Narciso Torrealba
El domingo 30, leí en horas de la noche a través de INTERNET, “El espectador”, diario de circulación nacional en Colombia, editado en la capital. La página principal tenía una información, con un título muy llamativo: “En Colombia el paradero de 45.000 personas es incierto” . Seguí indagando sobre esta noticia, para conseguir más adelante, una de las grandes marañas de este sufrido país; precisamente esa fecha 30 de agosto, es recordada, como el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas; una de las grandes manchas de los gobiernos colombianos, supuestamente democráticos.
El informe proviene de nueve valientes mujeres, quienes han sufrido en carne propia este drama por más de 30 años. Los testimonios de estas consecuentes luchadores son pruebas fehacientes del reto planteado: no desmayan en busca de la verdad, como lo deja ver una señora de nombre Fabiola Alinde: “a los desaparecidos hay que buscarlos toda la vida, así uno no los encuentre”. Son 45.000 personas que no se saben dónde están; una de las integrantes de la corporación jurídica libertad, con sede en Medellín, dice lo siguiente: “Tenemos esposos, hijos, hermanas, que no sabemos dónde están. Los pudieron haber desaparecido hace muchos años, pero hoy siguen desaparecidos. No es en esta fecha que queremos poner el tema en la mesa, lo hemos venido haciendo desde hace más de 30 años”.
Este vergonzoso y repudiable pasado y presente colombiano, forma parte de un país, golpeado por gobiernos dedicados exclusivamente a defender los intereses de los poderosos, sin importarles las quejas y necesidades de los más necesitados; el cierre de la frontera lo confirma nuevamente, al subir el calor del problema, como un volcán en erupción; se mantuvo relativamente en calma, mientras los gobernantes de turno coincidían ideológicamente, para darse la mano y felicitarse en nombre de la libertad. Ese mismo libreto era aplicado en nuestro país, en la llamada cuarta República; al llegar el fallecido Comandante Chávez, se empieza a conocer la verdad; no es simple causalidad, que en nuestro país, cantidades de personas se encuentren en la misma situación; desaparecidos y sus familiares sin saber su paradero.
En toda América, comenzando por los Estados Unidos, hasta llegar a la Patagonia, es la misma historia, por una razón muy sencilla, siempre habían imperado dictaduras de manera directa, y en otros casos han sido democracias disfrazadas con verdaderas camisas de fuerza, como el caso norteamericano, donde aplican los derechos humanos, cuando les convienen, como ha quedado demostrado en los últimos meses con los repetidos casos de muertes a personas de color, los llamados afrodescendientes.
En México, no han podido esconder un caso por demás alarmante, como es la masacre de 43 estudiantes normalistas, desaparecidos en Ayotzinapa; las últimas informaciones acusan directamente a las autoridades: “Los 43 estudiantes desaparecieron después de ser capturados por la policía en la ciudad de Iguala, en Guerrero. Al parecer, fueron entregados a una banda en el territorio de un cártel y luego ejecutados en un basurero en Cocula, a 14 kilómetros de distancia. La pandilla quemó los cuerpos y los tiraron en un río” ¿Quién responde por ellos? Hasta ahora la única respuesta es el silencio.
Todo esto nos enseña, la triste realidad en la que se encuentra envuelta la humanidad; en todas partes son conflictos por la subsistencia. En Europa la cantidad de inmigrantes se han convertido en un serio problema; se habla de 23.000 muertos desde el año 2000, pero si estas cifras son aterradoras, también alarman los 107.500 personas registradas en el último mes en países, como Italia, España y Portugal; la mayoría huyen de la represión, el hambre sin importarles el drama, que se encuentran más adelante.
Nadie en estos momentos puede negar la grave situación económica de dos países hermanos, como son Colombia y Venezuela; la gran diferencia está en los gobiernos de turno; mientras del otro lado, echan todo el peso de la carga sobre los más pobres; de este lado hacen todos los esfuerzos para suavizarle la situación a los más necesitados; por esa razón se ha encendido esa confrontación, atizada por el guerrerista Álvaro Uribe Vélez, con un prontuario muy gris en la política colombiana.
Para nadie es un secreto la emigración de los colombianos, sobre todo en américa latina, pero en estos momentos se encuentran dispersos en todo el mundo; es tan polémico el tema, que algunas universidades y academias se han dado a la tarea de estudiar este fenómeno, encontrando datos sumamente interesantes, destacando la represión y la grave crisis económica, nada comparable al éxodo de los venezolanos, aún, cuando aquí, nada está color de rosa; pero muchos se van por corruptos; otros embelesados por los paraísos pintados en el exterior, verdaderos cuentos de hadas. ¿Quién ha creado la violencia en nuestro país? Los defensores del gran capital, tan parecidos a los colombianos, que cada momento coinciden en sus opiniones y acciones.