El fin de ciclo se encuentra a la vuelta de la esquina. Hasta los ciegos lo pueden ver. Se cierra una etapa importante de nuestra historia, de nuestro país y de la lucha de clases. El «vamos por todo» anunciado por la presidenta quedó en el olvido. Scioli, el candidato nacional y popular, que probablemente gane las primarias, decía que durante la dictadura «había mucha gente que estaba muriendo por ideales absurdos» y que «si las fuerzas armadas no hubiesen actuado no se hasta donde habría llegado todo aquello». Un claro ejemplo de que en el mejor de los casos el proyecto kirchnerista ganará con banderas ajenas y con un candidato que tiene de padrino político al ex presidente neoliberal Menem. Este fin de ciclo es sinónimo de alargar aún más la penuria de nuestro pueblo. Los errores cometidos se traducirán en represión, despidos y castigo para las mujeres, los jóvenes, los trabajadores y los originarios.

El kirchnerismo no desaparecerá, pero es innegable que fue incapaz de hacer las transformaciones radicales que prometía realizar. No sé trata de criticar por criticar, ni de analizar la realidad para contentarse con entenderla. Es necesario entender y criticar para superar nuestra comodidad. Para proponer algo más que la extraña mezcla de neodesarrollismo y neoliberalismo que gobernó gran parte de nuestro continente en la última década, para superar a la izquierda liberal que marcha por un fiscal argentino que trabajaba para los yankis e Israel, debemos repasar lo que pasó, cuales fueron nuestros errores para finalmente saber que tenemos que hacer. Embarquemosnos en dicha tarea. En esta primer parte intentaremos abarcar los sucesos más relevantes del último tiempo, o por lo menos los más importantes para entender la situación actual, conectandolos con la situación de Latinoamérica y del mundo. Es imposible entender los sucesos nacionales sin comprender lo que pasa a nivel internacional. En esta primer parte nos centraremos en mayor medida en la dependencia de la economía de nuestro país.

Un repaso

El 2013 terminaba de forma agitada luego de las elecciones legislativas en las que el kirchnerismo en tan solo dos años, a pesar de mantenerse como la primer fuerza a nivel nacional, perdía el 22% de los votos.

En diciembre de 2013 estalló un conflicto policial en la estratégica provincia de Córdoba. Los integrantes de las fuerzas de seguridad reclamaban una mejora salarial. Este pedido fue acompañado por saqueos a unas centenas de comercios en más de 40 ciudades. El saldo fue de poco más de una decena de muertos.

Pocos días después de terminado el conflicto, miles de personas en Buenos Aires se quedaban sin servicio eléctrico, por lo que realizaron cortes de calles y avenidas en distintos puntos de la ciudad y el conurbano. El jefe de gabinete Jorge Capitanich comentaba en una conferencia de prensa que el gobierno no descartaba realizar cortes de luz programados y rotativos, como los que se produjeron durante los ‘80 cuando terminaba el gobierno de Alfonsín, a modo de solución a corto plazo para que los usuarios afectados no fuesen siempre los mismos. El ministro de planificación Julio De Vido amenazaba con estatizar las distribuidoras de electricidad si estas no mejoraban el servicio. Amenaza que obviamente quedó en la nada a pesar de que el mismo ministro aseguraba que las empresas prestaban y prestan un servicio desastroso. Para colmo estas empresas le deben más de 18 mil millones de pesos al Estado mientras los subsidios al sector aumentaron 205% en el periodo 2012-2013. Lamentablemente varios hogares pasaron las fiestas bajo la luz de la luna y las velas ante la falta de acceso a un derecho básico, la electricidad, que es reconocido hasta por las Naciones Unidas.

Por otro lado, el 19 de diciembre de 2013, entre gallos y medianoche, el senado aprobaba la designación de César Milani como jefe del Ejército. Esta designación fue fuertemente objetada por el premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel, por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) dirigido por Horacio Verbitsky -militante y periodista cercano al gobierno-, por madres de Plaza de Mayo como Nora Cortiñas y un sinfín de organizaciones de derechos humanos debido a la participación de Milani como represor en la última dictadura. Hay pruebas indiscutibles de que él mismo organizó el secuestro y la desaparición del soldado riojano Ledo, militante vinculado con el PRT-ERP en los ‘70.

Así se iba el 2013. El 2014 despertaba con la mayor devaluación de los últimos 12 años. Durante el 23 y 24 de enero, el dólar pasó de valer $6,91 a $8,01. Actualmente los fiscales en lo penal económico Guerberoff y Gonella encabezan una investigación contra los bancos HSBC, Galicia, Citibank, BBVA Banco Francés, BNP Paribas, JP Morgan Chase Bank, Banco de la Provincia de Córdoba y la petrolera Shell ya que se los acusa de haber coordinado operaciones ilícitas para generar esta devaluación. Con esta devaluación, en tan sólo unos días de enero del 2014, los bancos ganaron 9737 millones de pesos. Durante todo enero de 2013 no habían alcanzado ni siquiera a ganar 500 millones de pesos. Como era de esperar, ninguno de los directores de estos bancos está tras las rejas.

A pesar de todo, un verano 2014-2015 caliente

Ante la posibilidad de que se repitiese un diciembre y enero complicado, el gobierno tomó medidas preventivas desde temprano. En septiembre de 2014 las autoridades nacionales empezaron a alertar por posibles saqueos que se realizarían para fin de año. Acto seguido Berni, secretario de seguridad, suspendió las vacaciones durante diciembre y enero para Gendarmería, Prefectura Naval y Policía Federal. Además, Scioli y el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, reclutaron 10.000 policías provinciales más que se terminaron incorporando en los primeros días de diciembre. La pareja de neandertales de Berni y Granados se reunieron el 26 de noviembre con 180 jueces y fiscales para que en caso de que hubiera saqueos, la justicia actuase rápidamente. Finalmente, por si las moscas, se sancionó una ley que castiga las protestas policiales.

Después del paro del 20 de noviembre, convocado por la CTA opositora, y del paro del transporte donde no hubo colectivos, subtes, trenes ni vuelos por algunas horas del 27 de noviembre, la CGT opositora, con Moyano a la cabeza, la CGT Azul y Blanca liderada por Luis Barrionuevo y la CTA opositora dirigida por Micheli lanzaron un paro general para la segunda semana de diciembre al que se esperaba que se sumasen gremios de transporte y los bancarios. A las pocas horas, la presidenta, durante la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), comunicó la decisión de eximir del pago del impuesto a las ganancias al medio aguinaldo del mes de diciembre. Esta decisión benefició a 800 mil trabajadores y calmó momentáneamente las aguas en el movimiento obrero que decidió suspender el paro.

Además el gobierno nacional importó a principio de diciembre de 2014, tres subestaciones eléctricas móviles que se instalaron en Recoleta, Villa Santa Rita y Liniers para evitar que se repitan los cortes de luz en la Capital Federal.

Estas medidas sirvieron para que diciembre haya sido uno de los meses menos conflictivos del 2014. El 2015 en cambio empezó con turbulencias que fueron y eran imposibles de esquivar. A los 18 días de haber comenzado el 2015, los planes del kirchnerismo para empezar el año electoral lo más frío posible se hicieron agua. Alberto Nisman era encontrado muerto en el baño de su departamento. Nisman, fiscal argentino, unos días atrás había denunciado a un grupo de individuos, entre los que estaba la presidenta de la nación, acusandolos de encubrir la investigación sobre el atentado de la Asociación Mutual Israelita Argentina que se produjo en 1994. Dicha muerte complicó aún más la situación del gobierno en la política nacional. En las líneas que siguen explicaremos la relación entre la situación económica y política de nuestro país con la situación internacional, para poder imaginarnos mínimamente lo que nos espera enfrentar los años próximos.

Curva cerrada: «Venía pisteando como un campeón…» – Crónica TV

A principio de 2014 el periodista Horacio Verbitsky escribió una nota en Página 12 titulada «Curva Cerrada». Esta le decía a sus lectores que era inútil negar que estamos ante un ajuste. No obstante este ajuste sería, según Verbitksy, «poco convencional» ya que el gobierno mantiene una serie de medidas que benefician a los más pobres e incentivan el consumo. Entre estas medidas se encuentran, para el autor, el aumento a los jubilados, la canasta escolar, los precios cuidados y el plan ProgresAr, que otorga 900 pesos mensuales a los jóvenes de entre 18 y 24 años que no trabajan, trabajan en negro o tienen un salario menor al mínimo vital y móvil. Vale la pena preguntarse cómo puede ser que se festeje la existencia de un parche como el plan ProgresAr cuando el kirchnerismo gobernó el país durante más de 10 años y existen un millón y medio de jóvenes que no estudian, ni trabajan.

Es tan real que existen estas medidas como que el Gobierno subió las tasas de interés de plazos fijos para fomentar el ahorro, y así disminuir la cantidad de pesos en circulación. Medida que achica el consumo, enfría la economía y la conduce hacia una recesión. Un ejemplo donde se ve esto es la disminución de 28% en la venta de autos, motor industrial de nuestro país. La caída se debe en parte a la recesión de Brasil, nuestro principal comprador de autos, pero también a la caída del consumo local. La realidad es que más allá de las medidas que mencionamos, y la propaganda del gobierno, el consumo se achicó. Esto llevó a que la economía se contrajera. Por otro lado, el gobierno permitió el aumento al transporte público y avanzó en la quita de subsidios al agua, gas y luz. A las industrias, en cambio, no se los quitaron. Hasta Hugo Yasky, dirigente de la CTA y aliado del kirchnerismo, consideró injusta la manera en que decidieron quitar los subsidios.

Otra medida claramente antipopular que tomó el gobierno fue la de devaluar, es decir, transferir riqueza de los trabajadores a los empresarios. Este año esta alcanzó el 30%. Los especuladores esperaban una devaluación de nuestra moneda y por eso demoraban la exportación de granos y adelantaban importaciones. Con la devaluación, el gobierno esperaba que los productores agropecuarios exportasen la producción que tenían encanutada en sus silo bolsas y se dejasen de adelantar importaciones. El tiro les salió por la culata ya que los empresarios esperaban una devaluación todavía más grande y por ende demoraron aún más las exportaciones y adelantaron todavía más las importaciones. En el medio se llevaron puestos a los trabajadores que perdieron poder adquisitivo de sus salarios.

La inflación tocó el 40% anual. Aunque el gobierno responsabiliza a las corporaciones por la alta inflación, YPF -el Estado argentino tiene 51% de las acciones de la empresa- aumentó los precios de la nafta el 40% tan sólo en el primer semestre del año. Claro que los privados también son responsables. Los empresarios dueños de las estaciones de servicio pedían aumentos a la nafta para que el precio fuese similar a lo que cuesta a nivel internacional, cuando el barril de petróleo estaba a 100 dólares. Ahora en cambio, cuando el precio del barril bajó a menos de 50 dólares, cierran el pico. No piden que el precio de la nafta baje. Por último, el precio de una de nuestras principales exportaciones, la soja, se desplomó. Además en los últimos años, no hubo creación de empleo privado formal. La industria retrocedió 2,5% y se destruyeron más de 20 mil empleos en el área.

Ante la recesión, las empresas obviamente no dudaron en realizar despidos y suspensiones masivas. Un ejemplo concreto es el de Donnelley que intentó disminuir salarios y despedir a 100 empleados, de una planta de 400. Dado que los trabajadores salieron a luchar y defender sus puestos de trabajo, la empresa presentó la quiebra a pesar de manejar hace años la impresión de las principales revistas del país. Ante esta situación la presidenta Cristina Kirchner dijo que iba a aplicar la ley antiterrorista contra Donnelley porque presentaron «un falso estado de quiebra para generar temor en la población». Del dicho al hecho hay un largo trecho: no hicieron nada. Entre este ejemplo y la amenaza de estatizar las distribuidoras que citamos al principio, pareciera que el conocido director técnico Caruso Lombardi, apodado el vendehumo, formase parte del equipo comunicacional del gobierno. Para colmo YPF colocó en abril de 2014, un bono por mil millones de dólares a través de tres bancos. Uno de ellos es el HSBC, banco acusado por el propio gobierno de generar la devaluación de enero. La agrupación kirchnerista Kolina realizó una campaña en homenaje a Néstor Kirchner con un afiche en el que se ve a Néstor de joven, sobre un fondo rojo, con la frase «imposible apagar tanto fuego». Parece que el fuego generó humo, mucho humo. Entre tanto humo se fugaron de nuestro país 14 mil millones de dólares en 2014. En la misma sintonía la muy hipócrita oposición aplaude al juez Bonadío cuando éste investiga el hotel de Cristina Kirchner, pero vota en contra de crear una comisión para investigar la fuga de capitales a través de cuentas HSBC de Suiza.

La principal diferencia con Caruso Lombardi es que el DT, a pesar de abrir por demás la boca, salvó varias veces a equipos que estaban a punto de descender. El gobierno en cambio boquea pero todavía hay que ver si logra mantenerse en primera. Podría hacerlo si tuviese la vocación de querer pegarle a la pelota, en vez de tirar tanta magia frente al arco. A pesar de que predican que no nos endeudamos más, el gobierno cerró el año emitiendo deuda por 3 mil millones de dólares. Incluso hace una semana YPF y el gobierno tomaron nueva deuda a tasas de interes cercanas a cifras de dos dígitos. Incluso reconoció e hizo un pago multimillonario en tiempo récord por la deuda con el Club de París, donde Alemania y Japón son los principales acreedores. El ministro de economía Axel Kicillof negoció una solución para la deuda impaga con el Club de París. La solución nos va a costar la módica suma de 9 mil millones de dólares. Del total, más de 4 mil millones son pagos de intereses y punitorios. Sobre esto John Kerry, secretario de Estado yanqui, decía: «Argentina presentó recientemente una propuesta de pago al Club de París, en parte, gracias a nuestros esfuerzos». Si ellos están contentos con la negociación, lo más probable es que nosotros no debemos estarlo. Habría que aprender algo de la gente del norte. El presidente norteamericano Woodrow Wilson en 1913 decía: «Se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina al capital extranjero, pero no de concesiones hechas por los Estados Unidos al capital de otros países… Es que nosotros no damos concesiones». Por la expropiación parcial del 51% de YPF, compensamos a los accionistas de la multinacional española REPSOL por 5 mil millones de dólares. En realidad serán cerca de 10 mil millones de dólares, ya que se paga en diferentes bonos con tasas de interés que van desde el 7 al 8,7% anual. Si alguna vez el lector es tomado como rehén, sería recomendable que rece para que Kicillof no sea quien negocie con los captores ya que pareciera que juega para ellos.

Estas medidas no escapan a las que se tomaron en 2013 cuando por ejemplo se volvieron a reanudar las relaciones con la entidad más amada por el pueblo argentino: el Banco Mundial. Para no romper con nuestra costumbre de pagar, les regalamos 500 millones de dólares a multinacionales yanquis, británicas y francesas por juicios que perdimos ante el tribunal del Banco Mundial llamado CIADI. Como consuelo el Banco Mundial nos prestó 3 mil millones de dólares para seguir con el supuesto desendeudamiento soberano.

¿Por qué?

El gobierno realizó todos los pagos que mencionamos en el punto anterior con el objetivo de conseguir financiamiento internacional en dólares, a tasas que no fuesen descomunales. En 2015 debemos pagar 15 mil millones de dólares por vencimientos de deuda y no hay con qué. En relación al PBI de 510 mil millones de dólares, lo que debemos pagar es ínfimo. Con reservas que no superan los 35 mil millones de dólares y exportaciones similares a las importaciones, las cosas se complican bastante.

Es real que en los últimos años el país creció de forma constante, incorporando trabajadores y haciendo crecer el mercado interno y las exportaciones. Sin embargo, como dijimos antes, la caída del precio de la soja, el pago de la deuda externa, la caída de las ventas a Brasil produjeron que la cantidad de dólares disponibles se achique fuertemente.

En los últimos años el crecimiento de la economía y del consumo generó un aumento en las importaciones de maquinaria, energía e insumos, que pagamos en dólares. Para darse una idea de la dependencia de nuestra industria nacional, alcanza con decir que cada auto argentino producido lleva entre 60% y 80% de piezas importadas. Por eso el gobierno buscó achicar el consumo ya que esto le permite achicar la cantidad de dólares que aspira nuestra rudimentaria industria nacional.

Para colmo, el empresariado argentino, que ha hecho ganancias multimillonarias en los últimos años, fugó su dinero hacia bancos del exterior en vez de invertirlo para modernizar la maquinaria industrial y depender en menor medida de las importaciones. Para el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CefidAr), la fuga de capitales de nuestro país alcanza los 400 mil millones de dólares. Si esto les parece una exageración, pueden quedarse con el monto que calcula el INDEC, que es inferior pero sigue siendo enorme: 200 mil millones de dólares. Ante esto, el gobierno y sus economistas afines criticaron fuertemente la falta de conciencia nacional de nuestra burguesía, pero no se tomaron medidas reales y concretas que atacaran la sangría de plata que sufre nuestro país. En 2011 se instalaron medidas restrictivas para la compra de dólares pero no limitaron realmente la fuga de divisas ya que hay otras medidas técnicas para fugar la plata.

En vez de atacar este problema, que es uno de los de fondo, tomaron medidas ortodoxas. Buscaron la manera de achicar el consumo y devaluar sin que esto genere demasiadas contradicciones dentro de las filas de su militancia. Cuando hay desajustes económicos, siempre es más fácil joder a los de abajo que a los de arriba. Por eso este año se tomaron medidas marcadamente pro-mercado esperando que ingresen capitales para financiar y que cierren las cuentas hasta el 2015.

Vivimos en un país con trabajadores capacitados -aunque ahora tengamos un sistema educativo desastroso-, sin conflictos de envergadura como los que hay en Medio Oriente o África, tenemos importantes reservas de petróleo, recursos minerales, tierras de las más fértiles del mundo y agua potable. Como si fuese poco, las acciones de empresas nacionales están baratisimas, en dólares, en comparación a empresas similares de la región. Por eso los fondos de inversión Goldman Sachs, Fintech y el banco JP Morgan compran acciones y bonos argentinos. La bolsa argentina fue de las más rentables y se cumplió con el objetivo 2014 de aumentar la primarización de la economía y el extractivismo. La producción de cereales y oleaginosas alcanza fácilmente las 100 millones de toneladas por año. Claro que entre los objetivos del país no está primero evitar que se muera un pibe por tuberculosis, cuando existe un antibiótico hace más de 70 años, y desnutrición en un país donde abundan los granos y vaquitas.

Los capitales tarde o temprano van a ingresar al país. El problema está en que entran unos dólares hoy a cambio de una mayor dependencia a largo plazo. El gobierno no lo evita, sino que lo auspicia con acuerdos como el de Chevron. Hipotecan nuestro futuro.

Patria o Buitres

El conflicto con los fondos buitres, mediado por el gagá de Griesa, fue una traba para el plan del gobierno de conseguir financiamiento externo.

A finales del 2000, el gobierno de De la Rúa conseguía un préstamo por casi 40 mil millones de dólares otorgado por el FMI, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el gobierno del Estado español. A cambio, estos organismos exigían congelar el gasto público y elevar a 65 años la edad jubilatoria de las mujeres. Unos pocos meses después, a finales del 2001, el gobierno intentaba reestructurar la deuda en una operación conocida como el Megacanje. En concreto: a cambio de postergar el pago de la deuda, el gobierno aceptaba aumentar los intereses de la misma. Patearon el pago inmediato, pero nos perjudicaron a mediano plazo. Obviamente, con esta operación, se beneficiaron siete bancos junto a David Mulford, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, ganando 170 millones de dólares en comisiones. Estas medidas no sólo no dieron el resultado esperado, sino que terminaron siendo, junto al Corralito, parte del detonante que movilizó al pueblo argentino a la calle para defender sus derechos. Todos ya conocemos el final: el tiro les terminó saliendo por la culata. Luego, con Rodriguez Saá como presidente en el histórico mes de diciembre de 2001, se decretaba el tan famoso default: no se realizaban los pagos de la deuda que vencían por esas fechas.

Los Kirchner buscaron normalizar en términos capitalistas la situación. En 2005, 2010 y 2013 con los Kirchner en la presidencia, la Argentina realizó un canje con su deuda: convenció a la mayoría de los prestamistas de que les iba a pagar, pero si ellos aceptaban cobrar menos de lo que les debíamos. Con el antecedente del 2001 donde se dejó de pagar la deuda, el 93% de los prestamistas aceptaron recibir menos de la totalidad de lo que les debíamos. La otra opción que tenían era no cobrar nada en lo inmediato, iniciar un juicio y buscar cobrar la totalidad. Esto fue lo que hicieron los famosos holdouts o también llamados fondos buitre. Exigieron que se les pague todo lo que se les debía. Los fondos buitres son inversores carroñeros que compran bonos de deuda de países en crisis muy por debajo de su valor original, y luego exigen cobrar el total del valor a través de juicios. Esto es exactamente lo que están haciendo ahora en Estados Unidos con el juez Griesa.

El juez yanki Griesa en su fallo obligó al Estado argentino a pagarles a los buitres la totalidad de lo que se les debía. El problema para el gobierno es que quienes entraron en el canje y aceptaron que el Estado les pague menos de lo adeudado, lo hicieron con la condición de que posteriormente nadie recibiera una mejor oferta que la suya (es la famosa cláusula RUFO, Derechos Sobre Futuras Ofertas en inglés). Por lo tanto el gobierno no podía pagarles más plata a quienes no entraron en los canjes. Y esto es justamente lo que pretende el fallo de Griesa, que exige que se les pague a los fondos buitres la totalidad de la deuda antes que a quienes aceptaron el canje. Si hacíamos lo que nos pedía Griesa, los que entraron en el canje (93% de los tenedores de bonos) podían demandar al Estado por violar la cláusula RUFO y exigir que, al igual que a los buitres (el 7% restante), se les pague todo lo adeudado. Para evitar un tsunami de demandas, entramos en cesación de pagos a la espera del vencimiento de la RUFO para sentarnos a negociar.

Es cuando menos difícil en el capitalismo conseguir nuevos financiamientos si no se paga lo que se debe. La cláusula RUFO venció el 1 de enero de 2015. Por ende el gobierno ahora puede pagarles a los fondos buitres la totalidad de la deuda sin verse obligado a hacer lo mismo con quienes ya acordó para así dejar de estar en cesación de pagos y poder conseguir nuevos préstamos. Si el gobierno llega a arreglar con los buitres, posiblemente se facilite el acceso al crédito. Ahora bien, esto implicaría que se afrontarán pagos más grandes en 2015, y por ende sería necesario conseguir aún más crédito. Si no llegan a arreglar, el pago sería inferior. Sin embargo no habría acceso al crédito a tasas de interés similares a las que acceden todos los paises. Ninguna situación resulta prometedora. En los dos casos seguiremos endeudándonos. El sistema capitalista se caga de risa ya que, como la casa del casino, siempre gana.

Nuestra presidenta, en una reunión del Mercosur en Caracas, dijo que ya se pagaron más de 190 mil millones de dólares durante sus gobiernos y el de Néstor Kirchner. La deuda es un cáncer y el FPV nos convoca a armar un frente nacional para que nos dejen pagarla, para luego volver a endeudarnos, mientras nos dicen que se ha encarado una política de desendeudamiento soberano. En relación al PBI la deuda se achicó, pero en términos absolutos creció. Después del 2001 la deuda pasó de 145 mil millones a casi 210 mil millones de dólares. La deuda exterior no creció, se achicó pero a costa de un crecimiento de la deuda interna del Estado con la ANSES, Banco Central y Banco Nación. Transferimos deuda externa y privada a deuda interna y pública.

Sería interesante que el oficialismo no sólo critique a los fondos buitres, al sistema financiero internacional y al imperialismo, sino que también sea coherente con dicha crítica. Los acreedores del Club de París, de Repsol, de Chevrón, los Bulgheroni y Soros son tan buitres como los fondos apoyados por Griesa. Para colmo en este momento el Ministerio de Defensa evalúa comprarle entre una y dos decenas de cazas de combate Kfir Block 60 al Estado terrorista de Israel, luego de que este año hayan bombardeado e invadido al pueblo palestino. El gobierno denuncia a Inglaterra por su política colonial, por la ocupación de las Islas Malvinas, pero a la vez participa de la ocupación de otra isla: hace diez años que formamos parte de la ocupación al hermano país de Haití a través de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en dicho país que es dirigida por Francia, Canadá y Estados Unidos.

Las salidas que nos plantea el gobierno y la oposición no son las únicas. Hay más opciones que marchar contra Griesa para luego ir a negociar con los fondos buitre. Podemos evitar la fuga de dólares multimillonaria en vez de buscar financiamiento internacional. Debemos castigar y ponerles multas de peso a bancos como el HSBC que provocaron una devaluación en vez de premiarlos. No podemos decirle golpista a Shell por subir el precio de la nafta, cuando YPF hizo exactamente lo mismo, para después terminar pagándole subsidios por la baja del petróleo internacional.

El juez argentino Jorge Ballesteros dictaminó que la deuda es «ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta». Una parte importante de nuestra deuda externa se origina bajo la última dictadura militar, tema investigado por Alejandro Olmos. Las empresas argentinas se endeudaban en el exterior en dólares, y cuando el dólar subía, el Banco Central -presidido por Domingo Cavallo- se hacía cargo de la diferencia. Este seguro de cambio permitió estatizar la deuda exterior de empresas como Pérez Companc, Socma y Sevel (grupo Macri), Loma Negra (Fortabat), Techint, Fiat, Renault, Cargill, IBM, Ford, Banco Supervielle, Banco Galicia y Banco Francés, entre otros.

En los últimos días del año, la presidenta, que estaba en Santa Cruz, se quebró el tobillo y tuvo que ser trasladada a Buenos Aires ya que en el hospital Hospital de Río Gallegos no anda el tomógrafo hace un año y medio. No podemos seguir pagándoles a los especuladores internacionales la deuda cuando ni siquiera la presidenta puede atenderse en un hospital público por algo tan simple como una quebradura. Es necesario que la plata que se usa para pagar la deuda externa sirva para generar empleo, para construir viviendas, para revolucionar el excluyente sistema educativo y el pésimo sistema de salud.

Proverbio chino: «Cuando el dinero habla, la verdad calla»

Otro excelente ejemplo en ese sentido es la relación de clara dependencia que se está tejiendo con China. Ante los problemas que tenemos intentamos encontrar un nuevo papá que nos ayude. En julio el presidente de China, Xi Jinping, visitó nuestro país y firmó con la presidenta una serie de convenios. Estos acuerdos de cooperación fueron aprobados por el senado a final de diciembre. Entre ellos se destaca el intercambio de divisas (6,2 yuanes = 1 dólar = 8,9 pesos) equivalentes a 11 mil millones de dólares. Nos dieron un préstamo por 400 millones de dólares para comprar buques dragadores con el objetivo de mejorar el transporte marítimo para así poder facilitar la exportación de productos agropecuarios, especialmente la soja. También aportarán como inversión directa cerca de 4700 millones de dólares para construir dos represas en Santa Cruz. Finalmente, también se firmó un compromiso para que nos presten plata para implementar sistemas de riego en Entre Ríos, con el objetivo de sumar 200.000 hectáreas a la producción agrícola.

El jefe de gabinete defendió el acuerdo criticado por sectores de la oposición y dijo que con China hay «una complementación estratégica». Pero las exportaciones argentinas a China no crecen hace cinco años y son 5 mil millones de dólares inferiores a las importaciones provenientes de China. Nos prestaron 2 mil millones de dólares para renovar el ferrocarril Belgrano Cargas y en vez de utilizar las fábricas y talleres que tenemos en desuso para producir trenes, los traemos desde allá. Lo mismo pasa con el préstamo para los buques dragadores. ¿Acaso estos buques no pueden producirse en los astilleros que están en desuso? A cambio de los préstamos les damos acceso privilegiado a negocios en el sector energético, minería, manufactura, agricultura sin la necesidad de realizar licitaciones y la posibilidad de mandarnos mano de obra. Se mejora un poquito el transporte, pero con el único fin de seguir profundizando la política extractivista, eje actual del modelo de dependencia. Lo que antes iba a Londres, Inglaterra ahora va a Shanghai, China.

Nuestro amo actual, Estados Unidos, y el que va a reemplazarlo, China, hablan idiomas diferentes, pero mantienen una política similar en asuntos centrales para nuestro país: la deuda externa y las relaciones comerciales asimétricas. China hizo sus préstamos con la condición de que mantengamos una buena relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que cumplamos el pago de nuestras deudas. Hasta Carlos Pellegrini, presidente liberal de la argentina oligárquica del siglo XIX, entendía que: «La agricultura y la ganadería son dos grandes industrias fundamentales; pero ninguna nación de la tierra ha alcanzado la cumbre de su desarrollo económico con solo estas industrias. Las industrias que las han llevado al máximum de poder son las industrias fabriles, y la industria fabril es la primera en mérito y la última que se alcanza, porque ella es la más alta expresión del progreso industrial». Nosotros exportamos a China más que nada porotos de soja, aceite de soja y algo de petróleo. El resto de lo que enviamos es carnes, cuero, tabaco y lana. En cambio, importamos de allá computadoras, teléfonos, motos, juguetes, químicos e instrumental médico. Los convenios con China no parecen ir en el mismo sentido que las palabras de Pellegrini. La relación que tenemos con China no es muy diferente a la que teníamos con Inglaterra a principio de siglo pasado o la que tenemos ahora con Estados Unidos. Incluso este año acordamos darle a los chinos, por 50 años, 200 hectáreas en la Patagonia, para que instalen una «estación para observación espacial construida por una empresa china» donde el personal de dicha estación deberá cumplir las leyes chinas y no las argentinas.

Detengámonos brevemente para ver otro ejemplo. El multimillonario especulador financiero, nacionalizado yanki, George Soros compró 450 millones de dólares en acciones de YPF. El medio oficialista Página 12 festeja que nos compre YPF: «Soros mira más allá de los buitres». Los hermanos Bulgheroni, de los hombres más ricos de este país, vendieron en 2010 la mitad de su empresa Bridas a la China National Offshore Oil Company (CNOOC). Bridas ya poseía el 40% de las acciones de Pan American Energy (PAE), la segunda petrolera más grande de Argentina. El 60% restante lo tiene la petrolera British Petroleum (BP). La riqueza de los Bulgheroni asciende a los 5.500 millones de dólares. La política petrolera de la última dictadura militar otorgó licitaciones para explotación de yacimientos a empresas como Bridas, Astra y Pérez Companc en detrimento de la estatal YPF. Así fue como los hermanos se hicieron multimillonarios. Después de torturar y asesinar a militantes de las organizaciones populares, los militares recibieron una palmada en la espalda y su merecido premio. Agradecidos por el favor que le hicieron los milicos, los hermanos Bulgheroni sumaron a una decena de represores al directorio de su empresa. Cortesanos del poder de turno, aportaron medio millón de dólares a la campaña presidencial de Menem. Mientras los militantes kirchneristas reivindican la historia de la heroica resistencia del peronismo revolucionario y de las organizaciones armadas a la dictadura militar, el gobierno permite entrar a los capitales chinos e ingleses de PAE, liderados por los hermanos Bulgheroni y sus directivos represores, a la explotación de Vaca Muerta, donde ya estaban los yankis de Chevron. En 2007, los hermanos Bulgheroni a través de PAE ya habían conseguido la concesión para explotar hasta el 2047 el yacimiento de Cerro Dragón.

Otro ejemplo más, sacado de una tragicomedia de mal gusto, consiste en que por la caída del precio del petróleo internacional, vamos a pagarles como incentivo a las petroleras con capitales argentinos, yankis, ingleses y chinos 3 dólares por barril para que mantengan la producción. Somos una familia abierta y multicultural, tenemos papás de todos los colores. Incluso Cristina dijo que «ya se habla de la Argentina como la nueva Arabia Saudita» por el yacimiento de Vaca Muerta, como si eso fuera algo positivo.

En la misma sintonía de los acuerdos con China, el gobierno sancionó una ley que aumenta la dependencia del país a cambio de unos dólares para terminar lo mejor posible su mandato. Al poco tiempo de que el gobierno responsabilizase a Shell de generar la devaluación de enero de 2014, Aranguren -el presidente de la empresa- festejó la aprobación de la ley de hidrocarburos por parte del oficialismo, que transformó en ley el acuerdo con Chevron realizado en 2013:

«Primero quisiera aclarar que el gerente de Relaciones Institucionales de YPF sostuvo (en una publicación en un diario nacional) que esta ley [de Hidrocarburos] le da rango de ley a los Decretos promocionales 929 y 927/2013. Y que de esa manera se les otorga seguridad legal a esos esquemas de promoción. Sin embargo, el proyecto de ley instruye al Poder Ejecutivo a cambiar ciertos parámetros de esos decretos, haciéndolos más beneficiosos para el sector, por medio de una baja del nivel mínimo de inversión a u$s 250 millones y de una reducción de 5 a 3 años del plazo para obtener esos incentivos, a fin de llegar al 20% o el 60% de lo exportado sin retenciones y con la posibilidad de enviar ese dinero fuera del país».

Pocos meses antes, el dirigente kirchnerista Luis D’Elia acusaba a Aranguren de golpista por subir los precios de la nafta. El objetivo primordial que dirigió casi todas las estrategias del año es el de conseguir algunos dólares. Así es como los legisladores oficialistas deben haberse vuelto amantes de la cocina francesa ya que no paran de comerse sapos. Dicen una cosa y hacen exactamente la inversa.

Hacia la segunda parte

Como vimos el kirchnerismo premió a quienes critica y considera sus enemigos sin modificar los problemas estructurales de nuestra economía y nuestro pueblo. Ya veremos cómo esta político no ha sido solamente dañina para el pueblo argentino, sino que también se transformó en un tiro por la culata para el mismo gobierno. El juego a dos puntas, donde el gobierno trató de quedar bien con los dos bloques de países que están disputando el rumbo que debe tomar el planeta, no parece haberlo favorecido. Las decisiones que se tomaron a nivel nacional repercutieron a nivel internacional, para nuevamente influenciar la política local. A la brevedad pondremos la lupa sobre esta parte de la realidad.

guillen.facundo@gmail.com