo humillado.

De la misma manera con Italia, España y Portugal, que tienen niveles inmensos de suicidio, sobre los cuales nadie habla, con sufrimiento de la población y hambre que Europa no conocía desde la guerra [la II Guerra Mundial]. Prácticamente, en Italia, cada parroquia tiene que organizar un comedor público, donde las personas, inclusive de la clase media, tienen una comida buena por día. De otra manera no comen, porque perdieron negocios, no pagan alquiler, no consiguen vender nada y no tienen cómo sobrevivir; no hay mercado de trabajo, está todo ocupado. Tienen altísimos niveles de desempleo, desesperación y sufrimiento de las familias.

Este sufrimiento nunca es revelado, sólo se revelan estadísticas, sólo hablan del Producto Interno Bruto (PIB), no se habla sobre lo que se esconde detrás. Familias enteras destruidas, empresas pequeñas que fueron a la quiebra, y las grandes que no están sustentándose y deben venderse a otras. La humillación de un pueblo entero, que no logra tener el mínimo de dignidad, de derechos, de trabajo, de casa, de una cierta armonía en su familia, y vive exasperado en una cultura del cansancio.

Adital – ¿Qué es esa cultura del cansancio?

Boff – El cansancio es una gran categoría, hoy todo el mundo está estresado. Es la cultura dominante, hoy, del mundo entero, fruto del tipo de organización que nosotros hicimos. Todo el mundo vive prácticamente colgado del celular durante todo el día, de la tablet o de Internet, recibiendo mil estímulos de todos lados y, cuando llega la noche, está extenuado. La persona no duerme, se desmaya.

Ésta es una cultura de profunda decadencia, que no logra crear un nivel humano de vida en el cual las personas tengan el mínimo nivel de alegría de vivir, de convivir, de tener un desahogo. Viven siempre en el límite de la pobreza, en el límite de perder el status social. Entonces, significa que estamos en un pasaje de un tipo de mundo que funcionó hasta ahora, pero que no logra más autorreproducirse. O cambia o vamos al encuentro de una gran catástrofe ecológica social, con millones de víctimas y daños a los ecosistemas.

Adital – ¿Esta cuestión se relaciona con su nuevo libro «Ecología, ciencia y espiritualidad”?

Boff – Mi nuevo libro trata un poco de esto, sobre cómo está la situación ecológica del mundo hoy, esto es, estamos destruyendo las bases físico-químicas que sustentan la vida. La Tierra está enferma y corre dos grandes riesgos: el calentamiento global y la escasez de agua potable.

Si no controlamos el calentamiento global a 2° Celsius y la temperatura sube 4° o 5°, gran parte de la vida que conocemos no va a poder subsistir, y porciones inmensas de la humanidad van a desaparecer. Si se hace el cruzamiento entre la escasez de agua potable y el calentamiento global, será una catástrofe planetaria, con millones de personas refugiadas, que no aceptarán el veredicto de muerte e invadirán otros países.

El problema de la ecología hoy es central. La ecología no trata sólo de la relación del ser humano con el desarrollo de la naturaleza. El problema hoy es cuál es la relación del ser humano con la naturaleza. La relación es destructiva, es explotar lo más posible la naturaleza, en función no de la vida, sino en función de la acumulación, en función del enriquecimiento, a costa de las grandes mayorías explotadas y de las dos injusticias, social y ecológica. Entonces, esta es una cuestión central.

La ciencia que hacemos y se acelera cada vez más no es una ciencia hecha con conciencia, con responsabilidades. Es una ciencia hecha para el mercado, para el enriquecimiento. No es una ciencia hecha para la vida, para mejorar la salud, para mejorar el tráfico de las ciudades, para mejorar el ambiente cultural de las personas. No. Es una ciencia como instrumento de poder, para dominar a los otros, a la naturaleza, y crear la mayor acumulación posible.

Creo que la salida a esta crisis, a mi modo de ver, viene de una nueva experiencia de la realidad, que se llama espiritualidad. Espiritualidad es que el ser humano se dé cuenta de que tiene dos hambres. Un hambre es de pan y de bienes materiales, que él sacia y hoy sacia con dificultad, porque los bienes están cada vez más escasos, y él está saturado de esos bienes y son bienes finitos. Se acaban el petróleo, las florestas, los minerales. Ese modelo, basado en el capital material, está destinado a entrar en un gran colapso. Ahora, esta crisis puede crear las condiciones para que el ser humano descubra otro capital que está presente en él: el capital espiritual.

Adital: ¿En qué consiste el capital espiritual?

Boff – El capital espiritual está hecho de solidaridad, de cooperación, de cuidado de la «Casa Común”, de la colaboración de todos con todos, del respeto a todos los seres. Es una otra forma de producir, dentro de los ritos de la naturaleza, permitiendo el descanso para que la Tierra se rehaga, y produciendo lo suficiente y decente para todos los humanos y la comunidad de la vida, porque la Tierra no alberga sólo a los seres humanos, sino a todos los demás seres. Florestas, animales, peces, pájaros: también necesitan de la Tierra, también necesitan alimento y a la biosfera.

Entonces, la espiritualidad procura buscar una visión más equilibrada a partir de valores no materiales sino valores espirituales, que no son tangibles. Usted no puede comprar el amor. Usted no puede comprar la solidaridad, la compasión. No están en el mercado, son valores del corazón.

Puede ser que, como legado de esta crisis, el ser humano descubra esta dimensión espiritual y, a partir de eso, realice la producción y la distribución de una forma más equilibrada, sabiendo que podemos ser más con menos y teniendo como lema fundamental la sobriedad compartida. Ser sobrios. Podemos ser más con menos, ésta es mi esperanza. La espiritualidad es importante y no es una derivación directa de las religiones.

Las religiones pueden crear espiritualidades, pero la espiritualidad tiene una raíz más profunda. Es una dimensión de lo humano, así como la inteligencia, así como la voluntad. La dimensión espiritual es la dimensión de lo profundo, en la que el ser humano se interroga sobre el sentido de la vida, de dónde vino, hacia dónde va, cuál es su responsabilidad ante la Tierra, cuidar o destruir. Éstas son las dimensiones espirituales. De esa espiritualidad nacen las religiones. Cada una es diferente en sus ritos, sus doctrinas, sus dogmas, pero beben de esa fuente que está dentro de cada persona humana. Cada ser humano tiene una dimensión espiritual, una dimensión corporal, y tiene la dimensión psíquica, que es interna. Y existe la dimensión profunda que es el espíritu.

Creo que el futuro puede ser fatal, que así sea, pero si los seres humanos fueran inteligentes, tuvieran sabiduría y aprendieran con y a partir del sufrimiento y de la crisis, ellos podrán comenzar a construir otro tipo de civilización, en el que el centro no es el desarrollo sustentable, el centro es la vida. La vida de la Tierra, la vida de la gran comunidad de la naturaleza y la vida humana. Entonces, tendremos la tierra de la buena esperanza, la tierra que permite la bienaventuranza de los seres humanos, de vivir en este mundo con alegría y no con un valle de lágrimas.

Adital – En relación con la carta de apoyo al Papa, lanzada recientemente, ¿podría explicar usted cómo fue el proceso de elaboración?

Boff – Hace algunas semanas pasé unos días en Roma y tuve la oportunidad de, por dos veces, conversar largamente con el embajador argentino ante la Santa Sede, que es alguien muy cercano al Papa. Y el Papa hizo un pedido directo hacia mí, porque él está siendo agredido por dos lados. Internamente, oposiciones de obispos, la Curia Romana, inclusive con difamaciones. Externamente, por grupos de laicos conservadores, personas que lo consideran, como Estados Unidos, un comunista, un marxista, porque él exige transformaciones en la economía, en la política, en la defensa de los pobres. Entonces, él está en una situación extremadamente crítica.

Pidió el apoyo de los cristianos y de personas de todo el mundo, personas de buena voluntad interesadas en el bien de la humanidad, para que presten su apoyo explícito hacia él. Entonces nosotros elaboramos una carta, que ya fue traducida al español, portugués, italiano, y va ser traducida a otras lenguas. Nosotros, los del Congreso [de Amerindia], todos firmamos y vamos a mandarla al embajador, que está en condiciones de entregarla al Papa. Pero, nuestro objetivo es lanzarla en los grandes medios de comunicación mundiales, para que, desde el mundo entero haya personas que suscriban esa carta.

Ella está redactada con mucho cuidado, en el sentido de hacer las denuncias, pero fundamentalmente, de mostrar un apoyo al Papa en su proyecto de humanidad, de misericordia, de diálogo, de una Iglesia pobre para los pobres y de un mundo que no utiliza la violencia para resolver los problemas, sino el diálogo y la paz. Es una carta que creo es muy necesaria y estoy feliz porque tuvo un consenso absoluto de los más de 300 teólogos presentes en el Congreso, y seguramente, tendrá el consenso de grandes cantidades de personas en todo el mundo.

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