Nil Nikandrov
La Agencia Central de Inteligencia, CIA y la Agencia para el Control de Drogas, DEA ambas de Estados Unidos, han intensificado sus esfuerzos para señalar a Venezuela como un paraíso del narcotráfico. Los carteles de la droga y los medios de prensa cooperan con los servicios especiales en los esfuerzos propagandísticos. La meta consiste en denigrar al gobierno de Nicolás Maduro y hacer de Venezuela el blanco de medidas represivas. El canal de televisión en idioma castellano con base en Miami, Telemundo, está filmando la serie titulada «El Señor de los Cielos» Uno de los personajes es el General Diosdado Carreño Árias, papel que interpreta el actor venezolano, Franklin Vírgüez residente mayamero. El político venezolano, Diosdado Cabello, es el Presidente (Vocero) de la Asamblea Nacional de Venezuela y miembro activo de las fuerzas armadas venezolanas. En la película, él aparece como un capo de la droga, dispuesto a cometer cualquier delito por ganar dinero. Vistiendo un uniforme de general, fumando un habano, pronuncia una arenga acerca de su vida, el narco negocio y la perspectiva ilimitada de carrera política.
Detrás de la película está la Agencia Central de Inteligencia. Por ejemplo, él relata la historia acerca de armar al ejército venezolano, incluyendo el uso de satélites artificiales para controlar el territorio del país.
Según la CIA, Venezuela necesita vigilancia espacial para dirigir el narcotráfico con impunidad. Diosdado Cabello ha condenado la campaña difamatoria en su contra, en contra del ejército nacional y los altos funcionarios de los servicios especiales. La campaña propagandística es intensiva. Casi todos los días los canales televisivos, CBS, NBC, ABC, Fox y CNN como también los grandes diarios. The Wall Street Journal, USA Today, The Washington Post, The New York Times y Los Angeles Times ofrecen informaciones acerca de la corrupción en la filas de la dirección política y militar de Venezuela.
El escándalo suele ser acompañado por informes que se han entablado juicios en Estados Unidos contra Cabello y los miembros de su círculo interno. Desertores de las fuerzas armadas, de los servicios especiales o del servicio de escoltas son utilizados para recolectar información difamatoria. También emplean a ex empleados públicos venezolanos que han colaborado con carteles internacionales de la droga y han decidido colaborar con los organismos policiales con la esperanza que les rebajen la pena. Los intentos de la CIA y de la DEA para derribar a Cabello son fáciles de explicar. Se trata de un asociado confiable del Presidente Maduro; ambos fueron estrechos amigos del fallecido Presidente Chávez.
Estados Unidos utiliza el fraude para tratar de demostrar que el narcotráfico procedente de Venezuela amenaza la seguridad de Estados Unidos y de todo el Hemisferio Occidental. Los expertos saben que los carteles de la droga emplean las áreas escasamente pobladas de Venezuela para el traslado de estupefacientes. Un pequeño aeroplano se estrelló cerca de la costa norte de Colombia el pasado 22 de mayo y 1,2 toneladas de cocaína fueron halladas entre los restos de la nave junto al cuerpo del piloto con un pasaporte mexicano. Los guardacostas colombianos encontraron el contrabando en paquetes de un kilo de peso entre los escombros del avión Hawker 800. «El aeroplano un Hawker 800 que salió de Venezuela con destino a Centro América, fue detectado a tempranas horas de hoy, cuando ilegalmente ingresó al espacio aéreo colombiano,» dijo la declaración de la Fuerza Aérea de Colombia. El Ministro de la Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino dijo que el avión procedía de Centro América y no de su país.
Según el ministro, el avión aterrizó en un remoto lugar de Venezuela por unas pocas horas y la fuerza aérea de su país disparó contra el avión cuando despegó de nuevo. El ministro hizo notar que la agencia Reuters cuando destacaba el evento lo hacía parcializándose.
Desde el año 2013 las autoridades venezolanas señalan que han derribado o neutralizado 90 aeronaves portando más de 180 toneladas de cocaína y otros estupefacientes. Del mismo modo, se han destruido 50 pistas clandestinas de aterrizaje utilizadas por aviones que trasladan narcóticos. La DEA y los capos de los carteles internacionales de la droga están bien al tanto de estas informaciones.
A pesar de lo anterior, continúan probando la efectividad de la «fuerza integral de defensa» de Venezuela.
En esta oportunidad, los intrusos trataron de engañar a la Fuerza Aérea de Venezuela. El avión aterrizó en una pista clandestina al occidente del Estado Apure, poco después de la medianoche. Cuando el avión despegó de nuevo, pocas horas más tarde, cazas venezolanos le ordenaron al piloto descender, él se negó y los disparos que se hicieron alcanzaron a su avión. Una de las turbinas fue averiada y el piloto del avión intentó un vuelo rasante hacia Colombia.
Los narcotraficantes colombianos y venezolanos ocasionan muchos problemas. Todo parece como una lucha greco-romana. Los intereses de los narcotraficantes y de los servicios especiales están entrelazados. La cocaína producida en Colombia en grandes cantidades es transportada hacia Venezuela en pequeños aviones difíciles de rastrear.
Según los servicios especiales de Venezuela, existe en América Latina y el Caribe un mercado ilegal de aviones livianos. Aviones robados son trasladados hacia Estados Unidos donde son repintados y de nuevo registrados. Algunos de estos aparatos son utilizados por la CIA y por la DEA. El pasado mes de abril, La Jornada de México publicó un artículo titulado «Escándalo de la DEA: Drogas, Prostitutas y el «Grotesco» Patrón Doble de Estados Unidos.»
El artículo señala que las agencias del gobierno norteamericano como la ATF (Oficina para el Control del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) y la DEA han demostrado no tener ningún inconveniente en infringir las leyes nacionales, contrabandeando armas para las agrupaciones criminales involucradas en el comercio de estupefacientes, lavado de dinero e incluso participan en fiestas pagadas por los narcotraficantes, todo lo cual ha quedado claro a través de las investigaciones realizadas en el vecino país.
Bajo tales circunstancias, resulta grotesco que políticos y medios de prensa de Estados Unidos se muestren inquietos en torno a la supuesta falta de confiabilidad de los servicios de seguridad de países como México y Colombia y emplean tales conjeturas como pretexto para justificar operaciones de sus propias tropas en territorios extranjeros. La directora de la DEA, Michele Leonhart, renunció al cargo luego del escándalo que involucró a agentes de la DEA en fiesta con prostitutas en Colombia –y luego que legisladores del parlamento del vecino país emitieran una moción de censura en torno a su desempeño sobre el problema.
Más informaciones sobre las actividades de la DEA han llegado al dominio público. Las ventas de armas modernas por parte de las agencias norteamericanas a narcotraficantes en América Latina y América Central son un hecho comprobado. Durante el año pasado, más de 20 armas de fabricación norteamericana les fueron tomadas a narcotraficantes. Existen muchos ejemplos de lavado de dinero por parte de funcionarios operativos de la DEA que han sido denunciados. El financiamiento secreto provee el dinero para las actividades en «países hostiles» como Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Argentina, y por supuesto, Brasil. Los dirigentes políticos de estos países fueron lo suficientemente sabios para distanciarse de las aventuras extranjeras de Bush Jr. y Obama. En consecuencia, Estados Unidos recurrió a sucias tecnologías para lanzar campañas de difamación, como por ejemplo, lanzar acusaciones de involucramiento en actos de corrupción, enriquecimiento ilícito y persecución de periodistas y líderes de oposición. La publicación de un libro escrito por Emili J. Blasco, corresponsal del periódico ABC de Washington, titulado «Bumerán Chávez: Los Fraudes que Condujeron al Colapso de Venezuela» que forma parte de un proyecto iniciado por la CIA titulado «Liderazgo Venezolano y Narcotráfico.» Los servicios especiales recurren a los servicios ofrecidos por Blasco para publicar información difamatoria contra aquellos que han caído en desgracia con Estados Unidos.
El libro describe una conversación entre Blasco y Leamsy Salazar, militar venezolano quien estuvo estrechamente vinculado al servicio de seguridad venezolano como escolta de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Salazar abandonó Venezuela. Primeramente viajó a España y luego fue trasladado a Estados Unidos como testigo especial. Se supone que debe convertirse en el principal testigo en el juicio contra narcotraficantes venezolanos. Todo lo que Salazar le dijo a la Blasco es una descarada mentira divulgada por la DEA y la Agencia Central de Inteligencia.
En especial, el ex funcionario de seguridad dijo que en el año 2006 y 2007 el Comandante Chávez, personalmente había discutido un acuerdo sobre armamento y munición a cambio de droga con las FARC con el objeto de incrementar las capacidades combativas de las guerrillas en su batalla contra las fuerzas del gobierno. Actualmente, queda claro que a Salazar no se le puede cree nada de lo que diga.
Según datos obtenidos por los servicios especiales venezolanos, Leamsy Salazar estableció vínculos con la CIA cuando trabajaba como escolta presidencial. El periodista Juan Martorano no excluye la posibilidad que Salazar estuviera involucrado en la conspiración para asesinar a Chávez.
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Traducción desde el inglés por Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona