Mario Bono
La sorpresa fue evidente hasta en los propios dirigentes de la derecha argentina quienes saltaban de alegría ante los resultados electorales favorables publicados a la medianoche del domingo: no podían creer el casi empate con el candidato oficialista Daniel Scioli y el asalto a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país.
Inmediatamente la sorpresa fue diseminada por los medios de comunicación concentrados y encadenados de habla hispana, y la zozobra se apoderó de los sectores progresistas de latinoamérica, quienes aún no pueden entender como después de 12 años de gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, el candidato que ellos mismo contruyeron y que Cristina escogió como continuidad del proyecto político, no haya ganado en primera vuelta o ni siquiera lograra una victoria con una diferencia importante para llegar tranquilos al balotaje.
Así sucede cuando los gobiernos socialdemócratas pactan con sectores de la economía neoliberal nacional e internacional, pero desarrollan un relato de aparente confrontación con esos mismos poderes que, mientras tanto, apoyan a la verdadera derecha que, con un discurso elemental, ramplón y mentiroso engaña a sectores medios de la población para conseguir los votos necesarios e imponer luego un gobierno antiobrero, proimperialista, de privatizaciones y ajustes.
Los medios de comunicación desplegando una guerra psicológica y de campaña sucia sobre algunos candidatos oficialistas contruyeron el camino hacia el zarpazo sobre la provincia de Buenos Aires e hicieron desplazar el voto hacia la derecha, tras más de 10 años de mejoras económicas y sociales objetivas del gobierno kirchnerista que, producto de errores propios y traiciones internas, perdió un caudal importante de votos en la primera vuelta dejando herido al Frente Para la Victoria de cara al 22 de noviembre próximo con un candidato débil ideológicamente, con poco carismo personal y sin el aparente apoyo del kirchnerismo puro y duro sospechado de ni siquiera votar por Scioli.
El acuerdo electoral y la escogencia de Daniel Scioli como candidato parece ser un nuevo error político de la presidenta argentina quien parece estar más preocupada por la provincia de Santa Cruz, donde su hijo será diputado y su cuñada gobernadora, antes que realizar un apoyo contundente a su candidato.
Así, comienza una nueva etapa de zozobra regional que pone en vilo a los sectores progresistas y de centro izquierdas que ven como el neoliberalismo contraataca a Dilma, Maduro, Correa y Evo de la mano de los laboratorios psicológicos-mediáticos de los poderes económicos contra los países que no forman parte del Tratado Transpacífico dominado por los Estados Unidos.