Algunas semanas atrás el Prof. James Petras publicó un artículo en Global Research (The Two Faces of Capitalism and Left Options, Las dos caras del capitalismo y las opciones de la Izquierda) en el que analiza las relaciones de lo que identifica como dos bloques capitalistas derechistas: el bloque Norteamérica-Unión Europea y el bloque China-Rusia. En su artículo Petras analiza las relaciones de estos dos bloques capitalistas con gobiernos y movimientos del mundo, que incluyen a quienes él define como centro izquierda en América Latina, nacionalistas y seculares en el Medio Oriente y otros nacionalismos del resto del mundo –sin considerar el gobierno del Partido de los Trabajadores de Brasil y el gobierno reelegido de Syriza en Grecia, que aunque son todavía llamados de izquierda han capitulado al bloque Norteamérica-Unión Europea y son para Petras parte de este bloque. Petras identifica la arrogancia y la diversidad de intervenciones y conspiraciones del bloque Norteamérica-Unión Europea con respecto al resto del mundo e incluso al bloque Chino-Ruso, este último también representante de una forma de capitalismo pero de mal menor.
Las relaciones comerciales y de inversiones de los países que tratan de vivir en un proyecto político diferente reciben del bloque Chino-Ruso un mejor trato; Petras agrega que no por esto debemos idealizar estas relaciones y verlas como relaciones con aliados tácticos. No debemos olvidar que tanto China como Rusia han abandonado a gobiernos caídos en desgracia ante el bloque Norteamérica-Unión Europea. Petras explica: “Todos los gobiernos operan en un mundo capitalista donde no hay aliados permanentes, sólo intereses permanentes” por lo que no es recomendable entregar sectores económicos estratégicos al bloque Chino-Ruso, este bloque también tiene oligarquías propias y millonarias con la diferencia de que por ahora los estados Chino y Ruso no acompañan a saboteadores y conspiradores contra gobiernos soberanos. Podríamos agregar, por hechos recientes, que además Rusia ha tomado una posición defensiva relevante, sólida, frente a la gran conspiración occidental contra el resto del mundo.
El análisis de Petras podría servirnos para entender las relaciones entre gobiernos Latinoamericanos. Por ejemplo, la resistencia de la Revolución Cubana fue acompañada, en 1994 en Chiapas, por el levantamiento al mando del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional que devolvió esperanzas liberadoras al continente. El triunfo presidencial de Hugo Chávez en 1998 en Venezuela aclara el panorama político, mostrando que todo no estaba perdido como pregonaban las oligarquías latinoamericanas y los ex-izquierdistas convertidos en apologistas y defensores de las élites y el imperialismo. Venezuela comienza a vivir un cambio constitucional que hace posible la implementación de un proyecto de reformas y favorece una posición bolivariana –como la llamara Hugo Chávez, que desafiaba de alguna manera al imperialismo reinante y en menor grado a la oligarquía venezolana misma, que aunque no fue tocada mayormente en sus intereses económicos se sintió igualmente amenazada y ha reaccionado haciendo todo lo posible para destruir el proyecto bolivariano. Este proyecto ha tenido un impacto en América Latina pero también en el mundo seguido por el triunfo político de proyectos alternativos en Bolivia y en Ecuador que eventualmente se unieron a Venezuela y que llevaron a la formación del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) junto a Cuba, Nicaragua y seis pequeñas naciones caribeñas.
Tanto el ALBA como el luego frustrado Banco del Sur –eran proyectos que para Chávez atraerían a otros gobiernos autodefinidos como “progresistas” en especial a los gobiernos de Brasil y de Argentina que habían ya rechazado el ALCA (tratado de “Libre Comercio” promovido por Estados Unidos). Debemos aclarar que el rechazo al ALCA no fue por motivos latinoamericanistas sino por intereses nacionales y esta confusión ha favorecido mayores confusiones que nos persiguen hasta nuestros días. ALBA es una unión económica y política basada en la solidaridad y en un intercambio justo; ha sido quizás un proyecto único en el mundo y por ello desafía a quienes funcionan de forma muy diferente basados en la opresión a los pueblos y favoreciendo una ideología neoliberal o neoconservadora imperialista y occidental. Para los centros del poder imperialista está muy claro quiénes son sus amigos y quiénes no lo son; y, la perspectiva de cómo proceder con respecto a los diferentes gobiernos de América Latina es clara también. Basta visitar un centro de estudios, una consultora de inversiones, agencias del gobierno estadounidense y canadiense, centros bursátiles y prensa oficial (empresarial) para entender quiénes son el enemigo para ellos. Los ricos nunca se confunden de enemigo ni aceptan “gobiernos neutrales.” Sus exigencias son siempre claras: estas con ellos o en contra de ellos.
En Canadá, cuando se anunció el fallecimiento de Chávez en el 2013 el Primer Ministro Stephen Harper dijo: “Esto es una buena noticia para el mundo y para los negocios.” Es una actitud que no ha cambiado, hoy se siguen difundiendo las “atrocidades del gobierno venezolano” y se habla constantemente de que Venezuela está hundida en el “caos social y económico” y se define al presidente venezolano Nicolás Maduro como “un dictador a cargo de un gobierno corrupto y violador de los derechos humanos.” Similares barbaridades se difunden sobre Bolivia y su presidente al quien presentan siempre como “indio cocalero” y sobre Ecuador y su presidente destacado siempre como alguien que continuamente “ataca la prensa libre.” El gobierno argentino tampoco se ha salvado; ha sido presentado de forma muy negativa y desprestigiado con prejuicios; nunca ha recibido merecidos elogios por el marcado proyecto de derechos humanos que ha implantado en Argentina luego de la terrible Guerra Sucia. La prensa en occidente favorece sin tapujos a los gobiernos terroristas de México y Colombia, admirados de su “progreso y democracia;” la prensa también distorsiona la realidad de Chile y de Uruguay, considerados amigos de occidente por haber aceptado completamente la ideología neoliberal y sus recetas económicas.
En este cuadro actual se desarrolla toda la dinámica de América Latina. Por un lado, los gobiernos del ALBA con un proyecto liberador pero con algunas carencias, contradicciones y falta de iniciativa; por otro lado los gobiernos que parecen reformistas sin serlo, y actúan sigilosamente entre la confusión y la adulación de algunos gobiernos del ALBA por un lado y el franco apoyo de instituciones y gobiernos neoliberales por otro. No faltan los gobiernos latinoamericanos francamente pro-imperialistas; estos formaron obedientemente la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México, Perú y además el futuro miembro Costa Rica) con el objetivo principal de favorecer los tratados de Libre Comercio promovidos por el imperio y de atacar para destruir el ALBA. La falsimedia occidental muestra a la Alianza del Pacifico simplemente como una alternativa al Mercosur; no debemos olvidar que la Alianza del Pacifico cuenta con observadores –países latinoamericanos interesados en pertenecer a ella en el futuro entre ellos, inexplicablemente, Ecuador, y menos sorprendentemente Uruguay y El Salvador.
En las últimas décadas, Hugo Chávez, uno de los principales líderes de América Latina y de parte del Tercer Mundo, con energía y entusiasmo llevó adelante medidas de bienestar para su pueblo venezolano y creó espacios de desafío al destino neocolonialista siempre al acecho e imponiéndose en América Latina, Chávez además motivó los movimientos populares de todo el continente. Chávez impulsó organizaciones latinoamericanas y caribeñas con principios bolivarianos, el ALBA y PETROCARIBE son las pruebas más consistentes de ese esfuerzo, aunque se crearon también UNASUR todavía carente de compromiso y poder, incapaz de detener los golpes de estado en Honduras el 2009 y en Paraguay el 2012. UNASUR es ambivalente debido a las posiciones contrarias en su seno y a las contradictorias prioridades y perspectivas de los gobiernos sudamericanos que la integran con respecto al neoliberalismo y al imperialismo. CELAC, la organización americana y caribeña magna no ha sabido salir de su condición de reunión cumbre.
Pienso que Hugo Chávez idealizó conscientemente las relaciones que su gobierno tenía con otros gobiernos latinoamericanos, en especial con el de la Argentina de Néstor Kirchner y Cristina Fernández y el de Brasil de Lula da Silva y de Dilma Rousseff, y de esta forma condicionó indirectamente su proyecto continental. Igual que el bloque China-Rusia en sus tratos con Venezuela y con el ALBA ha sido generalmente respetuoso y ha mostrado cierta solidaridad pero no por eso pueden ser considerados aliados, los gobiernos de Argentina y Brasil nunca fueron aliados del ALBA aunque tampoco fueron enemigos del proyecto pero si han dejado siempre claro su independencia al respecto. En varias oportunidades tanto Kirchner como Lula fueron claros al afirmar que representaban otros proyectos, no al ALBA; Chávez parecía querer ignorar esto quizás porque esta era su estrategia frente al continuo y despiadado ataque de la oligarquía venezolana y del imperialismo. El problema en favorecer este tipo de estrategia es que desorienta a los aliados y confunde a los pueblos, incluso al pueblo venezolano; al final, debilita a los protagonistas latinoamericanos y caribeños del ALBA al no crear una identidad propia que se identifique totalmente con el proyecto emancipador que el ALBA representa y Chávez contribuyó a forjar.
Recuerdo que cuando colapsó la Unión Soviética, Fidel Castro, siempre elocuente y verdadero en sus discursos a su pueblo, dijo claramente que Cuba quedaba sola, que nadie los iba a ayudar y que dependían solamente de su propia fuerza y esfuerzos para sobrevivir ese colapso. Esta verdad claramente expresada aportó mucho, seguramente, a la resistencia del pueblo cubano, resistencia quizás única en la historia. Es fundamental saber que terreno pisamos, lo que no impide que existan relaciones de respeto mutuo con otros gobiernos; es fundamental entender que en algún punto del camino vamos a tener que aclarar cuáles rutas cada uno de nosotros elegimos. La buena intención no basta; el gobierno venezolano ha demostrado muy buenas intenciones, intenciones solidarias y humanitarias con los pueblos latinoamericanos todos y ha sabido mantener una posición amistosa y generosa hasta con los jefes de gobierno latinoamericanos menos merecedores de ella. Al tiempo que Chávez abría las puertas al desarrollo del movimiento popular en su país trataba con confianza amigable a Tabaré Vásquez y a José Mujica, que no podemos ignorar frustraron y desarticularon las bases mismas del movimiento popular uruguayo. Lo mismo sucedió con Lula en Brasil y hasta con Michelle Bachelet, presidenta de Chile, elogiada simplemente por su presencia siendo que representaba a un gobierno chovinista de centro derecha enemigo del pueblo Mapuche y más que crítico del gobierno bolivariano de Venezuela.
Otro proyecto bolivariano, TELESUR, creado para informar y así servir de balance frente a la falsimedia mundial, ha sufrido de falta de difusión y no siempre ha cumplido con su papel de difusor de la verdad frente al engaño, la propaganda y la mentira. TELESUR, al no ser consistente en cuanto a su papel revolucionario en América Latina, ha contribuido a la confusión ideológica y práctica. Muchas veces cae en resaltar un positivismo latinoamericano superficial y falto de crítica, por ejemplo cuando muestra los discursos de presidentes latinoamericanos en la última Asamblea de las Naciones Unidas, mezcla la poderosa crítica al organismo que plantea el presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien plantea directamente la necesidad de crear otras Naciones Unidas, una que responda a la necesidades fundamentales de sus miembros y no del imperialismo occidental, con la propaganda barata que plantean otros presidentes latinoamericanos, que usan esta oportunidad como un lucimiento personal mas, un circo.
Sin duda, TELESUR exageró el protagonismo del Papa en sus visitas a América Latina, lo puso como que realmente fuera un salvador y no planteó tampoco crítica alguna, pero todos sabemos y ya no podemos ignorar que la institucionalidad de la Iglesia Católica está quebrada, plagada de escándalos de abusos sexuales y de una historia criminal inaceptable. Defenderla es defender a las oligarquías latinoamericanas y del mundo que han encontrado en esta institución una afirmación personal e ideológica. Cuando TELESUR presenta a José Mujica como una estrella política latinoamericana muestra nuevamente su pobreza de criterio al elegir de modelo a un demagogo y a un cuentista. Cuando nos muestra en primer plano las conversaciones de paz entre el gobierno Colombiano y la FARC vuelve a insistir en fallas garrafales al no diferenciar las partes en conflicto, igualarlas a nivel de bien y de mal y obviar el desafío que para los guerrilleros significa negociar con un gobierno terrorista la entrega de sus armas. Vemos constantemente en TELESUR, y en otros medios, el desarrollo de las nuevas relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba plasmadas como un acercamiento bien intencionado de Estados Unidos con respecto a la Revolución Cubana; en realidad estas relaciones presentan un gran reto a Cuba que tiene nuevamente en su suelo una embajada americana hostil, operando con 27 agencias del departamento de estado (incluidas la CIA, NSA, FBI y sucursales del ejercito y otras) y sin conseguir gran garantía a cambio ni el fin del bloqueo a la isla.
A estas alturas los que se oponen al neoliberalismo, al imperialismo y al capitalismo en general ya debieran sacar conclusiones que todo occidente quizás la excepción de los países del ALBA, ha caído en un verdadero círculo vicioso donde pueblos apoyan una candidatura de supuesta izquierda o con un programa de cambios y si estos suben al poder sin ninguna vergüenza los pueblos son estafados descaradamente y sin duda lo van a seguir haciendo en el futuro cercano. Hay casos espectaculares que vale mencionar como cuando el presidente del Perú Ollanta Humala el año 2011 ganó las elecciones con un programa de cambios y apoyado por la izquierda, antes que este asumiera el poder ya se había dado vuelta a la derecha. Con estas traiciones políticas los pueblos terminan siendo domesticados por lo menos por un tiempo, ya que se les frustran sus alternativas. Vivimos en un mundo en que pareciera que todo va, sin principios ni ética entre esto están los administradores, políticos y muchos dirigentes sindicales de cualquier origen partidista que no se han puesto al servicio de los trabajadores y trabajadoras sino de los ricos. Quizás ya vivimos en una decadencia de la civilización occidental o algo más grande, pero no por eso se tiene que aceptar ser confundido, se tiene que creer en las propias fuerzas del movimiento social y popular, se tiene que seguir creyendo en la participación alegre y crítica.