Hedelberto López Blanch
El recorrido que recién concluyó el primer ministro chino, Li keqiang por Brasil, Colombia, Perú y Chile, consolidó al gigante asiático como principal socio económico-comercial y en inversiones de Latinoamérica.
Ya los nuevos tiempos que recorren el hemisferio sur americano no son iguales al de décadas anteriores cuando Estados Unidos era quien se autoproclamaba como único dueño y señor de toda la región: los años del traspatio latinoamericano de Estados Unidos, han quedado atrás.
De 2000 a 2014, la República Popular China entregó 119 000 millones de dólares a Latinoamérica, superior a los préstamos concedidos por cualquier otro gobierno u organismo financiero internacional.
En ese período, el primer beneficiado fue Venezuela que recibió 56 300 millones de dólares, le siguió Brasil con 22 000 millones y Argentina con 19 000 millones, pero también resultaron importantes los convenios con Perú, Chile, Colombia, Cuba, Nicaragua, Ecuador, entre otros.
En abierta contradicción con las posiciones que asumen los organismos financieros controlados por Estados Unidos y la Unión Europea para otorgar préstamos, entre los cuales exigen aplicar programas neoliberales y de privatizaciones, China ofrece inversiones para el desarrollo que sirvan de beneficio común.
Ya comienza a materializarse la propuesta realizada por el presidente Xi Jinping en enero pasado durante una reunión en Beijing con los países miembros de la Celac, de invertir en una década 250 000 millones de dólares en la región.
Keqiang llegó a Brasilia cargado con una gruesa carpeta de negocios que abarcaban numerosas esferas y la más destacada fue la construcción de una línea férrea que conectará al Atlántico brasileño con el Pacífico peruano lo que facilitará las exportaciones de soja, hierro, azúcar y otras producciones del gigante latinoamericano hacia Beijing, y a la par, una rápida entrada de mercancías chinas hacia diferentes países de América del Sur.
La visita del primer ministro fue mucho más allá, pues la presidenta Dilma Rousseff y Keqiang rubricaron 36 acuerdo por valor de 53 000 millones de dólares que refuerzan el comercio y la cooperación en áreas estratégicas como infraestructura, transporte, agricultura, energía, minería, educación, ciencia y tecnología. China ya es el primer socio comercial de Brasil.
Pero la solución no ha sido solo entregar empréstitos sino que también Beijing necesita productos y equipos que se fabrican en Latinoamérica y uno de los acuerdos fue la compra a la compañía Embrear de 40 aeronaves para el servicio de se transporte aéreo nacional. Sobresale además, la entrega de 10 000 millones de dólares para la financiación de proyectos de la compañía Petrobrás.
En Colombia firmó ocho convenios destinados a profundizar los nexos entre ambas naciones. Varios relacionados al desarrollo de infraestructuras, y otros en esferas sociales de educación, cultura y turismo.
Como si eso fuera poco, el primer ministro expresó al presidente Juan Manuel Santos el apoyo de Beijing para impulsar el proceso de paz que llevan adelante en el diálogo de La Habana entre delegados del gobierno y la insurgencia, y ofreció una donación de 8 000 000 de dólares con vistas a desarrollar proyectos de reconstrucción rural en el postconflicto.
En su paso por Lima se reunió con el presidente peruano, Ollanta Humala, y suscribieron diez acuerdos de cooperación sobre la exploración y uso del espacio exterior con fines pacíficos, inversión industrial, cooperación económica y técnica, la creación de un laboratorio de evolución molecular y el desarrollo del sector energético.
Allí se ratificó el Memorandum de Entendimiento, entre las autoridades de transporte de Brasil, China y Perú, sobre la realización conjunta de los estudios básicos de viabilidad para la interconexión ferroviaria interoceánico.
Una declaración conjunta rubricada por los tres países, indicó que esa interconexión va a ampliar aún más la conectividad de Suramérica, entre los países ribereños del Pacífico con Asia, fortaleciendo los contactos comerciales de ambas partes y, contribuirá a impulsar el nuevo tipo de industrialización del continente suramericano.
Para Chile, su último punto del recorrido, Kegiang dejó una de las más importantes y osadas acciones que acometerá China en los últimos tiempos: el próximo establecimiento en Santiago del primer banco de liquidación en renmimbi o yuan, libremente convertible.
Según el acuerdo, los bancos centrales acordaron el uso del yuan en las transacciones entre ambos países para facilitar el comercio bilateral y las inversiones.
De ahora en adelante, Chile se va a transformar en un centro financiero para China para la liquidación de su moneda, a través de esa entidad financiera, con una inversión de 180 millones de dólares.
A través de Keqiang, se le otorgó a Chile una cuota de 50 000 millones de yuanes en el programa Renmimbi Qualified Foreign Institucional Investor (RQFII) que permite a inversionistas institucionales extranjeros calificados invertir directamente en el mercado de valores de ese país.
En total y en presencia de Michelle Bachelet se firmaron una decena de convenios en diversos sectores. El intercambio comercial fue de más de 34 000 millones de dólares en 2014, con una balanza favorable a la nación sudamericana.
Sin el uso de guerras ni presiones a los gobiernos latinoamericanos, China se ha ido consolidando en la región. Al buen entendedor con pocas palabras bastan.