Doctora Chan, un ejemplo de científico para Cristina
Marcos Piña
Revista Novo
Durante la reciente inauguración de las obras de remodelación en la sede de la facultad de «Odontología» de la Universidad de Buenos Aires (UBA) la presidenta argentina afirmó que «La economía va a crecer a partir de la ciencia y la tecnología, que es lo que nos va a dar la competitividad», al encabezar un acto en la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires, donde resaltó que actualmente se destinan 42.000 millones de pesos del presupuesto a las universidades, a diferencia de los 1.900 millones que recibían esas casas de estudio en el 2003.
No sabemos quienes son aquellos asesores que intercambian ideas con la presidenta Cristina Fernández, pero esta hipótesis del crecimiento de la economía a partir de la ciencia y la tecnología es el mismo cuento que nos quiere imponer el sistema de dominación mundial liderado por los países más desarrollados tecnológicamente, quienes actualmente detentan el 95% de la I+D del mundo y más del 90 % de las patentes.
Cristina pone como ejemplo de inversión en ciencia y tecnología a un caso realmente paradigmático y engañoso como es la Doctora Raquel Chan de la Universidad Nacional del Litoral UNL, quien a partir de fondos aportados por industrias estadounidenses ha desarrollado una variedad de semilla transgénica adaptada a condiciones de humedad y sequías que son patentadas para transferir el conocimiento a la empresa transnacional que aportó para la investigación y que la presidenta vende como ciencia y tecnología argentina y el paradigma de la investigación nacional.
En realidad, sucede que las semillas de soja transgénica “intacta rr pro” de la doctora Chan que ya no son resistentes al glifosato viene a reemplazar a la soja RR porque la patente transgénica vence en 2016, y Monsanto (ayudado voluntaria o involuntariamente por Cristina) debe cobrar por la propiedad intelectual de la nueva «invención».
Para ello además comenzó una campana de satanización del glifosato (que es satánico y siempre lo fue) para que se deje de usar la semilla resistente a este veneno y los productores compren las nuevas semillas resistentes a otros nuevos venenos.
Realmente no sabemos si esa mentira ha sido elaborada por los asesores ministeriales y «gurkas» del CONICET y no se le han dado los elementos de análisis necesarios y suficientes a la presidenta para que pueda llegar a una conclusión acertada, o simplemente compró un eslogan de marketing para hacer campaña política: ambas dos opciones muy pobres intelectualmente para la inteligencia que pareciera ostentar la presidenta argentina.
Del mismo modo que no necesariamente la ciencia y la tecnología conducen al crecimiento y a la distribución de la riqueza, como sucede en el actual sistema capitalista de los países más desarrollados, tampoco es verdad que la actual educación conduce a un empoderamiento de la sociedad, pues la actual educación con un 57% de deserción escolar secundaria, ha sido formateada por los mismos factores que delinean la ciencia y tecnología propiciada por los investigador@s nacionales para terminar trabajando y alimentando las ganancias de empresas extranjeras, especialmente estadounidenses.
Los intereses privados que propicia la presidenta son quienes han privatizado, la educación, la salud, la tecnología, los alimentos y el conocimiento: el modelo que la presidenta propone es aquel que impone la creciente desigualdad social en el mundo y que no logra convencer a las grandes masas poblacionales de las virtudes del sistema basado en la inversión de capital en ciencia y tecnología para lograr ganancias privadas para pocos agentes económicos.
Sin embargo, la Presidenta llamó a «empoderar a la sociedad con educación» y subrayó la importancia de «abrir al pueblo» a la universidad para que el conocimiento no sea «sólo para una elite», algo que -recordó- era postulado por algunos universitarios durante la década del ’70, enfrentados a la dictadura militar.
Pero en realidad, se está masificando un conocimiento pobre y de baja intensidad para muchos que ilusionados en una universidad pseudo nacional termina creando fuerza laboral intelectual para empresas que ganarán dinero a costa del conocimiento que alimenta el capital y las ganacias de empresas transnacionales gracias a científicos como la doctora Chan, ejemplo para Cristina Fernández y su limitado poder de análisis de la compleja realidad global que ingenuamente pretende modificar.