Algunas simplificaciones de la realidad suelen guardar una sorpresa oculta tras la aparente inocuidad de un razonamiento inicial. Sobre todo en términos económicos. Pero quizás la mayoría de nuestros lectores lo sabe ya; variables como por ejemplo el PIB de la economía de España no tienen la capacidad de explicar por completo el pulso real de una sociedad.
Vean lo que les ofrecemos en el gráfico inicial. Nos hemos limitado a representar la evolución en el tiempo de la producción económica trimestral generada por cada trabajador español comparable a jornada completa. Vean, pues, un ejemplo paradigmático de las extraordinarias discordancias que se pueden manifestar entre la evolución de un agregado macroeconómico y el estado de bienestar efectivo del conjunto de ciudadanos de una sociedad. ¡Una evolución completamente ascendente de la productividad! Y, sin embargo, a comienzos de 2008 el número de trabajadores equiparables a jornada completa ascendía por encima de los veinte millones de personas (en contraposición a una cifra inferior a los diecisiete millones de empleos finalizando el año 2014). O sea, ¡gracias a la expulsión de tres millones y medio de trabajadores del mercado laboral!
Lo que desde un punto de vista neoliberal se puede considerar una trayectoria macroeconómica genial, para otros también puede representar un enorme desastre desde una perspectiva socio-laboral. O lo que es lo mismo; y para terminar de penetrar en los subterráneos de la relatividad; 2008 constituyó no solo el inicio de un dramático ciclo de recesión, sino el fabuloso comienzo de una extraordinaria trayectoria de esplendor. ¿De acuerdo?