Miguel Ángel Del Pozo
El texto se sustenta en la propuesta de tesis de José Vicente Rangel Vale (JVR) referida a la «nueva política Obama». En previos nos hemos ido refiriendo al desarrollo de la «nueva geopolítica» que el Poder a través de la Casa Blanca como factor ejecutivo ha ido imponiendo las tesis de las necesidades de renovación del Imperio estadounidense vista los agotamientos de las tesis impuestas mundialmente inmediatamente posterior a la finalización de la 2da. Guerra Mundial tanto en el continente europeo como en los factores geoestratégicos de Asia-Pacífico. Es decir como bien lo hemos expuesto, Washington impuso el denominado como «Plan Marshall» para la reconstrucción de la Europa denominada occidental; es decir, en otras palabras, aquellas naciones europeas que no se conformaron como el denominado como «bloque soviético». El mencionado plan, curiosamente, se le impuso a la Alemania derrotada con fuertes inversiones en su reconstrucción con las presencias de importantes compañías norteamericanas dejando de lado inversiones en países aliados que sufrirían la presencia de las políticas guerreristas desplegadas por las fuerzas armadas alemanas bajo la propia conducción de Adolf Hitler. Ello tuvo su lógica razón geoestratégica cuando los EEUU de América consideró que por los resultados de los acuerdos previos Alemania tenía que convertirse en «el Muro de Berlín» para la contención de la expansión de ideas socialistas de procedencia de los países de la denominada como la «Cortina de Hierro».
En el caso de la región de Asia-Pacífico, Washington se abocó al control del Japón imponiéndole una constitución a la medida de los intereses del Poder estadounidense, imponer un gobierno de procedencia industrial-militarista inmediatamente a posteriori de la corta experiencia de un gobierno socialista japonés, de abocarse a favorecer la estabilidad del Gobierno Nacionalista chino en la isla china de Taiwan, de imponer en las Naciones Unidas un presidente títere para los espacios geográficos al sur del paralelo 38 de la península de Corea de corte anti-comunista, de negar toda posibilidad de un «plan Marshall» para China como le se elevaría la propuesta a Washington por factores anti-comunistas asiáticos y buscar desarrollar un escenario de guerra en la península de Corea cuando factores políticos adversaron la decisión unilateral de las Naciones Unidas arriba en referencia. Ambos escenarios en descripción tuvieron su sustento en aquel famoso escrito de «Mister X», funcionario del Departamento de Estado que consideraba la necesidad de contener la expansión de la URSS, mutatis mutandi, el comunismo internacional por aquellos años de la década de finales de los años 40 y la década de los años 50. En resumen, visto la imposibilidad de contener el avance triunfal de las tropas del Ejército Popular de Liberación, fuerzas armadas adscritas al Partido Comunista Chino (PCCh), la derrota de los ejércitos nacionalistas adscritos al partido nacionalista chino, Guomindang (GMD), el apoyo geoestratégico de Moscú a Mao Zedong en el marco de la «Guerra Civil» china (1947-1949), el Poder se vería en la necesidad capitalista-imperialista de desarrollar un escenario de guerra en la zona oriental de Asia, concretamente, en la península de Corea y desarrollar la «Guerra Fría» en el continente europeo, dos escenarios diferentes con el mismo objetivo geopolítico, detener el avance internacional del «socialismo real».
En esa línea de pensamiento, podríamos aceptar que el capitalismo en su etapa post-Guerra Mundial desarrollaría sus estructuras económicas y se iría adaptando, paulatinamente, a los necesarios desarrollos de las correspondientes super-estructuras no solo en cada país aliado de Washington sino, particularmente, en imponer paradigmas específicos al sur del río Bravo y al sur de la península de la Florida; es decir, los paradigmas capitalistas desarrollados en Europa occidental, posteriormente, en aquellos países denominados como los «Tigres Asiáticos», conformaron el desarrollo de una lógica natural del desarrollo del sistema capitalista en el marco de sus contradicciones y de las lógicas necesidades de su propia perfectibilidad tanto nacional como en su expansión global.
En nuestro criterio el punto de inflexión hizo su presencia con las tesis socio-económicas acompañadas con sus correspondientes ideologías con los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher y los comienzos en decadencia del «socialismo real» en la URSS, fundamentalmente, con la crítica de Nikita Jrushchov y en América Latina las tesis expuestas por Teodoro Petkoff ambas realidades constituyeron «la crítica al sistema soviético» que para nada sería «echada a la basura» por los aparatos ideológicos del Poder estadounidense. Es evidente y de fácil demostración que la «Caída del Muro de Berlín» marcó una realidad geopolítica mundial profundamente diferente siendo, seguramente, la realidad cubana el mejor ejemplo para un serio estudio de los actuales movimientos socialistas latinoamericanos. Aquellos gobiernos capitalistas referidos desarrollaron un modelo económico acompañado por nuevos paradigmas ideológicos que han marcado un impromtum entre el capitalismo y el socialismo en su etapa contemporánea a aquellas realidades en transición hacia las actuales realidades en contradicción.
Es decir, en el marco del desarrollo, la etapa comprendida entre los gobiernos de Reagan y Thatcher y la «Caída de Wall Street», el sistema capitalista ha vivido «su luna de miel» más brutal, objetiva y radical desde sus primeros pinitos históricos cuando los sefarditas se trasladaron a Ámsterdam para controlar el mercado mundial de las importaciones y la consecuente acumulación hasta que las realidades bélicas los obligaron a trasladarse a Londres. Para poder comprender dicha etapa histórica deberíamos analizar los diferentes escenarios bélicos que se desarrollaron durante la misma, es decir, desde la «Guerra de Vietnam» y sus consecuencias reales hasta las invasiones a Iraq, Afganistán, Libia, Siria, el Cuerno de África y, actualmente, Ucrania como el coletazo de aquel diseño geopolítico global del Imperio estadounidense y de sus «aliados y socios».
Así como los gobiernos de Reagan y Thatcher marcaron el comienzo de una nueva etapa de desarrollo del capitalismo global y mundializado, los escenarios de política interna en China que se han venido expresando posteriores a las realidades que se desarrollaron en la plaza de Tian Anmen han tenido un importante impacto en el comercio internacional que no se comprenderían sino se considera el análisis de las políticas de «reforma y apertura» aprobadas por el PCCh en diciembre (1978), ellas impulsadas por el comisario político del ELP, Deng Xiaoping. Ese espacio histórico en referencia ha significado no solo el reimpulsa de la economía china en cifras de crecimiento astronómico de un promedio de un 9% inter-anual sino los propios cambios profundos internos no solo en lo sociológico e ideológico sino en lo que nos atreveríamos a calificar como el verdadero Poder chino sustentado en los herederos de los críticos de ciertas políticas estructural-económicas que se fueron aprobando e implementando durante un importante número de años que concluyeron en los serios errores cometidos durante la denominada como «Revolución Cultural».
En nuestra modesta experiencia de más de ocho años de contacto directo con China (no especificamos), podríamos exponer la importancia que Washington le ha venido dando a sus relaciones con China y de China con América Latina. Sin la necesidad de entrar en detalles, Washington considera como geopolíticamente muy importante «su patio trasero» incluyendo a Brasil. China durante esos años referidos ha mantenido las prudencias no solo necesarias sino obligantes que imponen sus relaciones bilaterales con los EEUU de América pero sin plegarse a serias y fuertes sugerencias procedentes de Washington. En ese sentido, el Poder, la Casa Blanca, el Congreso estadounidense, el Departamento de Estado, la Secretaría de Defensa y el Pentágono han tenido que desarrollar políticas que objetivasen las realidades de los escenarios internacionales cuando la presencia de China se ha convertido en actor internacional fundamental de un obligado mundo pluripolar.
Es de importante referencia las políticas impulsadas por nuestro Comandante en Jefe, Hugo Rafael Chávez Frías, con respecto a un serio acercamiento de mutuo beneficio con China. Ello no significa que durante la 4ta. República no se desarrollaran contactos desde aquellos momentos de aquellas reuniones en la ciudad de Lima que llevaron al establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China. Los contactos bilaterales se desarrollaron y se mantuvieron pero en el marco de un desarrollo más de carácter político pero manteniendo un posible desarrollo en los campos referidos a las relaciones bilaterales económico-financieras, de inversión y transferencia de tecnologías «en espera». Se mantuvieron contactos a niveles de petróleo, satélites, bienes de capital, agricultura, comercio, etc., pero sería el Comandante Chávez Frías quien «rompiendo esquemas» concreta esas relaciones marcando un camino ejemplarizante en su entorno geopolítico. Es de obligación precisar que Venezuela siempre ha mantenido sus intereses por encima de contradicciones que imponen realidades geopolíticas en sus geoestrategias.
En el marco referente de los escenarios de «golpe de estado» que viene promoviendo Washington no solo en Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, hay un factor a considerar por el «país del norte» como son las importantes inversiones chinas en los países al sur del río Bravo y al sur de la península de la Florida cuando el factor del «comercio bilateral sino-estadounidense» tiene un peso específico en sus relaciones bilaterales con China porque esa realidad no se pudiera comparar con las actuales realidades de presiones financiero-comerciales que el capitalismo mundial le está imponiendo a Rusia en lo que nos, nos permitimos calificar como «golpe suave» contra el Presidente Vladimir Putin. Al tiempo y acá las diferencias entre ambos proyectos geopolíticos, Washington y Beijing, la geopolítica de Washington hacia América Latina no solo se sigue sustentado en la «Doctrina Monroe» sino que ésta está sufriendo una profunda reingeniería cuando conocemos los avances del Pentágono sobre países centro-americanos y latinoamericanos con costas sobre el océano Pacífico además de visitas militares a base marítimas de ciertos países latinoamericanos. En esa misma lectura, China ha venido realizando llamados a acuerdos inteligentes con sus vecinos con los cuales tiene sus serias diferencias limítrofes que son aprovechadas por la Casa Blanca y el Pentágono para suscribir con «aliados y socios» acuerdos jurídicos de cooperación militar y de defensa y escenarios en pleno desarrollo de experiencias conjuntas en políticas humanitarias mientras que la política de China hacia América Latina se expresa en las calidades correspondientes al «respeto a los asuntos internos», al mutuo beneficio en el comercio bilateral, a alcanzar acuerdos en el marco de la CELAC y «aprender el uno del otro». Pequeña diferencia.