Miguel A. Canosa
Que si utiliza demasiado las cadenas nacionales de radio y televisión, que si cada vez que habla hace referencia muy seguidamente a su propia persona, que si habla de temas que no sabe y se equivoca, que es muy soberbia, que trata mal a sus ministros: cualquier supuesto defecto es suficientemente magnificado por los canales privados de televisión para estigmatizar y generar un sentimiento de rechazo y odio contra Cristina Fernández.
Esta constante y permanente agresión psicológica contra la clase media argentina consiguió que personas que se encuentran actualmente en condiciones socioeconómicas muy superiores a las que se encontraba cuando Néstor Kirchner inició su presidencia en 2003, afirmen que nunca votarían por Daniel Scioli, candidato del Frente Para la Victoria.
La guerra psicológica de laboratorio lanzada contra la población argentina se enmarca en una plataforma de envío de matrices de opinión diseñadas por especialistas en guerra de cuarta generación que tiene como base de operaciones a centros de neurolinguística instalados en Washington donde se formaron cientos de productores y comunicadores de latinoamérica que dictan los criterios y las líneas editoriales de los canales y radios como así también los temas que deben sostener las agendas cotidianas de programación.
La red montada se alimenta a partir de la «big data» obtenida por la NSA para crear la información y la opinión que inunda la programación de los canales una vez que una noticia bomba se ha lanzado al aire. Así, en Argentina se ha saturado a los usuarios de medios de comunicación audiovisual durante meses con temáticas de corrupción, lavado de dinero, y malversación sumadas a la inseguridad e inflación como caballitos de batalla del Grupo Clarín y sus sicarios creadores de una realidad ficticia instalada en el inconciente de quienes son blanco de un verdadero experimento real de inducción a la autoagresión, pues se lleva a los individuos a elegir representantes políticos que a todas luces desarrollan políticas contrarias a sus propios deseos e intereses personales.
Una vez más la maquinaria del poder mediático ha ganado una batalla el 25 de octubre pasado y tal como van las cosas, estando el kirchnerismo sin reacción y con sus referentes dañados por el golpe electoral propinado por la derecha de Macri, parece destinada a entregar 12 años de logros políticos, sociales y económicos a un grupo de hijos de ricos que provienen de ONGs financiadas por EEUU y que ocultan su verdadera ideología, para así poder instalar un régimen neoliberal, proestadounidense, y antimercosuriano, con aliados como Aznar, Vargas Llosa, Capriles, Aecio Neves, Piñera, Uribe o Lacalle, las peores lacras del capitalismo de habla hispana.