22 de mayo 2015.- La compañía Monsanto, una de las más grandes del mundo agrícola, está intentando comprar su rival Syngenta por 45.000 millones de dólares. Ésta parece que de momento dice que no. La operación tiene muchas lecturas e implicaciones que merece la pena analizar.
Monsanto es una de las empresas con más mala fama del mundo. Es junto con Bayer, Pioneer, DuPont, Dow Chemical, Basf o su citada rival, uno de los gigantes de los agrotóxicos, especializada en vender semillas para cultivar alimentos transgénicos, pesticidas y otros productos químicos tóxicos.
Se lleve a cabo o no la adquisición, algunos ven en ella la creciente importancia global de los pesticidas agrícolas a pesar de los esfuerzos en varios países por reducir el uso de químicos en el combate de malezas e insectos dañinos para los cultivos.
Lo cierto es que ni Syngenta cierra las puertas totalmente ni Monsanto ha aceptado las calabazas de esta firma y prepara una nueva oferta.
De llegar a crearse este gigante de la agroindustria, tendrían para sí un volumen de ventas superior a los 31.000 millones de dólares; la cifra representa, por ejemplo, una tercera parte del presupuesto general de un país como Colombia para el 2015.
Otra de las intenciones de Monsanto estaría en recuperar su posición en el mercado de los plaguicidas, pues lleva ya dos décadas dedicada a la investigación y desarrollo de las semillas transgénicas, de la mano de su producto “estrella”, el herbicida Roundup (glifosato), el más usado en el mundo.
Roundup, según la Organización Mundial de la Salud, es “probablemente carcinogénico”.
La alimentación mundial, como vemos está en pocas manos y una fusión como la que tratamos podría conducir al monopolio en la producción de alimentos. Ahora seis empresas controlan el 75% de las ventas globales de semillas y pesticidas y la investigación y desarrollo que requieren. En el informe, titulado Monsanto/Syngenta: Caracteres siniestros, el Grupo ETC argumenta que en vez de dejar que se consoliden aún más ese tipo de monopolios deberían romperse.
Si se permite que Monsanto y Syngenta se fusionen, la nueva compañía controlará el 54% de las ventas de semillas y una tercera parte de los pesticidas en todo el mundo. Mientras tanto, los agricultores que han cuidado sus semillas durante 12.000 años, están siendo forzados a pagar regalías por patentes y firmar contratos que les prohíben guardar sus propias semillas.
En ese informe estos especialistas en seguir los pasos de las multinacionales de este sector, presentan el siniestro panorama que ofrecen y el futuro que le espera al campo, los agricultores y por extensión a los sistemas alimentarios. Las citadas compañías quieren profundizar aún más si cabe en el control de la alimentación mundial.
Para ello impulsan el concepto de “agricultura climáticamente inteligente”. Aunque los reguladores antimonopolios vigilen la fusión que se está cocinando, las empresas involucradas argumentarán que la concentración de poder y recursos es la mejor forma de alimentar al mundo ante la perspectiva de una crisis climática.
Dicha agricultura se caracterizaría por la ultraindustrialización del campo, aunque el modelo sólo ha demostrado que gracias a ello estas compañías y sus accionistas son más ricas porque si de lo que se trata es de combatir el hambre en el mundo aún hoy continúan habiendo 800 millones de personas en el mundo que sufren por no acceder a los suficientes alimentos.
Un detalle más. Quienes venden semillas transgénicas y productos tóxicos para cultivar alimentos (en el origen de numerosas enfermedades) tiene o han tenido laboratorios farmacéuticos:
Syngenta fue el resultado de la escisión de los negocios agrícolas de las compañías Novartis y AstraZeneca, dos de las farmacéuticas más poderosas. Bayer CropScience: se creó tras la compra de Aventis por parte de Bayer AG. y Aventis fue la fusión de AgrEvo y Rhône-Poulenc Agro.
AgrEvo fue la fusión de Schering y Hoescht. Dow AgroSciences se llamó Dow Elanco (1989), creada con las divisiones agro de Eli Lilly, Dow Chemical y las semilleras Mycogen y Cargill Semillas (EE.UU); posteriormente, integró el negocio agrícola de Rohm and Haas.
Buena parte de las citadas, como indico, son farmacéuticas o han tenido negocios en dicho sector. Parece claro que se matan, nunca mejor escrito, muchos pájaros de un tiro: se controlan los precios de la comida especulando con ella.
Comida que está cargada de tóxicos que enferman al personal, parte de los cuales se convertirán en pacientes y recibirán fármacos que en muchos casos están fabricados por quienes les enfermaron. Durísimo, triste e inadmisible panoma… pero sobre todo REAL.