A menos de dos meses de las próximas elecciones PASO se avizora la posibilidad de que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, sea el mayor elegido entre sus pares para competir en las elecciones generales de octubre por la banda presidencial.
De larga carrera política iniciada allá por la década de los 90 al calor del menemismo supo demostrar versatilidad a lo largo del tiempo sin caer en la decepción de aquellos que le brindaron un lugar en la escena.
Timón electoral de la apática ciudadanía porteña allá por el tumultuoso año 2003 fue uno de los pilares de la elección del presidente Néstor Kirchner y de quien fuera premiado con sus gobernaciones bonaerenses, terruño mediante el cual reunió poder entre los cuantiosos intendentes locales.
De giro cordial sin amedrentar enfrentamiento fue capaz de cumplir un rol silencioso pero activo en los periodos de Gobierno kirchnerista y hasta se atrevió a romper su compostura durante el conflicto agropecuario por la resolución 125 del año 2008.
Se plantea si el kirchnerismo no avizoró con anticipación que uno de sus continuadores seria el mismo o si la súbita muerte de Néstor no dio los tiempos suficientes para consagrar a un candidato –diríamos– más afín a la tesitura oficial.
Ya ello es historia hoy.
La revitalización del peronismo de la mano del kirchnerismo en estos últimos años permite tensionar entre peronismo y kirchnerismo y es allí, en ese punto medio donde se ubica Scioli para tejer una red de poder que le permita gobernabilidad para el próximo periodo de gobierno.
El tanteo será quizás uno de sus mayores aladines bajo declaraciones públicas mesuradas que intentan buscar los necesarios consensos en una sociedad acicateada perversamente por medios de comunicación que actuan a la mejor manera de punteros corporativos.
Pero la ciudanía o el pueblo –como lo quieran llamar– no es zonzo y lo expresa en su apoyo a la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a su Gobierno en general, por lo tanto la continuidad de las políticas instauradas dará a Daniel Scioli suficiente margen de maniobra no solo para su consolidación, sino también para su fortalecimiento en aéreas como rendustrialización, combate a la pobreza y generación de empleo.
Se aproxima la puesta en marcha de un polo político de centro derecha de la mano del PRO y la UCR que intenta recrear con sus economistas neoliberales y su discurso republicano aquellas condiciones que tanto deterioro social dieron lugar durante el proceso militar, el «menemismo» y la tardía Alianza en contraposición de un polo de centro izquierda liderado por el Frente para la Victoria y el Partido Justicialista.
Poco espacio hay entre los dos, si no léase la pérdida de poder del socialismo santafesino a manos del PRO luego de una larga gestión rosarina.
Cuántas razones tenia Néstor Kirchner en consolidar estos dos polos invitando al socialismo en su conjunto a integrar.
Cuán distinto habría sido el escenario de la vida política no solo provincial, sino también nacional, pero razones de prejuicio y de poca visión a largo plazo lo impidieron.
La coyuntura mundial no deja mucho espacio pues el mundo occidental se halla bajo los efectos de los somníferos neoliberales y solo los países BRICS liderados por el keynesianismo chino avanzan y crecen siendo los motores del crecimiento mundial que también se expresa en el giro geopolítico donde Moscú y Pekín son los nuevos rectores.
En términos regionales –y a excepción de Cuba– solo Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguay y la Argentina avanzan en políticas acordes a sus mercados internos y en coalición con los procesos anteriormente mencionados mientras el eje oeste liderado por Colombia, Perú y Chile sigue los dictámenes norteamericanos bajo la denominada Alianza del Pacifico.
Solo resta, señor Scioli, que acompañe el actual rumbo argentino teniendo en consideración la escena regional y mundial, pues como dijera el General Juan Domingo Perón, “la política externa es la extensión de la política interna”.
Ezequiel Beer es geógrafo (UBA) y analista político.