Editorial del periódico Hora do Povo
El PT está en guerra contra la operación Lava Jato. Ataca a la Policía Federal, al juez Moro, al fiscal Janot y al Ministerio Público. Toma los dolores de 16 parasitarias contratistas del cartel que asaltó a la Petrobras con sobre-facturaciones multimillonarias, realizadas de modo sistemático y en escala inaudita. Alivia – y hasta aplaude de pié – a políticos que se extraviaron y se locupletaron con las propinas que merecieron por la protección dada al esquema criminal, inclusive usando cuentas electorales del partido y candidatos en el lavado del dinero sucio.
El PT debería poner la mano en la conciencia y hacer una auto-crítica seria y profunda.
No vamos a hablar del PMDB, del PP, de notorios estafadores como Collor, sus socios en esa sombría tarea.
Hablemos del PT que aún pretende ser considerado como una fuerza de izquierda.
Así como los “ajustes” y paquetes neo-liberales que su gobierno viene imponiendo al pueblo, mentir y robar no son actividades de izquierda, son prácticas típicas de la derecha.
Querer engañar a la militancia del partido diciendo que la Lava Jato es un armado del PSDB y todo no pasa de persecución política es práctica de izquierda o de derecha?
El PT no está equivocado cuando dice que el PSDB robó y nadie fue preso. Pero eso no le da el derecho de robar también, ni de considerar que e libre para practicar lo que condena en los tucanos, ni de querer que la Lava Jato culpe el PSDB por la atraco promovido por petistas y sus aliados en el gobierno.
El dinero público que apareció en el “mensalão” fue poco y no resiste a un examen profundo de los hechos. El problema mayor fue la evaluación de que se trataba de un esquema amador, hecha por los genios que se dedicaron a armar la operación Petrobras, con el objetivo de garantizarle al partido navegar sobre elecciones cada vez más movidas por la fuerza del dinero y de la marquetería.
Si el PT no es capaz de percibir la diferencia entre las cuentas publicitarias de Marcos Valério y los valores multimillonarios extraídos de la Petrobras – y luego de ella, el mayor símbolo de la grandeza nacional -, no tendrá ninguna chance de salir del barro.