Javier Lewkowicz
Más Mercado y menos Estado. “devaluacion fiscal”, el plan empresario para los candidatos
El grupo económico de la familia Rocca le está arrimando a cada candidato con aspiraciones presidenciales los lineamientos del programa económico que les “sugiere” aplicar. Bajas de impuestos, retenciones y contribuciones patronales, las claves.
La carrera electoral se juega en muchas pistas, en las grandes ligas y en la micropolítica, en los medios y en herméticas oficinas. El mundo empresarial, a pesar de que muchas veces sea pensado como externo a la política, también se prepara. Página/12 pudo averiguar en qué consiste el “decálogo” que Techint, el mayor grupo empresario del país, le está presentando a cada político con posibilidades ser gobierno el año que viene. Es un programa que, en términos geopolíticos, recupera la tradición argentina de acoplarse a los centros de poder de Occidente, con una batería de medidas para mejorar la competitividad exportadora a costa del salario y del achicamiento del Estado.
La relación del kirchnerismo con el “gran empresariado” pasó de ser cordial a tumultosa. El punto de inflexión fue la crisis con las patronales agropecuarias y la ruptura se consolidó en el segundo mandato de Cristina Fernández. En la vereda de enfrente al Gobierno sobresale, desde ese momento, el grupo liderado por Paolo Rocca.
¿El problema es económico? A medias. Techint es una empresa global, con base en el país pero muy fuerte vocación exportadora, líder en el mercado de tubos sin costura y de chapa. En ese plan, el mercado interno es un apéndice, y el salario, poco más que un costo. La revitalización del consumo popular en estos años, traccionado por las paritarias pero también por el gasto público en diversos programas sociales, y el sostenimiento de los subsidios, que obligan al Estado a estar muy presente a la hora de recaudar los impuestos, es una molestia para cualquier empresa exportadora.
Pero más importante parece ser el condimento político. Las decisiones que antes, incluso durante el gobierno de Néstor Kirchner y ni hablar en la década del ’90, se consultaban/negociaban con los empresarios, el Gobierno desde hace un tiempo las toma sin esa delicadeza. No es pura gestualidad: cualquier actor que se sienta en la mesa de decisión pone condiciones, moldea la gestión pública según sus intereses, que pueden o no coincidir con lo que en ese momento requiere el universo, en este caso, industrial. Y hay otros factores. En 2008, el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela renacionalizó la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), una empresa que hasta ese momento estaba controlada por Techint y que es la mayor siderúrgica de ese país. El gobierno argentino adoptó una posición intermedia, algo que Rocca no perdonó.
“Yo que usted…”
Este diario pudo reconstruir el manual económico que Techint, a través del director corporativo del grupo, Luis Betnaza, y de dirigentes de la cámara del acero –que Rocca domina de principio a fin– le acerca a cada político que esté en búsqueda del gobierno a partir de diciembre. Es un programa más conservador que el desplegado en los últimos años, aunque no enteramente liberal: un mix entre ideología y pragmatismo. Después de todo, Techint es uno de los primeros beneficiados por los antidumping que frenan la importación de chapa barata desde China.
“Todo es caro en la Argentina”, sostienen los representantes de Techint. Ya lo había sugerido Rocca en 2012, cuando dijo que “el costo de un obrero industrial en Argentina es de 24 dólares por hora, contra 12 dólares en México y 9 en Brasil”. La solución que propone la siderúrgica es llevar a cabo lo que define como una “devaluación fiscal”.
La devaluación fiscal consiste en una fuerte baja de la carga impositiva para las empresas, lo que, en el ideario T, es igual a mejora en la competitividad exportadora. “Más mercado y menos Estado”, definió Betnaza en noviembre de 2014 en el encuentro del Foro de Convergencia Empresarial. En este caso, la mejora de la competitividad impactaría en la moderación de la inflación, porque las empresas se ajustarían a los nuevos costos. Claro que la teoría requiere bastante fe en el mecanismo de mercado, de otro modo podría pensarse que la baja de impuestos sólo se traduce en más excedente para los privados, que luego, como es costumbre, es dolarizado y fugado.
Para Techint, la reducción de la carga impositiva se lograría, en primer lugar, con una baja de las contribuciones patronales por trabajador empleado, que ya fueron en su momento reducidas por Domingo Cavallo a comienzos de los ’90. Otra vía que proponen para pagar menos impuestos es la reducción de los derechos de exportación para la venta de tubos, que la empresa realiza a través de Siderca. Tal como los sojeros quieren embolsar el precio pleno de sus exportaciones, también las ventas industriales tributan, aunque menos que los productos del agro. La tercera medida que quiere Techint es la eliminación del Impuesto a las Ganancias cuarta categoría, o sea, para el salario. Podría resultar paradójico que la empresa pida elevar el salario de bolsillo. Pero entiende que Ganancias presiona al alza las paritarias, lo que sí impacta en sus costos.
La combinación de bajas de impuestos tendría un fuerte impacto sobre los ingresos del Estado. Y como en el ideario liberal el “equilibrio fiscal” es un mandamiento, el nuevo esquema vendría inevitablemente acompañado de recortes en los programas sociales o recorte de subsidios, o sea, suba de tarifas, con impacto sobre la demanda y el empleo.
Otro aspecto de la política económica con la cual Techint está (abiertamente) disgustado es el acercamiento con China. Betnaza filtró hace poco un documento crítico de la UIA sobre el acuerdo con el gigante asiático, que visibilizó las internas en la central fabril. Para Techint, China es directo competidor en el negocio siderúrgico. Por último, la gran apuesta de Techint en el país es Vaca Muerta, aunque en ese tema la conducción de YPF no la ha relegado para nada. Al contrario, la relación es fluida.
La enemistad entre Techint y el Gobierno está lejos de ser no-relación. Este tipo de megaempresas del sector de infraestructura tienen un lazo irrompible con el Estado. De hecho, Techint se encarga de la construcción de una parte del Gasoducto del Noreste (obra para la cual además fabrica los tubos) y en un 70 por ciento de la represa hidroeléctrica El Tambolar, en San Juan, financiada por China. Pero la vida no es sólo negocios, también es poder.