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6 de agosto 2015.- las amenazas y los ataques concretos de la mafia de las grandes empresas transnacionales se cobran una nueva víctima en la persona de Brandy Vaughan, una ex empleada de la farmacéutica Merck, quien ha denunciado  estar siendo acosada y perseguida por ser una activista anti vacunas.

Y no es para menos, Vaughan, trabajó como representante de ventas de Merck, comercializando un medicamento denominado comercialmente Vioxx que provocó la muerte de numerosos pacientes.

 

Pero esta no es la primera (ni la última) amenaza de quienes pretenden defender sus intereses económicos sin escrúpulos al punto de provocar la desaparición física de aquellos que pretendan enfrentar al gran poder de las farmacéuticas.

Jeff Bradstreet apareció muerte en un río del condado de Rutherford, Carolina del Norte y la policía cree que se suicidó. La familia informó que recaudará fondos para investigar las causas de su muerte. Una investigación suya vincula el autismo con las vacunas, y dio origen a un movimiento que rechaza las vacunas que hoy los especialistas consideran muy peligro.

 

Para los seguidores de Jeff Bradstreet, el médico y predicador que desde hace unos años fue la principal referencia de los movimientos “antivacunas”, su muerte no hace más que confirmar que sus dichos eran ciertos.

 

Las dudas llegaron a la familia, que decidió recaudar fondos para una investigación independiente. Bradstreet es responsable del auge del rechazo a ciertas vacunas, con argumentos que la ciencia y la medicina rechazan.

Por su parte la ex empleada de Merck, llevó a cuestionarse todo el sistema de salud, incluyendo las vacunas y se acabó convirtiendo en una activista en contra de la vacunación obligatoria, realizando conferencias y parlamentos en numerosas manifestaciones.

Según ha denunciado recientemente Brandy Vaughan, está sufriendo un acoso continuado. Concretamente, la mujer afirma que han entrado numerosas veces en su hogar, dejando pruebas evidentes de ello, a modo de amenaza.

Vaughan llegó a cambiar las cerraduras e instaló un caro sistema de seguridad; sin embargo, su casa siguió siendo asaltada, pues encuentra sistemáticamente las cosas cambiadas de lugar, lo que considera un acto de intimidación para tratar de asustarla.

Ella cuestiona todo el sistema de salud y está siendo perseguida por el poder de las transnacionales farmacéuticas que perderían miles de millones de dólares anuales si las ideas de los militantes “antivacunas” prosperaran.

Esta intimidación constante se produce justo en medio de una amplia campaña de vacunación obligatoria iniciada en Estados Unidos y respaldada por las grandes empresas farmacéuticas.