Hugbel Roa
La proliferación del método de fracturación hidráulica para obtener hidrocarburos o el denominado petróleo de esquisto no solo ha producido un impacto medioambiental de grandes proporciones. En un primer momento se trazo como una estrategia que buscaba bajar los precios del petróleo y con ello afectar a las economías dependientes de la explotación de hidrocarburos, especialmente de las economías de países que no están alineados con el espectro político de Washington. Este objetivo se logro, pero lo costoso del este procedimiento de extracción y los daños ecológicos que ha producido han determinado el repliegue de esta técnica hasta en los propios EEUU.
Las principales compañías productoras de petróleo de esquisto, como Exxon Mobil, Chevron Corporation y ConocoPhillips que emitieron anuncios durante 2011 y 2012 en los que se describían los beneficios, ya han comenzado a sentir el rigor de las restricciones que ha impuesto los EEUU a sus importaciones, a pesar que en 2010 casi el 60% de los pozos en producción utilizaba este metodo. No es una coincidencia que sea durante la administración de George W Bush el “Fracking”, estuvo exento en el cumplimiento de las principales leyes federales sobre medio ambiente desde la aprobación en 2005 de la «Energy Policy Act of 2005». Esto coincido con el acceso y control de importantes yacimientos petroleros y zonas geoestratégicas de importancia producto de la guerra en Irak, Afganistán, pero es precisamente la inestabilidad y desestabilización que esta política militar género en la zona, el principal propulsor de esta técnica de extracción principalmente en los países y economías capitalistas de mayor consumo de hidrocarburos.
Ahora, las compañías productoras se han encontrado que el mayor impulsor de este procedimiento por razones geopolíticas, impone en su territorio una férrea normativa que regula la actividad y la importación y exportación desde y en su territorio, por lo que es muy probable, a juicio de estas compañías que “la exportación, la producción de esquisto de Estados Unidos dejará de aumentar o caerá en volúmenes desproporcionados con respecto a nuestros competidores internacionales”. Esto sin duda beneficiara a los productores tradicionales y seguramente incidirá en la recuperación de los precios del petróleo. Pero como toda política económica de la primera potencia militar e imperialista del mundo deja un gran margen a la suspicacia. Primero se produce en un momento en el cual el aparataje militar norteamericano está aumentando su presencia en el continente suramericano. Segundo, nuestro país, Venezuela es objeto de una sanción desproporcionada desde el punto de vista del derecho internacional público como lo es la declaración de “amenaza” a los intereses estadounidenses en la región a través de una “Orden Ejecutiva”. Venezuela es el país con mayores reservas probadas en el mundo y el segundo reservorio de agua a nivel mundial. Entonces no sería descabellado pensar que ¿la pérdida de intereses de los EEUU en el petróleo de esquisto se debe a que ya el águila imperial tiene en su mira los recursos venezolanos?, ¿el establishment norteño ya da por descontado que trasferirá la riqueza energética de Venezuela a su dominio y control directo?. Debemos tener en cuenta y estar pendiente de estas señales en un momento histórico en el cual está en juego la soberanía y la independencia de nuestra nación, debemos mantenernos firmes ante esta coacción y defender nuestros recursos y así lograr que el boomerang del fracking golpee al águila rapaz.