Se cumplieron 50 años del inicio de los bombardeos con napalm

 

Correo del Orinoco

 

Tal vez la banda naranja que tenían pintados los barriles donde era almacenado no era tan explícita como para que los soldados estadounidenses que manipulaban los envases tuvieran alguna duda. En todo caso el nombre código con el cual fue bautizado -agente naranja- probablemente no le dijo nada a la tropa que iba como carne de cañón a enfrentarse a los vietnamitas, y mucho menos les diría a los guerrilleros de Vietnam que batallaban contra uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Pero años después, cuando las historias secretas de la Guerra de Vietnam abandonaron el anonimato, las secuelas del agente naranja se hicieron más que evidentes. También las del napalm.

“El producto (agente naranja) se probó en Vietnam a principios de los 60, pero su mayor utilización fue durante los años de mayor apogeo de la guerra (1967-68)”, recuerda el portal web Museo de Vietnam (http://www.museodevietnam.com). El pasado 7 de febrero se cumplieron 50 años del inicio de los bombardeos con napalm. En 2012 se conmemoraron los 40 años de la famosa foto de la “niña del napalm”, Kim Phuc, quien tenía nueve años cuando un avión del ejército survietnamita atacó su pueblo, Trang Bang. El napalm es una sustancia gelatinosa que se pega a la piel y la ropa, que puede causar quemaduras y asfixia. Según el portal web http://historiausa.about.com, Estados Unidos “utilizó el napalm por primera vez en la Segunda Guerra Mundial, tanto en Europa como en el Pacífico, así como en la Guerra de Corea”, pero “donde se usó mucho más fue en Vietnam, donde se arrojaron casi 400 mil toneladas de bombas de napalm entre 1963 y 1973. Un 60% de las víctimas vietnamitas sufrieron quemaduras de primer grado”. Del agente naranja “se arrojaron 43 millones de litros, unos 11,4 millones de galones cubriendo 24%del sur del país con el veneno. Más de 3 mil aldeas fueron rociadas con la mezcla. En esas áreas, la dioxina se pegó a las personas, sus alimentos y el agua subterránea, donde puede permanecer hasta por 100 años”.

En Vietnam probablemente se libró la mayor guerra química de la historia, con el empleo de compuestos como el agente naranja y el napalm. No obstante, hay expertos -como el doctor José Manuel López Tricas, farmacéutico especialista en farmacia hospitalaria de la Farmacia Las Fuentes de Zaragoza, España- que opinan que el paradigma “en el empleo de armas químicas de manera indiscriminada y brutal fue la Gran Guerra, como denominamos en Europa a la Primera Guerra Mundial”. Ese conflicto, enfatiza, “fue célebre por el empleo del fosgeno y el gas sarín”. Consultado por el Correo del Orinoco, recalca que es imposible “tener una idea aproximada de cuántos muertos fueron debidos a las armas químicas”.

Omar Salas, profesor de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (Unesr), especifica que Estados Unidos (EEUU) ya había esgrimido el agente naranja en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Después lo perfeccionaron. “El agente naranja fue creado por Monsanto, corporación que desarrolla fertilizantes, herbicidas y químicos para combatir plagas y han hecho desastres en Centroamérica con los químicos. Ha sido muy cuestionada por el uso de los químicos para aumentar la producción agrícola, porque la incrementa pero a un alto costo”, grafica el docente, en conversación telefónica con el Correo del Orinoco.

LOS COLORES DE LA MUERTE

Regresemos a Vietnam. Años 60 del siglo XX. “Una de las dificultades más grandes que tuvo el ejército de EEUU en Vietnam fue la selva. Esto debido a que enfrentaban a pequeñas unidades que se camuflaban muy bien en la espesura, por lo que era común que el ejército de EEUU sufriera con las emboscadas. Una forma de contrarrestar esto fue a través de un plan de defoliación de la selva: eliminar el follaje usando herbicidas”, explica el doctor Gabriel León, del Centro de Biotecnología Vegetal de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Andrés Bello de Santiago, Chile. Por ello “se idearon una serie de mezclas de herbicidas para lanzar sobre la selva y matar la vegetación, reduciendo las posibilidades de camuflaje de sus oponentes. Este plan se llamó Ranch Hand y se usaron varias mezclas de herbicidas que venían en toneles pintados de colores”, refiere León en entrevista con el Correo del Orinoco. Es por ello, puntualiza, que había agentes verde, púrpura, rosa, blanco, azul y naranja.

Los vietnamitas, describe Salas, “tenían un sistema de túneles para el abastecimiento de la guerrilla, y el bosque era como un escudo”. Por tal razón los mandos estadounidenses “buscaban defoliar, arrasar con las zonas selváticas para evitar que la población se quedara allí”. Rol tristemente célebre asumido por el agente naranja.

El especialista precisa que el agente naranja era una mezcla de dos herbicidas muy conocidos: el ácido 2, 4-diclofenoxiacético (2, 4-D) y el ácido 2, 4, 5-triclorofenoxiacético (2, 4, 5-T). Estos compuestos eran muy efectivos para mantener sin malezas cultivos de arroz, trigo o maíz. “De hecho, el 2, 4-D es el herbicida más usado en el mundo”, acota. Incluso, sostiene que los estudios de toxicidad en ratones, ratas y humanos “muestran que ambos son poco tóxicos”.

 

 

A juzgar por los resultados obtenidos y por el daño causado a sus propios uniformados, parecería inexplicable que la Administración estadounidense usara productos como el agente naranja a diestra y siniestra. Un trabajo publicado por el diario español El Mundo da cuenta de que los restos de los herbicidas empleados por EEUU todavía causan cáncer, deformaciones y afecciones hereditarias, entre otros padecimientos. También se reporta que, según las autoridades sanitarias vietnamitas, hay 1,3 millones de niñas y niños con discapacidad que serían “hijos y nietos del agente naranja”.

León evalúa que, cuando se roció la selva con estos productos, “nadie podía anticipar los efectos nefastos que se producirían. Los herbicidas eran seguros para los animales y sin embargo, más de 500 mil personas murieron y otras 500 mil resultaron con graves secuelas para la salud”. Como parecía imposible que esto lo provocara un herbicida “se comenzó a investigar qué había pasado” y se descubrió que, “durante el proceso de fabricación de uno de los componentes del agente naranja, se había producido una muy baja cantidad (60 partes por millón) de una dioxina como subproducto, una sustancia tremendamente tóxica para los humanos”. A pesar del paso de los años “los nefastos daños en la población de Vietnam por su uso durante la guerra persistirán por muchos años”.

Para López Tricas la explicación de este compuesto se encuentra en las facilidades de la vía aérea: “El agente naranja se lanzaba desde los aviones y helicópteros con el fin de deforestar la jungla y poder bombardear con más precisión al ejército del entonces Vietnam del Norte. En mi opinión los mandos norteamericanos consideraban que su ejército, mejor equipado que el enemigo norvietnamita, estaba suficientemente protegido”.

AFECTADOR POR IGUAL

Perjudicados resultaron no solo los combatientes vietnamitas que recibieron la lluvia de químicos y de un combustible que literalmente calcinaba lo vivo, sino las tropas estadounidenses. “Las dioxinas en general son extremadamente tóxicas para los animales. En el caso del agente naranja, además de las muertes, se produjeron en la población de Vietnam y en los propios soldados de EEUU problemas neurológicos, mutaciones, cáncer y otros”, enumera León. Mas insiste en que, cuando se comenzó a usar, “era imposible anticipar esto pues se supone que debía tratarse de una mezcla de herbicidas, no de una dioxina”. Cayeron afectados los seres humanos, la fauna, las plantas.

“No solo es un producto que mata personas, sino que destruye la vegetación, erosiona la tierra. En Vietnam las consecuencias del uso de napalm y del agente naranja son tremendas, porque es altamente contaminante”, subraya Salas.

Se rociaron 43 millones de litros del agente naranja

“Para los vietnamitas la guerra no ha terminado del todo. Ingentes cantidades del llamado “agente naranja” (una combinación de insecticidas), fabricados con prisa para cumplir con las exigencias bélicas fueron lanzados sobre las selvas de lo que era entonces Vietnam del Norte. La premura en la fabricación del “agente naranja”, también llamado agente desfoliante por el efecto a que daba lugar, hizo que contuviese cantidades importantes de una impureza, dioxina, que se deposita en el suelo; y de cuya toxicidad todos hemos sido conscientes años más tarde con la tragedia de Bohpal, cuando una fuga en una fábrica de Dow Chemical en esa ciudad india, mató en primera instancia a más de 2000 personas en 1984”, escribe López Tricas en en el portal web www.info-farmacia.com. “Dow Chemical fue la fábrica donde se produjo la fuga de dioxina en Bhopal. Se trata de la misma multinacional química que fabrica el napalm, una gasolina gelatinosa y amarillenta, que mata causando terrible sufrimiento, usada en Vietnam y en casi todas las guerras desde entonces”, reporta.

Plantear que el agente naranja y que el napalm son un problema del pasado posiblemente no refleja la realidad. “Es un problema del pasado en la medida en que este agente desfoliante no se ha vuelto a usar (que yo sepa), pero continúa generando secuelas”, advierte López Tricas al Correo del Orinoco “La incidencia de cáncer y diabetes, además de deformidades al nacimiento es más elevada entre las gentes de las aldeas que continúan malviviendo en los bosques sobre los que se esparcieron cantidades imposibles de determinar del agente naranja”.

La dioxina “se introduce en la cadena trófica mediante el arrastre de tierra durante las lluvias”, describe el farmacéutico, “y las personas cuya subsistencia depende de los productos cultivados en dichas áreas ingieren una cantidad de dioxina que, aun cuando hoy día no es mortal, sí es suficiente para que su salud resulte deteriorada”.

Tal como lo ilustra León, “debido al potencial mutagénico de las dioxinas sus efectos siguen afectando a la población de Vietnam, particularmente a quienes son descendientes de las personas que se vieron afectadas directamente por esta dioxina”.

COMPENSACIONES

¿Hay compensación justa para las víctimas del agente naranja, del napalm y del coctel de químicos esparcido sin compasión en Vietnam? León asegura que no es posible dar una respuesta responsable a esta pregunta. “Si bien podría tipificarse como crimen de guerra, es necesario considerar la falta de intencionalidad para producir daño a las personas. Creo que esto sale de mi área de trabajo por lo que preferiría no emitir un juicio al respecto”, apunta.

 

 

López Tricas, por su parte, opina que no hay una técnica “que permita determinar quién está afectado”; por ello estima que “lo único moralmente válido sería mejorar las condiciones de vida de las personas que continúan habitando las áreas rurales sobre las que se pulverizó el agente naranja”. También propone “fomentar la educación para evitar aquellas prácticas alimenticias que puedan agravar el problema”.

Pero la historia puede repetirse, porque los conflictos en el mundo no han cesado y presumiblemente tampoco la utilización de químicos.

 

 

 

-¿Hay otros elementos químicos que se estén usando en los conflictos del presente que puedan compararse con el daño causado por el agente naranja?

-Las armas químicas caen en esta categoría y fueron usadas de manera regular ya desde la Primera Guerra Mundial. Más recientemente –a fines de los 80– Saddam Hussein las utilizó para atacar a poblados kurdos, matando a miles de personas directamente y a otras tantas por las secuelas de su uso. Actualmente existen tratados internacionales que buscan eliminar este tipo de armas- explica León.

Como lo remarca López Tricas, “continúan existiendo arsenales de armas químicas en numerosos países, aun cuando no se comunican por razones obvias. Se sospecha del empleo de armas químicas en el conflicto de Siria. Pero se trata de “armas químicas convencionales” (gases nerviosos)”.

El agente naranja, aclara, “tenía por finalidad ‘limpiar’ la jungla para poder bombardearla a continuación. En la actualidad no existen conflictos bélicos en regiones tropicales, excepto quizás en las regiones ricas en minerales de la República Democrática del Congo, pero su ejército carece, por suerte, de la tecnología y conocimientos para usar este tipo de armas”. Sin embargo, las heridas de Vietnam permanecen como una pesadilla.

 

 

 

T/ Vanessa Davies