Marcos Ríos Guerra

 

Del mismo modo que los gobiernos nacionales de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, Panamá, México y Paraguay) aplican un pragmatismo económico neoliberal en sociedad con el gobierno de los EE UU y sus corporaciones, los denominados gobiernos progresistas (Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Cuba: ALBA- MERCOSUR) mantienen un doble estandar con la principal potencia económica de América.

Exportar materias primas a ese Mercado y despotricar contra el Imperio para simultaneamente comprarle productos manufacturados de mayor valor agregado: alimentos procesados, medicamentos, cosméticos y de aseo personal, limpieza, vehículos o electrodomésticos, películas y series televisivas, software, entretenimiento y música, productos financieros y culturales, es como mínimo, subestimar al Pueblo Soberanode Latinoamérica.

Este accionar constituye un doble rasero / doble estandar inadmisible para gobiernos que se autoproclaman ser socialistas, progresistas o de izquierdas, y es una burla a los pueblos que se esfuerzan día tras día para apoyar estas políticas que están siendo socavadas desde las propias burocracias Estatales, mediante prácticas ineficientes y/o corruptas  que le abren pasó a la posibilidad de terminar con las experiencias de gobierno que tanta sangre y esfuerzo le costara a los pueblos de Nuestra América.

Más allá de la guerra mediática y económica lanzada desde los centros de poder mundial para crear condiciones subjetivas y objetivas de debilidad política, económica y social con el objetivo de apoderarse de los recursos petroleros y energéticos y naturales de Venezuela, Brasil y Argentina, los gobiernos de estos tres países han errado la gestión  mediante mecanismos de corrupción y de ineficiencia para quedar acorralados por los medios de comunicación y sectores medios de la población que utilizando conocidas prácticas de «revoluciones de colores» latinoamericanas, se encuentran en una crisis de consecuencias impredecibles que con diferentes dinámicas se van desarrollando simultáneamente para Maduro, Rousseff o Kirchner, presidentes de los tres principales mercados sudamericanos.

Tener como principal mercado a los Estados Unidos y encima poseer déficit comercial con él, habla de la hipocrecía política y económica que también manejan los líderes de estos tres nobles pueblos de nuestro continente y de las debilidades de los proyectos políticos que se llevan a cabo en estas tres latitudes, tierras de Néstor, Lula y Chávez.

El mayor país injerencista a través de sus exportaciones, empresas radicadas en territorio de estos países, presiones comerciales y diplomáticas, y hasta declaraciones y sanciones secretas o públicas, son la causa principal de los procesos de desestabilización y golpes blandos que sacuden estos gobiernos, presionando a los tres poderes del Estado, pero el Imperio es todavía alimentado por estos tres gobiernos progresistas que buscando nuevos aliados en un mundo pluripolar y multicéntrico, continuan siendo aún fuertemente dependientes del principal mercado capitalista, invasor y genocida más perverso de la Tierra.

El doble rasero de los gobiernos progresistas de Latinoamérica debe ser expuesto para modificar el camino que nos lleva a una restauración conservadora y hacia un nuevo ALCA.