Oscar Miguel 

Y empezaré a explicarme yendo a la base de ello…

 
Análisis básico del mundo en que vivimos: Si algo nos ha enseñado la Historia, es que tras la Revolución Francesa de 1789 se instaura un nuevo régimen, la democracia representativa (basada en las elecciones democráticas de partidos políticos) y desde ese momento y durante más de 200 años que han pasado desde entonces, este sistema electoral ha pasado en algún momento de la Historia por todos los países del mundo. Creo que nos sirve esto de base para tener un espléndido muestrario de modelo social.
 

Vamos a analizar los resultados: El 100% de esos sistemas han sido rotundos fracasos, ya que no han acabado con ni uno sólo de los problemas endémicos que presenta el sistema (desigualdades sociales, paro, pobreza, hambruna, esclavitud laboral de los pobres, multinacionales, cárceles y privación de libertades varias, gente que vive en la calle y un larguísimo etc. que habría que aumentar según profundizasemos en cada caso concreto). Por tanto ningún partido político ha conseguido en toda la Historia hacer funcionar este sistema de forma diferente a como funciona.

 
Pues bien, si nos ponemos a estudiar esto, nos quedarían 2 opciones:
1.- En el pasado eran imbéciles, y ahora existen «nuevos partidos», que ahora sí van a cambiar las cosas en algún país del mundo (normalmente pensamos además que casualmente será en el que residimos). Pudiendo seguir repitiendo lo mismo hasta la eternidad como si estuviésemos viviendo en el mito de Sísifo.
 
2.- O llegar a la conclusión más obvia: El sistema es un fracaso.
Podremos debatir qué opción es más óptima para salir de él. Pero votar nos ha demostrado que nunca podrá ser una salida a este sistema y a sus problemas, es más, es la legitimación del mismo por antonomasia.
Este planteamiento me lleva a remarcar lo obvio, y dar las razones de por qué no he votado en toda mi vida (aunque es cierto que 18 años de la misma no me lo permitieron) y por qué nunca lo haré:
 
1.- Votar a una persona para que te represente y por tanto, que pueda decidir sobre cualquier tema en tu nombre, buscando con ello que vivamos todos iguales, es digno de argumento de guión de una película de Groucho Marx.
A ver cuando nos damos cuenta que votar es «legitimar» todo este circo montado y darle a una persona autoridad para poder hacer lo que le dé la gana (con el único límite de la ley que ellos mismos deciden). Y sino intentar explicarle a un niño de 5 años el concepto de hacer esto. La analogía podría ser algo parecido a esto: Chico, ¿tú elegirías a una persona que no conoces de nada más que de oídas y de ver su cara en un cartel en tu cole y le dirías que puede elegir las horas que tú trabajas, cuanto ganarás por ello, si puedes o no ir a tal sitio, de qué maneras podrás protestar contra él si no cumple lo que te ha prometido, y así con todo en tu vida?
 
2.- Vamos con el siguiente. Estar en un sistema en que todos pueden elegir a cualquier representante, pero en el que jamás oyes hablar de la abstención en ninguna radio ni televisión, nos induce a sospechar algo a los más desconfiados. Pero saber que estás obligado por ley a ir de mesa electoral bajo pena de cárcel (conozco alguno que estuvo más de 2 años preso por ello) para estar contra tus principios en un régimen «participativo y democrático» (OMG que dicen los jóvenes y los ingleses más mayorcitos que se criaron con Bravehearth). Pero bueno, no acaba ahí y es que incluso en algunos países tienes la obligación de «votar», eso ya no sé ni cómo describirlo, me pasa como con las películas de Berlanga.
 
3.- Seguimos en ello. Votar a uno para que no ganen otros, viene a ser un argumento malo que no debería engañar ni a un niño de 5 años que aún cree en el Ratoncito Pérez (o su análogo en otros países).
Deberíamos tener una premisa clara y evidente del sistema: Cuando votas, lo hagas por quien lo hagas, todos los partidos políticos y el sistema en sí, ya han ganado.
 
4.- Aclarando otro razonamiento obvio: Toda la gente que quiera ser político es por definición alguien que se cree más que los demás, más listo y que estará por encima de todo el resto, y que por tanto, va a vivir (económicamente hablando) de tomar decisiones sobre tu vida. Viene a ser algo así como dedicarse al Tráfico de Influencias. Si no me creéis, recomiendo releer el argumento 1.
 
5.- Hay quien parece pensar e incluso se atreve a argumentar que los que no votamos lo hacemos, irónicamente, porque tenemos cerrazón de miras y porque no nos atreveríamos a contradecirnos por haber pensado así.
Ante ese argumento me atrevo a decir que Yo (aunque me atrevería a predecir que otros muchos también harían como yo, hablo en mi nombre, ya que yo no represento a nadie, ni siquiera a mi hijo que está por nacer, así que sería ridículo hablar en nombre de nadie más, y mucho menos hablar como hacen los políticos en nombre del pueblo obrero) que si mañana Dios, Alá, Buda, o quien pudiese predecir el futuro en el supuesto que me acabo de inventar, me afirmase que mañana se acabaría el paro, la pobreza, las desigualdades, la esclavitud laboral, las fronteras, la represión, y que yo a cambio ni siquiera tengo que luchar por ello, ni trabajar a diario por cambiarlo como lo hago, sino que sólo tengo que ir cada 4 años a dejar un papel en una urna, le diría que dónde tengo que firmar. Pero intento aplicar una lógica que no creo que sea muy difícil de entender y es que, por todo lo ya descrito, abstenerme no es cabezonería, es sentido común.
 
6.- Por último quiero remarcar que nunca voy a callarme mientras votas, ni dejar a nadie hacer su «campaña electoral» sin decir que eso me repugna, sea del partido que sea, o del que diga ser. Y quiero argumentar también el razonamiento de esa postura…
 
Creo que con una última analogía se entiende más claro: A ti puede gustarte ir a ver partidos de fútbol o de tenis y jamás opinaré al respecto, ya que cada uno tiene sus gustos. Pero si vas a los toros, te daré mi opinión, ya que en ese caso tu afición supone la tortura y muerte de un animal indefenso. Es en ese caso, cuando tu gusto influye directamente en la vida de otro ser vivo, cuando esa decisión nos afecta a todos y callarnos, nos hace cómplices.
 
Lo mismo ocurre con las elecciones… Tu voto nos arruina la vida a todos. Tu voto no es sólo tu condena, sino también la mía.
 
Oscar Miguel es Militante de CNT-AIT Salamanca)