Ollantay Itzamná
 

Desde hace cuatro meses atrás (abril del 2015), Guatemala es motivo de titulares en noticiarios internacionales, ya no únicamente por las masacres violentas, crimen organizado, narcoactividad o la corrupción, sino, ahora, también por la “rebelión” ciudadana que está a punto de destituir “desde las calles” a su gobernante (ex militar) corrupto.

Pero, ¿quiénes mueven los hilos y agendas de esta crisis y “rebelión” ciudadana? ¿Por qué los patrones (el Embajador norteamericano y el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras-CACIF) convocan al pueblo a salir a las calles en contra del Gobierno que encabezaba una organización criminal de defraudación tributaria, incluso concertando fechas?

Económicamente, no es el gobierno de Otto Pérez Molina (actual Presidente) quien más prejuicios ocasionó al país, sino gobiernos como el de Álvaro Arzú (actual alcalde casi sempiterno de la ciudad Capital). ¿Por qué los patrones no organizaron la “rebelión” ciudadana también contra éste y otros?

¿Por qué dirigentes campesinos, como Daniel Pascual del Comité de Unidad Campesina (CUC), ahora, también dirigente de la asamblea de pueblos, y Jorge Briz, Presidente de la patronal CACIF, convocan al pueblo a salir a las calles y a bloquear caminos? ¿Acaso estas acciones no ocasionaba “pérdidas millonarias para la economía nacional”?

¿Por qué justo en tiempos de la efervescencia de las resistencias comunitarias indígenas y campesinas frente a las invasiones de las empresas extractivas y de “servicios” a los territorios, la Comisión Internacional Contra la Corrupción en Guatemala (CICIG) “desenmascara” a los actores de la corrupción (organización criminal) que ya operaban desde hace varios años atrás? ¿Por qué a casi 10 días de las elecciones generales encarcelan a la ex Vicepresidenta y exigen la destitución del actual Presidente de la República quien en los hechos ya no ejerce funciones?

Hace cuatro meses atrás, cuando indignados de la clase media espontáneamente comenzaron a tomar el Parque Central de la ciudad capital para protestar contra el robo de sus impuestos, intuimos que dichas acciones citadinas podrían confluir en la articulación de una conciencia sociopolítica, junto a las históricas y crecientes resistencias comunitarias contra el neoliberalismo en el interior del país. Entonces, creíamos que existía la posibilidad que podían confluir las resistencias creativas contra el sistema económico-neoliberal y la indignación citadina contra el sistema político. Pero, no fue así.

El despertar citadino fue “capturado” por los patrones del CACIF y la Embajada norteamericana. Estos dos actores, inicialmente, comenzaron “sumándose” a la indignación movilizada, luego a promover a “organismos oportunistas” en dicha crisis, y finalmente a convocar/dirigir/financiar las manifestaciones y movilizaciones para destituir al Gobierno, y “evitar” que un foráneo (Manuel Baldizón, vinculado a narcopolítica) llegue a ser gobierno.

¿Qué buscan estos actores?

El Gobierno de los EEUU, ante la imparable “invasión” china en Centro América y Caribe, y ante el retorno “indeseado” de Rusia (junto a China) a la región para la construcción del Canal interoceánico en Nicaragua, se ha propuesto “mantener” el control político/militar en Guatemala. La CICIG, dirigida nada menos que por un ciudadano colombiano, en buena medida es financiada por el Gobierno de los EEUU., y de allí proviene la “eficiente” y “oportuna” guerra contra la corrupción. ¡El crimen organizado en el Estado no comenzó con este Gobierno que ya no gobierna!

Desde la década de los 70 del pasado siglo, la industria del narcotráfico floreció junto con el sistema neoliberal. Pero, los problemas para los EEUU surgieron cuando algunos agentes de la droga escaparon al control y monopolio que la CIA ejercía sobre la industria del narcotráfico.

Así fue cómo el discurso de la lucha contra el fantasma del comunismo mutó hacia la “lucha contra el narcotráfico”. La finalidad fue ejercer control político militar en Guatemala, y recuperar el monopolio de la narcoindustria.

El General Genocida, Otto Pérez Molina (actual Presidente cadavérico), en el siglo pasado, fue un alfil comprobado y galardonado del Gobierno norteamericano para espantar comunistas de Guatemala durante el conflicto armado interno.

Por eso, EEUU. y CACIF “lo pusieron” de Presidente, confiando en su lealtad militar. Pero este alfil, ya “legitimado” en las urnas, creyéndose “soberano”, quiso apartarse del control sistémico. Incluso se atrevió a promover, en foros intergubernamentales, la legalización de la droga (oxígeno del capitalismo en crisis). Más aún, se atrevió descaradamente a desviar el botín de la corrupción a sus cuentas personales, sin pedir permiso a sus “superiores”… De allí proviene el “ajuste de cuentas” que le están aplicando sus “bienhechores” en este momento.

Al CACIF no le preocupa la corrupción o el robo en el país. Si justamente estos ricos en Guatemala acumularon su patrimonio gracias al robo y a la defraudación tributaria. Lo que le preocupa es la competencia incluso en la industria de la corrupción. Y mucho más si se trata de competencia libre en la industria del narcotráfico. CACIF busca el monopolio absoluto de la corrupción (incluida la defraudación tributaria) y de la droga.

¿Para quién será peor el posible próximo gobierno?

La situación se le complica al Gobierno norteamericano y al CACIF porque el siguiente Presidente en Guatemala, según las encuestas y las reglas formales establecidas por ellos, será alguien vinculado al narcotráfico.

La gente empobrecida en el campo y en la ciudad quiere a Manuel Baldizón de Presidente (sea porque les regaló comida o porque hizo campaña electoral por 8 años consecutivos). Si algunos militares demócratas de la guerra interna ya no son sumisos a los yanquis, es más difícil que todos los narcos se sometan a su competencia.

Tanto para el Gobierno de los EEUU, como para el CACIF, la competencia “indeseada” llegará posiblemente a ser Gobierno. Ocurrirá justo lo que intentaron evitar con este teatro montado. Y esto es lo que les quita el sueño y les obliga a “manifestar” en las calles junto a sus peones jornaleros.

De allí proviene la engatusada demanda de “reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos” o la propuesta de la postergación de las próximas elecciones generales del 6 de septiembre (y gobierno provisional). En la medida que se postergue dicha “fiesta democrática”, CACIF y la Embajada ganarían tiempo para desinflar electoralmente a Baldizón y su escuadrón en el teatro de operaciones. ¿Ocurrirá?

Y, ¿qué hacen indígenas, campesinos, citadinos y estudiantes en este teatro?

Está demás decir que vencer a la corrupción jamás le importó, ni le importará, ni a los ricos del país, ni a la Embajada norteamericana. Ellos lo que no quieren es competencia ni en la industria de la corrupción, ni en la industria del narcotráfico.

Pero, tampoco es novedad que autoproclamados dirigentes de indígenas y campesinos “recluten” masa de empobrecidos para “masificar” la defensa de los intereses de los patrones.

Estos dirigentes saben que las históricas deudas irresueltas del país no se resuelven con reformas o parches legales en el vacío o sucesión de patrones corruptos en el poder. Ellos lo saben. Pero, como la miseria de sus congéneres en el campo es la mejor fuente de ingresos para mantenerse/subsistir en la ciudad capital, entonces, engañan a las comunidades.

A estos dirigentes no les importa las transformaciones estructurales del país. Por eso en sus demandas ni mencionan procesos de Asamblea Constituyente para crear un nuevo Estado, ni revocatoria de mandato, mucho menos la democratización de la economía.

Otto Pérez Molina masacró (en dos oportunidades, durante su gobierno) a indígenas y campesinos movilizados en defensa de sus derechos, encarceló defensores/as comunitarias de derechos que luchan contra los abusos de los ricos, pero estos dirigentes que, ahora, aparecen con sombrero con el mismo discurso de “indignación” que los patrones, jamás convocaron, ni convocarán a movilización o bloqueo de camino alguno. Ahora que los ricos se pelean por el monopolio de la corrupción y de la droga sí que lo hacen. ¿Por qué será?

En el caso de citadinos movilizados, cada vez más desmovilizados en la medida que otros (oportunistas) intentan surfear sobre las olas de protestas sociales, muchos se sienten aún identificados con los intereses de los patrones (CACIF y Embajada) porque los ilusorios cercos culturales impuestos les impide conocer y comprender en su real magnitud los problemas e intereses que se entretejen en este país archipiélago de pueblos extraños entre sí. Aunque también existe una porción de la citadinidad despierta que comienza a sospechar de la benignidad de los objetivos de este teatro de operaciones “destituyentes”.

La juventud universitaria, en su gran mayoría, aún son creyentes fieles de las mentiras que los patrones imponen como verdades científicas en las universidades corporativas. Pero también existen brillantes excepciones, y allí está justamente parte de los destellos de esperanza promisoria en este país que quiere existir.

De cualquier modo, los sectores de este país desencontrado se encuentran en las calles. Esta vez exigiendo la “destitución” del Gobierno patrón sinvergüenza, y cambios para que recobre vitalidad el sistema democrático excluyente que continuará excluyendo/saqueando a las grandes mayorías, y garantizando todos los monopolios para unos pocos.