Miguel E. Canosa
Los espeluznantes acontecimientos vividos en el ring de la Argentina desde la muerte del fiscal Alberto Nismo han desatado un infierno mediático desde los canales de TV, radios, internet y redes sociales, que han saturado por envenenamiento las psiquis de la población.
Los medios privados de todo escrúpulo han montado un escenario de catástrofe queriendo colocar al gobierno al borde del knock-out, para que finalmente «tire la toalla» antes de la finalización del combate.
La presidenta argentina Cristina Fernández y su gobierno han desarrollado una estrategia defensiva de contragolpe que asesta al rival certeros daños a la cabeza y el hígado, aunque el gobierno viene recibiendo varios golpes de variada intensidad que lo han colocado en algunos rounds cerca de tocar la lona.
Con el arbítro y los jueces (Poder judicial) en favor de las corporaciones, la arremetida de los medios parece día a día ir demoliendo de a poco esta estrategía defensiva por necesidad (dada la correlación de fuerzas existentes) y va modificando la táctica round tras round para que el enemigo no adivine el próximo movimiento, y así lograr escapar a los golpes violentos del boxeador peso pesado (lacayos e imperio) que avanza sobre un aparente débil boxeador peso ligero (gobierno y aliados)
Sin embargo, en esta pelea de varios rounds puede aparecer un eficaz puñetazo izquierdo salvador que tumbe al gran poder económico dueño del poder real en esta Argentina capitalista dependiente de los intereses privados y extranjeros, legado de 30 años de neoliberalismo salvaje que pretende retornar de la mano de Macri, Massa y quien sabe, Scioli.