Juan E. Romero J.
No puede perderse de vista el significado de las palabras y conceptos. En estos tiempos que corren, donde desde los medios de comunicación se «construyen» encuadres informativos, que canalizan la manera en que vemos la realidad, hay que estar muy atentos para identificar los procesos y dinámicas por lo que en realidad son. Lo que sucede en estos momentos en Grecia, Ecuador y Venezuela, debe ser analizado a la luz del impacto que tienen las pretensiones de los imperialismos colectivos de constituirse en imperios-mundos en el sistema-mundo.
Cuando hablamos de imperialismos colectivos, identificamos – siguiendo a Samir Amir- a un conjunto de actores ubicados en Estados-nación específicos (USA-Europa-Japón), que basados en elementos de supremacía y control financiero, científico, militar y jurídico, pretenden ser hegemónicos o dominantes sobre otros estados. Los imperialismos colectivos, procuran ser imperios-mundos, eso es una estructura que busca ser «autoridad única», en términos políticos en el sistema-mundo. Se traduce por lo tanto, no sólo en una dominación (o sujeción) en términos económicos, jurídicos o políticos, sino también en un control cultural. Cultura y poder, en términos de sometimiento, van acompañados en esa pretensión. Veámoslo en los casos concretos de Grecia, Ecuador y Venezuela.
Los tres países, sufren un mismo denominador común: son Estados-Nación considerados «fallidos», por los imperialismos colectivos, al no procurar «mantener» el orden de dominación derivado de su pretensión hegemónica. Estos países tienen tres liderazgos políticos que pueden ser considerados como «subversivos», eso es siguiendo la definición de Orlando Fals Borda, sujetos que se oponen o resisten a ser dominados y sometidos. Ese carácter subversivo, no es sólo una actitud cultural, es un reto a las formas de control que ejercen los imperialismos colectivos. Por otra parte, en los tres países se está generando un cambio político sustancial en el «modelo» democrático. Alexis Tsipras en Grecia, Rafael Correa en Ecuador y Hugo Chávez-Nicolás Maduro en Venezuela, han impulsado una profundización del modelo de democracia liberal-representativa que es dominante o hegemónica, como modelo político a impulsar por parte de los imperialismos colectivos. En los tres casos, las reformas políticas, referidas sobre todo a la vinculación obligante entre elegido y sus electores, a través de mecanismos de democracia directa (referendos), ha impactado la calidad y forma de la democracia.
Con ello, las democracias han pasado a ser menos «representativas» pero más revolucionarias, en términos de una ruptura filosófica con la calidad de la participación. Por otra parte, estos tres países, se han constituido en figuras simbólicas que representan la irrupción ante las formas de dominación hegemónica que caracterizan (y necesitan) los imperialismos colectivos. La ampliación de la democracia hacia sectores normalmente excluidos en la toma de decisiones, constituye un «peligro» para la necesaria estabilidad que necesita la economía-mundo capitalista para buscar la acumulación incesante, eso es la acumulación de capital para procurar más capital.
En los tres países, se ha afectado (en unos más, como Ecuador) las formas de apropiación del capital, pues los liderazgos políticos han llamado la atención sobre las formas excluyentes de distribución del capital. Ello ha permitido discutir la «inclusión económica» y la protección de sectores asalariados afectados por las políticas de concentración de capital (acumulación incesante) de los imperios-mundo en estos países, contraviniendo una tendencia de las economías-mundo que han procurado que cerca de 1000 personas más ricas del mundo, tengan el doble de riqueza de los más de 2.500 millones más pobres.
Los tres países, han adelantado un proceso de defensa de sus riquezas. En el caso de Ecuador y Venezuela, asociado al petróleo y en el caso de Grecia, a sus capacidades productivas. Sin duda, los recursos energéticos de los dos primeros le otorgan una mayor atención a los imperialismos colectivos. Ecuador, tiene reservas energéticas que representan unos 6.000 millones de barriles de petróleo. Venezuela por su parte, tiene estimaciones de más de 510.000 millones en la Faja Hugo Chávez y proyecciones estimadas de cerca de otros 700.000 millones en sus fronteras este y oeste (Guyana y Colombia). Por su parte Grecia, mantiene una posición de defensa de su economía ante los intentos de la Troika (Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI) por someterla.
Ninguno de los tres, acepta someterse a las presiones de los imperialismos colectivos y por ello vemos articulaciones, en los casos de Ecuador y Venezuela, de sectores neoconservadores en el interior de esos países, que buscan desestabilizar y caotizar esas democracias insurgentes y revolucionarias. En lo que respecta a Grecia, vemos como voceros autorizados de la Unión Europea, no admiten que este país no acate y cumpla las decisiones (de coacción económica) que les exige las trasnacionales financieras de la economía-mundo, pero en todos estos casos, las acciones de los imperialismos incluyen otros estados-nación que presionan y actúan, en representación (y defensa) de las formas de control. En el caso de Grecia, es Alemania la que juega ese papel. En el caso de Ecuador, ha sido Colombia y en el caso de Venezuela, es hoy la república de Guyana. Por lo tanto, hay que advertir sobre los escenarios de conflictos geopolíticos que se derivan en estos momentos.