El gobierno de Evo Morales acusa al de Chile de estar conspirando con los huelguistas de Potosí para dañarle la goibernabilidad. La presidenta Bachelet solicitó al mandatario boliviano bajar el tono de sus declaraciones.
El resultado es que ambas cancillerías han puesto sus recursos políticos y propagandísticos en un máximo de tensión, desconocida entre ambas naciones, desde hace mucho tiempo.
Estamos en presencia de otro de los signos de riesgo y reversión del proceso latinoamericano de aproximaciones estatales de interés geopolítico, iniciado hace década y media por el chavismo, continuado por los gobiernos de Lula Da Silva y Néstor Kirchner un año después, al que se sumaron Bolivia, Paraguay y Ecuador desde 2006, y Honduras y Paraguay dos años después con derrotas al poco tiempo.
Bolivia y Chile carecen de relaciones diplomáticas desde 1962, cuando Santiago desvío de manera unilateral el binacional Río Lauca, con un paréntesis entre 1975 y 1976. La relación bilateral se limita a cónsules generales en Santiago y La Paz.
Debajo de este impase diplomático existen causas como los diferendos territoriales entre ambas naciones desde finales del siglo XIX hasta el más reciente en 1962, pero también otros de tipo geopolítico, como las posturas opuestas de ambos gobiernos ante las políticas hemisféricas el gobierno de EEUU.
No debe haber casualidad, sino lo contrario, que este conflicto diplomático con base en un diferendo territorial y un conflicto social en Potosí, entre Chile y Bolivia, aparezca al mismo tiempo que entre Venezuela y Guyana explotó uno similar. Esto habrá que verificarlo con documentación posterior, pero todo indica que por ese lado viene la cosa.
Guyana es una excolonia inglesa a la que Venezuela le reclama el Esequibo, un pedazo de tierra cercenado al terriotorio venezolano a mediados del siglo XIX, un tiempo de pocolonialidad de repúblicas débiles y sometidas. Malvinas o Belice fueron otras grietas entre la treintena que dejó el despojo poscolonial.
A este novedoso proceso llamado de «integración» con ligereza verbal por gente de la política y el periodismo latinoamericano, se sumaron Ecuador, Bolivia, Nicaragua, paraguay y Honduras por breve tiempo debido a sendos golpes que depusierona a sus presidentes.
La delicada tensión diplomática entre los gobiernos de Bolivia, de izquierda, y el de Chie, de derecha, manifiestan que la intergración sigue lejos de esta palabra-concepto y que las viejas grietas poscoloniales pueden ser avivadas según la ubicación geopolítica de cada gobierno. Chile debe estar avivando la grieta con Bolivia, Guyana con Venezuela.
Chile, como se sabe, mantiene estrechas relaciones con los gobiernos de Estados Unidos, sean republicanos o demócratas, y es, junto a Colombia, el eje de la Alianza del Pacífico, una entidad regional desde donde se promueven las pol´ñiticas neoliberales, contrarias a las de los gobiernos centroizquierdistas, o progresistas.
Bachelet dijo que “Nos parece que actitudes y expresiones que no contribuyen al respeto, al diálogo y al entendimiento entre países o entre vecinos como Bolivia y Chile, claramente no son aceptables”, replicó este miércoles la Presidenta Michelle Bachelet a los dichos de su par Evo Morales.
En una entrevista con el diario boliviano El Deber, el gobernante altiplánico dijo que evalúa declarar persona no grata al cónsul chileno Milenko Skokni, a quien acusó de realizar acciones distintas a su rol diplomático al reunirse con personeros opositores a su mandato.
“Hoy más que nunca América Latina requiere y necesita de la unidad, del diálogo y de la cooperación para enfrentar los desafíos del desarrollo, por tanto, no creemos que tengan cabida declaraciones o actitudes que en nada contribuyen justamente a ese clima”, insistió Bachelet.
Los dichos de Evo Morales también encontraron una dura respuesta del canciller Heraldo Muñoz, quien sostuvo ayer que el Mandatario del vecino país “pasó el límite” y respondió a la oferta de diálogo con una “amenaza”. “Nos vemos en La Haya”, remató.
Pero al mismo tiempo, el gobierno de Bolivia dijo el miércoles que presentará pruebas categóricas de la injerencia del cónsul general chileno en La Paz, Milenko Skoknic, en asuntos de política interna. Esta complicada acusación o se anuncia 6 meses después de que Perú acusara a Chile de espionaje contra su seguridad militar.
En el más momento de mayor tensión bilateral desde marzo de 2011, cuando La Paz anunció un juicio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que Santiago se avenga a negociar de buena fe la cesión de una salida soberana al mar, Bolivia dijo que acusará formalmente, con pruebas categóricas, a Skoknic, al cabo de una investigación.
“Sobre las reuniones, las acciones, las diligencias cumplidas por el Cónsul de Chile en Bolivia es un tema que está en proceso investigativo y cuando nosotros tengamos elementos conclusivos, categóricos, los presentaremos a través de los canales correspondientes”, dijo el ministro boliviano de Gobierno, Carlos Romero, durante una rueda de prensa en La Paz.
En las casi 4 semanas de tensión se levantaron voces extraoficiales que denunciaron sin pruebas que el Comcipo había sido infiltrado por Chile, para desestabilizar al gobierno de Morales, que viene de ganar la tercera elección consecutiva con más del 60% de los votos.
El procurador de Bolivia, Héctor Arce, dijo que la inédita estabilidad política desde 2006 a la fecha complica la tradicional estrategia chilena de diluir cualquier amago de reivindicación marítima boliviana, bajo el argumento manido de que se trataba de un coletazo para distraer a la opinión pública de una crisis interna.
“Chile se encuentra en este momento en una situación compleja, en una situación delicada, quizás como nunca se ha encontrado en la historia de esta reivindicación marítima, justamente por la razón fundamental de que tiene al frente un país estable”, sostuvo.
Esa situación, dijo, es la que le hace presumir al Gobierno boliviano que Chile pretende desestabilizar el país, utilizando a su legación diplomática.
La presidente de Chile, Michelle Bachelet dijo en Santiago que los dichos de Morales no eran aceptables. “Esta situación por supuesto nos hace presumir que hay elementos además, como ha dicho el ministro Romero se están investigando, de que Chile podría tratar de influir en la estabilidad política de nuestro país”, agregó.
La situación binacional se agravó cuando el ministro de Autonomías de Bolivia, Hugo Siles, reparó el miércoles en la ciudad de Trinidad, que el servicio exterior de Chile está determinado por la conocida ‘Ley de Amarre’, expedida en 1989, por el entonces dictador militar Augusto Pinochet.
“La mayor parte de los cónsules y diplomáticos chilenos vienen de una tradición pinochetista. Se trata de la ‘Ley de Amarre’ que marcó el servicio exterior de Chile en 1989 y que se extiende hasta la fecha”, precisó el Ministro boliviano.
La afirmación de Siles se registra después que el presidente Evo Morales expusiera sus dudas sobre el accionar del cónsul general de Chile, Milenko Skoknic, de mantener reuniones con la oposición boliviana, para desestabilizar su gobierno, más allá de las prescripciones de la Convención de Viena.