Luis Britto García
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«Ya no tengo más voz que la que tiene/ un hombre entre la noche, sacudido/ por una pesadilla que va y viene. /Ya no soy más que un cuerpo sin sonido, /Un hombre a quien le cortan las dos manos/ Y el corazón le dejan escupido/ Que tanto es el dolor por mis hermanos/ Cuya sangre armoniosa y sacrosanta / Negócianse el sajón y los gusanos.» Así execra Aquiles Nazoa en su poema «Grecia bajo la represión» el genocidio de los Aliados contra el pueblo griego en 1949. Lo cito en el Festival Resistance en la Universidad Agrícola de Atenas, donde el vicepresidente de Bolivia García Linera y quien suscribe contamos cómo nuestros países sobrevivieron al FMI. Después hablará Samir Amin; luego, la enardecida multitud.
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Donde expongo el tema encuentro oídos atentos y preguntas pertinentes. En el Agora Agryn de la alcaldía de Patras me interroga el alcalde comunista Costas Peletidis sobre la difícil coexistencia del socialismo y el socialismo en un sistema mixto. En la reunión con la bancada de izquierda del Parlamento, el diputado Giorgos Varemenos, que ha visitado Venezuela, me confirma que también en Grecia los neoliberales se proponen destruir el Estado social, extremar las medidas de austeridad y rediseñar los países menos desarrollados. En la reunión con intelectuales y políticos en la residencia del embajador Farid Fernández, éste manifiesta que le impactan los términos del actual discurso griego: soberanía, independencia, palabras antes proscritas por los medios del debate europeo, y a las cuales en Venezuela tratamos de darles cuerpo. En la exposición ante la Universidad Europea de Nicosia, en Chipre, Stavros Tombazos afirma que la Deuda Griega sólo ha traído pobreza y desempleo, que el gobierno debe declararla ilegal y no pagar. En el Festival Literario LEA en Tesalónica me inquieren sobre cómo idiomas y culturas comunes pueden integrar países latinoamericanos políticamente divididos, y contesto que eso justamente fue lo que sucedió en la Grecia del Siglo de Oro.
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Política, economía, oligarquía, tiranía, plutocracia, democracia, son vocablos griegos. Llevamos en la cabeza las palabras y por consiguiente la lógica de los antiguos helenos. La tiranía capitalista sobre la política quiere que deudas contraídas por oligarquías a favor de plutocracias sean pagadas por el pueblo. La democracia exige que deudas no consentidas por mayorías tampoco sean canceladas por ellas; o que por lo menos éstas elijan las condiciones de pago. Es lo que demandan el partido mayoritario Siryza y su líder Alexis Tsipras. Lo que reclaman todos los pueblos de la tierra, tiranizados por débitos y oligarquías que nunca eligieron. En la antigüedad había esclavitud por deudas para los ciudadanos; ahora se la impone a los países.
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¿Cómo se cae en la esclavitud? Siempre hay gobiernos y usureros generosamente dispuestos endeudar a los pueblos sin el consentimiento de éstos. No son sólo los helenos ni los países en vías de desarrollo las víctimas de su voracidad. Austria debe el 64,04% de su PIB; Alemania el 69,9%, Israel el 68,30%; España el 78,61%, el Reino Unido 90,31%, Estados Unidos 106%; Japón, 174,31%. En promedio, los países del mundo deben más del 64% de su Producto Interno Bruto anual en Deuda Pública. Más del 64% de todo lo que el planeta produce cada año desaparece en el abismo sin fondo de la usura, sin que éste aporte un grano de trigo, un gramo de medicina, un vestigio de conocimiento. Es un monstruo insaciable que terminará por devorarlo todo.
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En 1981 Grecia debía sólo el 25% de su PIB. Como en América Latina y en Venezuela, el principal factor de crecimiento de la deuda fue el alza unilateral de intereses por parte de los acreedores, que entre 1995 y 2009 elevó en dos tercios el monto debido. En el mismo período se pidieron prestados 40 billones de euros para innecesarios y escandalosos gastos de defensa, que convirtieron a la pacífica Grecia en el quinto importador de armamento del mundo. La adopción del euro encareció las exportaciones y los bienes de consumo, y elevó la deuda privada del 74,1% al 129% del PIB en 2009. Flujos ilícitos de capitales perpetraron entre 2003 y 2009 una evasión tributaria de otros 40 billones de euros. Como Venezuela, como América Latina, Grecia se endeudó todavía más para otorgar auxilios a sus irresponsables bancos, cuya deuda privada quedó así convertida en deuda pública. Por esta cadena de delitos la deuda griega se agigantó hasta un impagable 180% de su PIB.
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Zoe Konstantopoulou, la espigada rubia que preside el Parlamento Griego, me facilita un ejemplar del Preliminary Report del Comité de la Verdad sobre la Deuda Pública, coordinado por el amigo Eric Toussaint. Las medidas neoliberales en contra del pueblo griego demuelen sus derechos humanos. Entre 2008 y 2013 el desempleo se dispara de 7,3% a 27,9 %; el juvenil supera el 50%. El consumo de alimentos baja 28,5%. Para 2015, el 25% de la población carece de seguro de asistencia médica. Los salarios de los docentes son reducidos 40%; entre 2008 y 2013 cierran 1.053 escuelas. Se retrasa el derecho a disfrutar de pensiones, éstas son también reducidas un 61%, y 45% de los pensionados caen bajo la línea de la pobreza. Para 2014 medio millón de personas no tienen hogar o se alojan en refugios inadecuados. Las privatizaciones de la propiedad pública deterioran el interés general y el crecimiento económico. Desaparecen los servicios de asesoría judicial pública y el acceso a la justicia se vuelve incosteable. 63,3% de la población se empobrece y el 25,1% cae bajo la línea de la pobreza. Los gobiernos neoliberales provocan una caída de Grecia del rango 35° al 91° en libertad de expresión. El PIB disminuye 25%, y desde 2011 los suicidios aumentan 35%. La Troika (la Comisión Europea, el Banco Central de Europa y el Fondo Monetario Internacional) exige cada vez más sacrificios para costear una Deuda Ilegal, Ilegítima. Odiosa, y de hecho Insostenible por impagable.
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Para todo hay un límite, hasta para la sangre que los usureros exprimen al ladrillo del pueblo. El 6 de diciembre de 2008 es asesinado el estudiante Alexis Gougouropolous. Trabajadores y estudiantes lanzan una masiva insurrección que, como el Caracazo, es espontánea, carece de dirigentes y deslegitima al gobierno derechista. Kostas Karamanlis dimite y luego pierde las elecciones ante los socialistas del PASOK. El 23 de de marzo de 2011 los aganaktis menoi (Indignados) ocupan la plaza Sintagma, una vez más sin evidente presencia de partidos políticos o portavoces. La febril participación sigue hasta la elección de Tsipras, y no cesa con ella. No hay día en que en Grecia no ocurran manifestaciones de uno u otro signo. Cuando el río de Heráclito truena, cambios trae.
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El domingo 28 de junio llego de Chipre a Atenas y veo largas colas de ciudadanos que retiran todo lo que pueden de los cajeros automáticos. Hay pánico creado por los medios sobre la posible bancarrota del Estado. Ningún banco del mundo puede devolver de inmediato todos sus fondos a todos los ahorristas. Tsipras se verá forzado a limitar los retiros y someter a referendo si aceptar o no la tiranía de la Troika. El domingo 5 de julio decide Grecia su destino y quizá el de Europa. Si desafía a la triple tiranía, el ejemplo puede cundir. Otros pueblos destruidos por la Deuda pueden desertar de la Unión Europea, buscar alianzas en el Asia, en los países emergentes. Grecia es contagiosa. Su influencia creó eso que llamamos Occidente.
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Allá voy, de la Acrópolis al Museo Arqueológico, de la Torre Blanca de Tesalónica al Festival literario LEA, del templo de Poseidón a las profundidades submarinas del Cabo Sunion, del Museo Bizantino de Nicosia a los derviches de la Mezquita de Bedestán en Chipre, ebrio de las formas armónicas que las civilizaciones acumularon para culminar en este torpe holocausto de los pueblos ante la avaricia. Rememoro los versos finales del poema que Aquiles (Nazoa) dedica a Grecia, amada de todos salvo de los usureros: «Nos lo dice la mar en lengua de olas,/ Nos lo dicen las letras de tu nombre,/Nos lo dice el tronar de las pistolas./ Es llanto y sólo llanto el sobrenombre/ Que te ha impuesto la sangre en que te bañas./ /Yo te escucho sufrir y soy un hombre/ Con un pueblo incendiado en las entrañas».